ELOBSERVADOR
ante la pobreza

Alarma por el aumento de la obesidad en la infancia

El sobrepeso es la otra cara de la mala nutrición en los primeros años. Esta investigación señala cómo fue su evolución y analiza la situación de los comedores infantiles. Radiografía de un punto crítico de la situación social.

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Hambre. El sobrepeso es un tema que está ligado a la situación económica de vulnerabilidad. | Cedoc Perfil
En la Argentina, la situación nutricional de la población es incierta. La última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) data de 2005 y fue publicada hace diez años, en 2006. Desde ese entonces, se realizaron algunas encuestas oficiales, pero todas limitadas (y casi todas centradas en los niños). Además, se realizaron algunos estudios puntuales desde instituciones no gubernamentales (como Unicef, Cesni y Cepea), pero limitados en su representatividad para toda la población a nivel nacional. El estudio que más visibilidad cobró recientemente (el del Observatorio de la Deuda Social, ODSA de la UCA) se basa en las percepciones de las familias y no en mediciones concretas.

La información que surge de estos estudios está fragmentada y, en su mayoría, no es comparable ya que se emplean distintas metodologías. No existe tampoco ninguna investigación que trace las trayectorias de las personas (conocidos como estudios longitudinales), que permitiría ver los impactos de cambios de hábitos o incluso de algunas políticas públicas. Esta información resulta sumamente deficiente para la toma de decisiones.

A pesar de estas limitaciones, la poca información confiable muestra un escenario preocupante. Ya en 2006, la ENNyS evidenciaba que el 31,5% de los niños de 2 a 5 años presentaba sobrepeso y el 10,4% padecía obesidad. Es decir que el 41,9% de los niños de entre 2 y 5 años se encontraba por encima de su peso saludable, mientras que el 8% solamente presentaba baja talla. Los estudios objetivos que se hicieron desde ese entonces ratifican que nos encontraríamos ante una verdadera pandemia de la obesidad. Según la Encuesta Mundial de Salud Escolar de 2012, el 34,5% de los adolescentes argentinos padece sobrepeso, mientras que el 5,9% es obeso. La tercera Encuesta de Factores de Riesgo, de 2013 estima que el 37,1% de los adultos tiene sobrepeso, mientras que el 20,8% es obeso.

Estos datos contradicen la concepción predominante en el debate público. Actualmente, el énfasis mediático sigue colocado sobre la desnutrición. Esta creencia estuvo recientemente fundada en el informe del ODSA-UCA, que afirma que existe una situación de inseguridad alimentaria. El informe afirma que el 19,5% de los niños y adolescentes tuvo que disminuir el consumo de alimentos en cantidad y calidad por problemas económicos y el 7,7% de ellos experimentó episodios de “hambre”. El informe no aclara que la inseguridad alimentaria redunda especialmente en el componente de calidad de la alimentación, lo cual redunda en déficits de micronutrientes específicos en simultáneo con la prevalencia de obesidad o sobrepeso. Los episodios identificados como “hambre” se basan en la percepción de los entrevistados y no son validados por estudios que den cuenta de la situación antropométrica y nutricional de los miembros de las familias consultadas.

El informe del ODSA-UCA también afirma que la inseguridad alimentaria está fuertemente asociada a la estratificación social. Sin embargo, la poca evidencia confiable disponible sugiere que son los sectores más vulnerables los que muestran mayor prevalencia de esta condición. Recientemente, la Fundación Interamericana del Corazón y Unicef publicaron un estudio que analiza las brechas sociales de la obesidad infantojuvenil a partir de la Encuesta Mundial de Salud Escolar. Los hallazgos señalan que la incidencia del sobrepeso entre los adolescentes de sectores vulnerables es hasta 4 puntos porcentuales mayor que la que afecta a los sectores más pudientes .

El esfuerzo del ODSA-UCA en suplir el vacío que genera la falta de información oficial sobre la situación nutricional es sin duda loable. No obstante, al no resaltar estos matices de la situación nutricional de las familias argentinas, puede resultar contraproducente en su aporte al debate público.

Si la situación actual es ratificada por una segunda onda de la ENNyS, las implicancias para el bienestar presente y futuro de la Argentina son graves. En la Argentina, tal como sostiene Cepea, las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) dan cuenta del 49% de los años perdidos de vida por muerte prematura. Las ECNT son la principal causa de morbimortalidad en el país. Entre las principales enfermedades que se incluyen en este grupo están las cardiovasculares, el cáncer, enfermedades respiratorias crónicas y diabetes. Estas enfermedades comparten los factores de riesgo: el tabaquismo, la falta de actividad física y la alimentación inadecuada.

Esta situación es compartida por muchos países; por eso realmente nos encontramos ante una pandemia de la obesidad. Sin embargo, la Argentina se encuentra rezagada respecto de los otros países en la generación de un abordaje integral para hacer frente a esta problemática. Mientras otros países, como México, avanzan en estrategias regulatorias (por ejemplo, en bebidas azucaradas), existen experiencias, incluso en el nivel subnacional, que podrían señalar buenos caminos hacia estrategias de promoción de hábitos saludables.

El derecho a una alimentación saludable es un derecho humano consagrado en varios instrumentos internacionales. En Argentina, este derecho no está siendo gozado por gran parte de la población. Desde Cippec, en conjunto con nuestros socios en la temática, Cepea, consideramos que es urgente que en la Argentina se desarrollen políticas tendientes a revertir este proceso y que se concientice a la población sobre la relevancia de desarrollar hábitos saludables. Además, resulta crucial que estas acciones se desarrollen fundadas en evidencia actualizada, relevante y oportuna

*Directora del Programa de Protección Social de Cippec.