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Contra la “miopía” del mundo académico

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“Nuestro propósito en este trabajo es sensibilizar acerca de las inequidades sociales por las que las mujeres han atravesado y atraviesan, identificando el peso de la categoría de género como un dispositivo transformador, con la intención de visibilizar los mecanismos a través de los cuales se reproduce y se sustenta la discriminación contra las mujeres en la sociedad”. asegura Hilda Beatriz Garrido, directora del estudio de mujeres del bicentenario tucumano de la Universidad Nacional de Tucumán. Ella relata que los estudios sobre las mujeres se iniciaron en los años  60/70 del siglo XX; posibilitaron hacer visibles a las mujeres, así como que se logre encontrar su presencia y protagonismo en todas las épocas de la historia. El planteo se orientaba a la inclusión de las mujeres “desde la partida”, si la pretensión era comprender los procesos históricos en los que nos encontramos inmersas y que nos proyectan hacia un futuro que tratamos a la vez de entender y de lograr.
Ella cita a Dorothy Smith, quien demandaba una realidad en la cual el mundo se constituye como tal por la acción concreta de individuos reales, y en este mundo las mujeres existen de verdad. Están, al igual que los varones, en las clases, como parte de ellas y en la lucha entre ellas. “Su ausencia de los textos se debía a la miopía y androginismo de un mundo académico dominado por figuras masculinas”.
La historiadora feminista Lola Luna advertía que la perspectiva histórica de género, tomando como punto de partida la diferencia sexual fue, en general, poco tratada en la historia de las mujeres, señalando: “Esto acontecía, probablemente, porque el enfoque teórico del género aún está rodeado de gran polémica y las preguntas de cómo hacerlo siguen en el aire. Me inclino por la corriente que piensa que el estudio histórico de la diferencia sexual tiene que ver directamente con el poder, su reparto y ejercicio entre los géneros”.