ELOBSERVADOR
UNA NUEVA REALIDAD

Crece la organización política de los pueblos originarios

Casi un millón de argentinos tiene raíces aborígenes. Mientras, wichis y qom sufren en Formosa.

Tradiciones. Los pueblos originarios quieren dejar atrás el papel de víctima y defender sus intereses sin paternalismo. Sergio Laguna ganó la intendencia de El Aguilar, en Jujuy, al frente del Movimie
| Cedoc

Afirmar que –tras 500 años– todo sigue igual no sólo sería una falacia discursiva y metodológica, sino que se transformaría en una excusa para no intentar ver qué tiene de diferente la situación de los pueblos indios en la Argentina.

Una situación que, en los últimos tiempos, goza de cambios políticos cualitativos muy significativos. Las rebeliones aborígenes que atravesaron el territorio de la Nación son la marca que da cuenta de los cambios que se viven en este sector de la población.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Sin embargo, es cierto que esas rebeliones se producen debido a que la mayor parte de la población originaria en el país sigue sufriendo miseria, falta de derechos y discriminación. Como desde hace 500 años.

Representación política. En algunas regiones, las comunidades originarias se plantean el tema de la representación política. En la puna jujeña los collas han ganado su primer intendente a través del Movimiento Comunitario Pluricultural, un partido que supo ganar dos concejales en Humahuaca y que ideológicamente entronca con las corrientes indigenistas que ven en Evo Morales a un estandarte y ejemplo a seguir.

“Es un movimiento que proviene de las comunidades; formamos parte del movimiento Pachakuti”, dice Sergio Laguna, cuyo partido ganó con el 40% de los votos derrotando al Frente para la Victoria y se alzó con la intendencia de El Aguilar, un pueblo que se encuentra dentro de los límites de la mina del mismo nombre.

“Nuestro movimiento es comunitario porque todas las decisiones se toman en la comunidad, en asamblea, no de manera unilateral, como se hace en la política tradicional. Y pluricultural porque debemos aprender de lo que pasamos. No podemos ir en el reproche ni en la imposición de nosotros mismos sobre nuestros hermanos”.

El gabinete de Laguna está compuesto por campesinos de las comunidades lindantes a la mina, y suelen realizar ceremonias de homenaje a la Pachamama, que los fortalece para gobernar, según dicen. También es cierto que en ese pueblo el poder político es compartido con la empresa minera El Aguilar, que provee de vivienda y servicios sociales a los trabajadores que componen la mayor parte de la población del lugar.

El movimiento indigenista jujeño parece estar más desarrollado en lo político que en otras regiones, y cuenta no sólo con organizaciones políticas sino también con radios y redes de formación política. Al llegar a Humahuaca es posible ver pintadas en varias de sus calles con la inscripción “Revolución india”. Se trata de una reivindicación del indianismo, forma política que –en esta época– se asemeja a un fantasma que recorre el norte argentino.

“El indigenismo es la manera de administrar con paternalismo sobre nuestras vidas, es lo que hace el Estado, el Instituto Indígena, que estructuran su discurso en políticas coloniales”, explica Asunción Ontiveros, que en los tempranos 80 supo ser corresponsal de la nación colla en la revista El Porteño y que actualmente es uno de los impulsores de la estructuración política aborigen en Jujuy.

En cambio, el indianismo se trata de proyectar políticas desde la perspectiva india, desde nuestra propia perspectiva, la de los pueblos indios”. Ontiveros impulsa una red de formación política y cultural en el norte argentino que plantea el bilingüismo y la reivindicación de la historia indígena.

—¿Cómo avanza su estructuración política?
—El sábado 23 de marzo se realizó en Unquía una reunión de los principales referentes del Movimiento Comunitario Pluricultural y se decidió que en las próximas elecciones nos presentaremos como partido provincial. En 2011 nos habíamos presentado en varios distritos y ganamos la intendencia de El Aguilar; ahora vamos por cargos en toda la provincia y diputados provinciales. También postularemos un candidato a intendente en Humahuaca, donde el intendente renunció luego del conflicto de tierras que se cobró la vida de Luis Condorí. (Ontiveros se refiere a los incidentes en los que una agrupación ligada a Milagro Sala intentó tomar unas tierras, provocó la reacción de los vecinos y tiró contra ellos con balas de plomo, que causaron esa muerte).

—¿Por qué cree necesaria esa estructuración política?
—Es la única alternativa que existe para reivindicar nuestros derechos culturales, sociales, económicos y políticos; de otra manera somos víctimas de las políticas paternalistas de los gobiernos nacionales y provinciales. La relación colonial sigue presente en las leyes y en los tratos cotidianos. Si no somos gobierno, siempre se nos considerará el otro subalterno, sin dirigencia y sin capacidad para gobernar nuestras comunidades.

Otra raza y otro olor. Formosa es una de las provincias donde la conflictividad aborigen es más intensa. En estos días, el levantamiento wichi que se llevó a cabo desde enero hasta marzo en el oeste de la provincia vuelve a avivarse. Durante tres meses, miembros de varias comunidades wichis del departamento Ramón Lista tomaron el municipio de El Chorro, ocuparon la planta petrolífera Pluspetrol y mantuvieron cortada la ruta que une la región con la capital.

La radicalización de las medidas fue progresiva ante la falta de respuestas del gobierno de Insfrán, hasta que finalmente una delegación fue recibida en Casa de Gobierno y comenzaron las negociaciones, que planteaban la solución a cuestiones edilicias en escuelas, postas sanitarias y puestos de trabajo para los aborígenes.

Luego de diez días de tregua, a partir del lunes 1º de abril volvieron las protestas. “Están tomadas las municipalidades de El Chorro y Potrillos, y la ruta ha vuelto a cortarse”, explica a PERFIL Agustín Santillán, dirigente wichi de la región. “El gobierno tiene la orden de no dar solución a los reclamos indígenas. Dice que no les importa que nos quedemos por siempre en la ruta. Insfrán es un gobernador discriminador. Los wichis vamos a seguir luchando para que de una buena vez nos reconozcan y nos respeten como los pueblos originarios que somos”.

Si bien las luchas indias en Formosa tienen un largo historial, hay ejemplos recientes que las convirtieron en signo de la desidia y la tragedia.
“Si recorrés la provincia podés ver cómo viven en la pobreza los hermanos”, dice a PERFIL Félix Díaz, carashe (cacique) de la
comunidad La Primavera.

“Parecería que el indígena no es un argentino. Somos un pueblo preexistente a la colonización, al establecimiento de las fronteras. El Estado debe saldar la deuda social que tiene con nosotros”. Díaz anuncia la realización de una cumbre indígena a realizarse en Formosa en junio. Los qom se convirtieron en noticia en varias oportunidades recientemente debido a varias muertes producidas en accidentes dudosos o a través de homicidios, como el ocurrido en Villa Río Bermejito Chaco, donde en enero un niño de 12 años fue asesinado a golpes en venganza por un conflicto con unos vecinos blancos.

Este cronista pudo constatar en el pueblo chaqueño donde se produjo el crimen el estado de virtual apartheid en el que viven los qom. “No trabajan; tienen planes, todos tienen planes. Son quedados, son vagos. Con lo que cobran del plan compran motos y celulares. Y qué motos y celulares… Son de otra raza, tienen un olor característico; por eso, además siempre hacen fuego. En invierno se les ahúma toda la ropa y eso se huele. En las casas que les dan hasta hacen fuego sobre el azulejo”.

Esas fueron las palabras que pronunció una vecina de Villa Río Bermejito al ser consultada en oportunidad del asesinato de Imer Flores.

El sur también existe. La zona cordillerana del sur del país fue en un momento territorio mapuche. La resistencia que ejercieron a la conquista de ese territorio por parte del Estado aún resuena cuando comentan su visión del mundo. “La Confederación Mapuche representa políticamente al movimiento, al pueblo mapuche. Tomamos la tradición del lonco Calfucurá, que fue una de las autoridades que más se enfrentaron a la invasión del Estado argentino en el territorio mapuche”, señala Relmu Ñanko,
huerquen o vocero de la organización.

—¿Cuáles son los objetivos de la Confederación Mapuche?
—Los objetivos son la reivindicación territorial, ya que necesitamos territorio; sin él no tenemos cultura, la autonomía del pueblo mapuche, que no implica un Estado aparte, pero sí la posibilidad de tener libre determinación dentro de los territorios comunitarios. Y la recuperación de nuestro estatus jurídico de pueblo, ya que de ese modo podremos hacer valer nuestros derechos. Además denunciamos que en la provincia de Neuquén existen más de 500 dirigentes mapuches procesados, principalmente en causas por usurpación o desacato.

—¿Tienen contacto con otros pueblos originarios del país?
—Tenemos contactos más allá de la provincia. La cuestión territorial y la negación de nuestros derechos por parte del Estado son comunes a todos los pueblos originarios. En 2010 hicimos la marcha de más de 15 mil personas en Buenos Aires; marchamos durante 15 días desde todos los puntos del país para llegar a Plaza de Mayo. Le pudimos entregar a la Presidenta un petitorio del que no se cumplió ningún punto. Ella nos atendió, pero fue como un portazo en la cara ya que no se solucionó ninguno de los conflictos que tenemos. Donde no tenemos conflictos por el territorio con terratenientes los tenemos con los mineros, o con los sojeros o los petroleros. Seguimos peleando en cada uno de nuestros lugares.

A lo largo del país, distintas comunidades que eran dueñas de todo antes de la llegada de los conquistadores apelan a su organización autónoma para acabar con la desidia estatal que desde hace tantos siglos los acosa. La sociedad argentina siempre quiso pensarse a sí misma como blanca y europea. Con la decisión de abandonar el silencio, parece ser que miles se aprestan a negar esa percepción con mucho énfasis.