ELESPIA

Sección El espía

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Dilma Rousseff: encuentro con su médico argentino. Esta semana, la coyuntura convirtió todas las reuniones políticas citadinas, playeras o seculares en espacios donde las cuestiones internas pasaron a segundo plano y desgranar lo hablado en algunos de esos espacios no aporta siquiera datos de color en un tema por demás oscuro. Incluso las encuestas aceleradas que recibieron los distintos partidos para ver el impacto de la noticia, por ahora, no modificaron las respectivas estrategias preelectorales, salvo la de aconsejar a los distintos referentes manejar con cautela qué se opina, qué se dice, qué se especula sobre la marcha de la investigación, los motivos, el desenlance y demás. El tema es por demás sensible. Fuera de este escenario caliente, y en otro contexto y territorio, quien sintió la “presión” que representa estar frente a un mandatario de dimensión internacional –y encima por primera vez– fue Máximo Ravenna. Hace un par de semanas, PERFIL publicó que por recomendación de una funcionaria de su equipo, Dilma Rousseff había comenzado una dieta que lleva la firma del profesional argentino. En ese entonces, Ravenna sabía esto, pero no había tenido encuentro alguno con ella; estaba informado a través del centro de salud que en Brasil replica su método para adelgazar y estaba al tanto de cómo se trataba a la mandataria del país vecino. Finalmente, a Ravenna, que estaba en Punta del Este de vacaciones con su familia, le avisaron que el domingo 18 de enero Dilma lo esperaba en Brasilia. El médico argentino llegó allá dos días antes para estar también ante unos doscientos pacientes que se atienden en la clínica que en Brasilia siguen su método y entrevistarse previamente con la médica personal de Rousseff, quien junto a la nutricionista de ese centro, es la encargada de supervisar el menú gastronómico de Dilma.
“Antes de encontrarme con ella en persona, nos pasaron a buscar con un chofer que nos llevó a recorrer algunos lugares de Brasilia, como el Itamaraty –la Casa Rosada brasileña– y finalmente nos llevó al Palacio do Alvorada, la residencia presidencial”, relató Ravenna ante la consulta de esta sección. “Allí nos recibieron gente de protocolo y cuatro ministros que también habían bajado de peso. Luego apareció la presidenta, lo que generó en mí una profunda emoción no sólo por la paciente, sino por la líder mundial que es. Cuando me acerqué empecé a sentir escalofríos (...) cuando admiro y siento respeto por alguien, me siento chiquito. Me presenté y le dije: ‘Presidenta, estamos en el horno porque estoy tan emocionado de estar ante una figura como usted que creo no me va a conocer como realmente soy’. Y ella me dijo: ‘En realidad, yo estoy preocupada porque usted me va a controlar y me va a dirigir a mí en las cuestiones de la dieta’”.

La cena ‘controlada’. Concluidas la formalidad de las presentaciones y una recorrida por algunos espacios de la residencia presidencial (ver fotos en destacado de esta página), llegó el momento de la “prueba de fuego”: la cena propiamente dicha, cuyo menú, según explicó Ravenna a esta sección, le fue consultado con anterioridad. En las casi cuatro horas que duró la comida se sirvieron bacalao, budincito de quinoa, sopa de remolacha “y un postre que se llama ‘banana de agua’, que a Dilma le gusta mucho y que lleva canela. Me ofreció vino de cuatro firmas brasileñas diferentes pero como ella no bebió, yo tampoco lo hice. Ella está cumpliendo la dieta a la perfección y con una exactitud importante lleva adelgazados 7,2 kilos; y según mis estimaciones le quedan unos 8 kilos más. (...) En este viaje me informaron que cuatro diputados, dos ministros y un ex ministro que bajaron de 24 a 6 kilos, y aún siguen la dieta, motivaron a Dilma a probarla”.

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Marzo de boda. La boda civil fue en noviembre y en Palermo, y ahora  comenzaron a circular las invitaciones para la fiesta de casamiento del abogado penalista Cristian “Cuchi” Cúneo Libarona y la modelo Luli Fernández. La misma será el sábado 14 de marzo en la Estancia La Bonita, de la localidad de Lezama. El festejo se iniciará en horas de la tarde y entre los presentes, dicen, habrá varios integrantes del establishment jurídico, empresarial y deportivo.

Portación de nombre. Con mucho personaje del ámbito judicial –porteño y bonaerense– pisando las arenas de Pinamar y Cariló, un penalista de San Martín de cierto recorrido por algunas tertulias políticas fue centro de situaciones graciosas cuando colegas y alguno que otro prensero le preguntaba si él era el “espía” del que esta semana se hablaba: Ramón Bogado. La portación de nombre y apellido homónimos fue para el joven letrado, al principio, risueña y, luego, incómoda porque la gente de CR lo miraba por momentos con cara de pocos amigos.

Radio y fútbol. Por esa playa también están desde hace unos días Diego Santilli y Analía Maiorana. Como cada verano, la ex modelo retomó su espacio en una emisora local con su ciclo radial. Y al cierre de esta edición, el legislador ya tenía ocupados todos los lugares de la combi que alquiló para trasladarse a Mar del Plata para ver el primer clásico del verano entre Boca y River en el estadio mundialista.

¿La dupla posible? Si los días hubieran sido de calor extremo, podría decirse que los siguientes comentarios surgidos en una carpa de balneario pinamarense eran fruto de la insolación combinada con una dosis de clericó de vino blanco adulterado pero en Pinamar los días fueron más frescos que soleados. Sin embargo, uno de esos runrunes carperos da cuenta de que, en tándem, los “PRO peronistas” Diego Santilli y Cristian Ritondo habrían dejado entrever que conformarán una dupla para enfrentar a Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta, que no van en dupla porque agua y aceite jamás se juntan. Otro que recorrió Pinamar fue el meditabundo secretario de culto de la Provincia de Buenos Aires, Enrique Moltoni, quien según dicen ya está atento a la visita del papa Francisco al país en 2016 e incluso bromea con que se lo imagina recibiéndolo si su jefe político logra la presidencia. Cabe aclarar que este último comentario se dio antes del hecho político de la semana. Desde entonces, varios políticos, incluso en la costa, miden sus palabras y antes de cualquier comentario hacen paneo visual para ver quién está cerca.  

Glam escaso. El verano en Punta del Este tuvo fecha de vencimiento temprana. Ni la fiesta de Fiat, que Cristiano Rattazzi finalmente hizo con presupuesto acotado, pudo darle un broche con algún viso de glamour. Tampoco dos de los protagonistas masculinos –soltero uno, en crisis marital el otro– facilitaron algo de acción: Ignacio Viale siguió penando el corte que Candelaria Tinelli dio a la relación y que ni siquiera mereció un tattoo en el filigranado cuerpo de la joven. Por otro lado, Eduardo Costantini casi no se perdió celebración mientras su esposa, Clarice, en Nueva York, define si la crisis tiene solución o se dirime en Tribunales.