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¿Camino a la Corte Suprema?

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Con el respeto de sus colegas, reconocida y premiada a nivel internacional por su honorabilidad y trabajos científicos, Kemelmajer de Carlucci apostó a la docencia, la investigación científica, su tierra y sus afectos, según cuentan quienes la conocen y la describen como alguien “simple”.
—¿Le gustaría ser ministra de la Corte? Usted es una jurista respetada en el mundo, pero no como se lo merece quizás en nuestro país.
—Mi nombre “ha sonado” varias veces al momento de producirse una vacante en la Corte Nacional, pero ningún funcionario me llamó. Esto quiere decir que yo no estuve en los planes de ningún gobierno, de ningún signo político; por lo tanto, la Corte tampoco está en mis planes. Siempre me he sentido ciudadana del mundo, pero Mendoza, es verdad, es mi lugar en el mundo. Aquí tengo a mi esposo, a mis hijos, a mis nietos, a mi hermana. Aquí estuvieron mis padres. Aquí me eduqué, y desde aquí he podido aprender y enseñar.
Silencio stampa. Kemelmajer de Carlucci fue abierta a la hora de responder las consultas de PERFIL. Sin embargo, cuando se le preguntó su opinión acerca de la crítica que hicieron varios juristas a la injerencia de un poder sobre el otro con la intervención de Ricardo Lorenzetti y Elena Highton de Nolasco en la comisión redactora, prefirió callar.
—Para la mayoría de esos juristas, de hecho, los jueces de la Corte deberían excusarse ante un planteo de inconstitucionalidad, como lo hicieron en una causa por daños y perjuicios que usted impulsa contra el periodista Jorge Lanata por “inconsistencias” en sus dichos respecto a su persona cuando fue postulada como ministra de la Corte. Hace unos días se avaló un recurso extraordinario a favor de revisar esa sentencia condenatoria. ¿Cuál es su opinión?
—No voy a responder a esta pregunta. No hace al contenido del Código Civil y Comercial sancionado.