ELOBSERVADOR
investigacion I

Donald Trump: inversiones en América Latina

Más allá de su retórica dura, el candidato tiene negocios en Panamá, Uruguay y recientemente en Brasil. PERFIL publica <a href="http://www.perfil.com/elobservador/donald-trump-inversiones-en-america-latina.phtml">hoy</a> y <a href="http://www.perfil.com/elobservador/donald-trump-inversiones-en-america-latina-parte-ii.phtml">mañana</a> este informe exhaustivo de <a href="http://chequeado.com/">Chequeado.com</a>

Hotel Trump
Inaugurado. El hotel Trump, en Barra de Tijuca, aloja a las autoridades del COI. Es sólo una de las inversiones en tres países con una industria inmobiliaria muy fuerte. | cedoc
La noche en la que aceptó su nominación como candidato presidencial, la más importante de su vida pública, Donald Trump eligió que lo presentara su hija Ivanka y que un video con la voz en off de su hijo Donald Junior expusiera su biografía oficial. Después habló ante una audiencia récord de casi 35 millones de televidentes que seguían la Convención Republicana por televisión. El video pretendió subrayar su condición de constructor. Si en la política tradicional la idea del constructor refiere a alianzas o consensos, en su caso particular alude a la edificación de torres. En la larga enumeración de países y sus respectivas construcciones con la marca familiar, la voz de Donald Jr. mencionó a Brasil y Panamá.
Así, el puente que el candidato ofrece a América Latina es una sucesión de hoteles y edificios Trump. Hasta ahora, las acusaciones contra los inmigrantes indocumentados mexicanos –a quienes catalogó como violadores y responsables de exportar crimen a su país– y su propuesta de construir un muro en la frontera sur de los Estados Unidos monopolizaron su relación con la región y con los latinos que votarán en las elecciones generales de noviembre próximo.
Un ganador seguro en Río. Esta semana se inauguró en Río de Janeiro el Hotel Trump, terminado a toda marcha para recibir beneficios impositivos lanzados para atraer inversiones para los Juegos Olímpicos. Los primeros y únicos huéspedes, de hecho, son los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI): por la habitación de lujo pagarán 683 dólares diarios. En Río prevé, además, construir cinco rascacielos para oficinas por un valor de 1.800 millones de dólares.
Con la apertura del hotel, Trump concreta su llegada a Brasil luego de varios intentos comerciales fallidos. Pretendió seducir a las audiencias locales con recursos de su repertorio. En 2014 le dijo a la revista Veja que amaba a los brasileños –“especialmente a las mujeres, que son absolutamente increíbles”–. Aseguró que podía enseñarles sobre emprendedurismo y buen servicio. Le preguntaron si se había reunido con Dilma Rousseff. “No, ¿quién es él?”, contestó en referencia a la hoy presidenta suspendida.
En la ciudad de Panamá, Trump inauguró en 2011 la entonces torre más alta de América Latina, en la que alberga residencias, un hotel y un casino. Pero la torre es ahora un territorio en disputa: después de ser despedido de la administración de los departamentos porque los propietarios consideraron que su administrador pagó bonus sin permiso, destinó fondos del hotel a gastos del edificio y ocultó información a los propietarios, Trump presentó ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) una demanda por 75 millones de dólares.
En el Río de la Plata construye un edificio Trump en Punta del Este, cuyo costo ronda los 120 millones de dólares. Los inversores argentinos del proyecto en Uruguay planean edificar una torre Trump de oficinas en Buenos Aires.
En sus sedes latinoamericanas, la organización Trump no ha invertido, sino que cobra a los desarrolladores locales por usar el nombre: recibe un pago inicial y luego comisiones de las ventas (que van del 5 al 13%) y administra los hoteles. Trump nunca pierde: arriesga, argumentan sus corporativos, su marca y su prestigio. Todos los proyectos deben seguir un estricto manual que precisa desde el tamaño de las habitaciones hasta la obligación de los empleados de sonreír cuando vislumbran la presencia de un propietario o huésped a menos de seis metros de distancia.

Panamá. En los Panamá Papers, el imperio Trump aparece ligado con 32 empresas offshore, entre ellas el Trump Ocean Club de Panamá (la torre que incluye el edificio, el hotel y el casino). En el caso de Brasil, uno de los socios de Trump en ese país, el Grupo Salamanca, figura con varias sociedades gestionadas en las Islas Vírgenes. El propio Trump aparece en los Panamá Papers de una manera curiosa: su ficha de reclutamiento con datos personales (ver recuadro). Esta información surge de la base de datos conocida como Panamá Papers, que administra el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), a partir de una filtración de archivos que recibió el diario alemán Süddeutsche Zeitung a principios de 2015. Se trata de millones de correos electrónicos, hojas de cálculo, imágenes y documentos en distintos formatos que manejó el estudio jurídico de Mossack Fonseca entre 1977 y el año pasado.
El candidato Trump ha participado personalmente en los proyectos inmobiliarios en la región. En el caso de Punta del Este, cuenta el desarrollador local Felipe Yaryura, se involucró en las sugerencias de los espacios comunes. La torre incluye un helipuerto en el último piso que permitirá a los inquilinos que viajen desde Buenos Aires realizar allí mismo el trámite de Aduana y Migraciones. Será un ingreso bastante menos estricto que el que imagina el candidato republicano para las fronteras de su país.

Amigos con beneficios. En cada uno de los emprendimientos, la familia Trump procuró el respaldo de los gobiernos locales con declaraciones públicas y con beneficios impositivos o exenciones. En el caso de Punta de Este consiguió muy poco: unos metros más de altura para el helipuerto. En el hotel de Río, beneficios impositivos generales por las Olimpíadas 2016.

Brokers inmobiliarios, socios de Trump y especialistas señalan que la gran visibilidad del candidato republicano no ha provocado mi más ni menos ventas en los emprendimientos latinoamericanos. Los desarrolladores locales de los tres países donde desembarcó enfrentaron el mismo problema: proyectaron las torres con precios de otro mercado y debieron bajar significativamente el precio o cambiar el proyecto.  
Para esta investigación, cuya segunda parte PERFIL y Chequeado publicarán mañana, se consultaron los Panamá Papers, documentos municipales en Punta del Este, expedientes judiciales en Río de Janeiro y Panamá, se visitaron los tres emprendimientos Trump y se entrevistó a más de treinta personas entre brokers, arquitectos, desarrolladores, funcionarios públicos, funcionarios judiciales y empleados Trump, entre otros.
 
Nuestros hombres en Río. En 2002, el empresario Ricardo Bellino consiguió una cita con Donald Trump en Manhattan para proponerle un negocio inmobiliario. Llegaba recomendado por John Casablancas, de la agencia de modelos que promovió a la brasileña Gisele Bündchen, en una combinación evidentemente trumpeana: la que une bienes raíces con modelos.
“No estoy de humor para evaluar nuevos negocios, pero ya que viniste, tenés tres minutos!”, le dijo Trump, según recordó Bellino en una entrevista desde Miami.
Bellino cree que persuadió a Trump al citar el notable consumo en Brasil de autos Ferrari y carteras Louis Vuitton. “El se sintió muy envanecido y cambió su postura conmigo”, dijo.
Bellino convirtió ese episodio en un best-seller publicado en inglés (y en varios idiomas) con el título You have three minutes! Learn the secret of the Pitch from Trump’s Original Aprrentices (¡Tenés tres minutos! Aprenda los secretos de los aprendices de Trump). Se presentó en la neoyorquina Trump Tower con el propio candidato a presidente republicano como expositor. Trump, con una vasta obra de libros de autoayuda empresarial, cuenta el episodio de los tres minutos en Think Like a Billionaire. “Practiquen dar una presentación en menos de tres minutos. Descubrirán que pueden ser editores efectivos… sus superiores agradecerán esa habilidad”.
Bellino y Trump emprendieron su primer negocio: un resort de golf en la ciudad de Itatiba, a 80 kilómetros de San Pablo, diseñado por el jugador norteamericano Jack Nicklaus. La maqueta y los honorarios del golfista rondaron el millón de dólares, precisó Bellino.

Villa Trump. Para concretar el proyecto, al que llamaron Villa Trump, el empresario fundó Trump Reality Brazil y captó en un primer momento 14,6 millones de dólares de varios socios, entre ellos, la familia Meyerfreund, antigua controlante de la empresa de chocolates Garoto. Como pago inicial, Trump recibió un millón y la promesa de recibir un porcentaje por el desarrollo del emprendimiento. Pero la inauguración de la Villa Trump, prevista para julio de 2006, nunca ocurrió. El negocio se estancó, entre otros problemas, por el uso del nombre. Trump, explica su ex socio brasileño, no entendió bien lo que ocurrió, pero ganó su millón de dólares sin tener que cortar la faja de inauguración.
Durante varios años, Bellino intentó otros negocios con el billonario en Brasil, pero ninguno resultó: sólo sobrevivió la magia de aquellos tres minutos y su venta en forma de libro. Ahora Bellino pretende inaugurar en Brasil la Escuela de la Vida, una academia de emprendedurismo sin fines de lucro (ni Trump ni la universidad que lleva su nombre participan de este emprendimiento).
Paulo Renato de Oliveira Figueiredo, de 35 años, heredó la marca Trump en Brasil. Figura como socio de LSH Barra, la empresa que desarrolló el hotel Trump en Río, y fue CEO del grupo Polaris Projetos e Emprendimientos Ltda., que participó de ese negocio como consultor. La empresa fue fundada en 1982 por su padre, el ingeniero Paulo Figueiredo, hijo del último general de la dictadura militar João Baptista de Oliveira Figueiredo (1979-1985) y autor de una frase imborrable: “Prefiero el olor a caballo que el olor al pueblo”.
En noviembre último Figueiredo nieto contó a El País de Brasil que conoció a Donald Trump en 2012 en un campo de golf en Florida durante un almuerzo con Ivanka Trump, hija del ahora candidato republicano. “Donald me saludó y estaba yéndose hasta que Ivanka le contó que mi abuelo fue presidente del Brasil: se acercó una silla y se sentó”, contó. Figueiredo se declara “liberal conservador”, dice sentirse intruso en su Río natal y vive en Miami, desde donde declinó dar una entrevista para este artículo. A sus 7 mil seguidores en Facebook comenta desde la situación política brasileña hasta las elecciones norteamericanas: “Me muero de risa de los brasileños que creen que Trump, el gobierno o incluso la prensa (norteamericana) están preocupados por Brasil... La mayoría de los (norte)americanos sólo saben que nos gusta el fútbol y que nuestras mujeres son deliciosas”. Acuerda con las posiciones de Trump sobre los inmigrantes latinos indocumentados. “Pasé mucho tiempo en los Estados Unidos –dijo en una en una entrevista– y he visto a muchos inmigrantes ilegales causando problemas”.

Política y negocios. El Trump Hotel Río se construyó en la Barra da Tijuca, una de las zonas más cotizadas de la ciudad y corazón de los Juegos Olímpicos 2016. Los integrantes del Comité Olímpico Internacional estrenaron sus habitaciones: el primer grupo llegó el 30 de julio y el último el jueves pasado. Cuenta con 170 habitaciones dispuestas en 13 pisos, con suites de 34 metros y 450 metros cuadrados, con derecho a piscina climatizada y vista al Atlántico. Construido en un área de 16 mil metros cuadrados, LSH Barra pagó apenas 6 millones de dólares por todo el terreno, según consta en el documento de compraventa al que accedimos. The New York Times publicó que el costo total de la construcción del hotel llega a 120 millones de dólares, pero el socio local, por cláusulas contractuales y reglamentarias, dice no poder confirmar esa información.
La organización Trump llevará adelante la operación del hotel, como en Panamá. La empresa explicó que no hubo aporte financiero de Trump en su construcción. Según LSH, Trump tiene una rendición de cuentas relacionada con el contrato, ya que se trata de una franquicia. Lafem, constructora del Hotel, se limitó a informar que se utilizaron 5.200 metros cúbicos de concreto, 551 toneladas de acero y se movieron cerca de 14 mil metros cúbicos de tierra. La última semana de junio le preguntamos a un obrero que trabajaba en el deck del hotel sobre los propietarios. “En planta baja dicen que es aquel señor de los Estados Unidos… ¿Clinton?”, contestó con su taladro en la mano. Parecía el lugar ideal para contemplar la rambla carioca.
El hotel competirá con otros dos hoteles de lujo, el Copacabana Palace y el Fasano de Ipanema. A ese público ofrece cabañas vip privadas en los decks o pisos revestidos de mármol importados de Turquía y promete una pileta de vidrio instalada arriba de un night club con capacidad para 600 personas. David Rockwell estuvo a cargo del diseño de interiores y el Witkin-Hults Design Group de la parte externa.
La proximidad entre los políticos y empresarios brasileños con la familia Trump se intensificó con la elección de Río para los Juegos Olímpicos. Los intentos de traer la marca Trump al país empezaron varios años atrás. En 2011, el ex gobernador de Río Sergio Cabral viajó a Nueva York a almorzar con Donald e Ivanka. “Eike Batista (un empresario brasileño que figuraba en la lista de multimillonarios de la revista Forbes) dice que a Trump le gusta solamente colocar su marca y,  aun así, eso es muy bueno”, narró Cabral. Un año después, el intendente de Río, Eduardo Paes, apretaba la mano de Donald Trump Jr., vicepresidente de Trump Organization, al anunciar juntos en conferencia de prensa, la construcción de las Trump Towers. “Brasil está surgiendo en el mercado internacional y ahora entra en el mercado de alto lujo”, profetizó Trump Jr. La debacle económica brasileña no había comenzado: 2016 tendrá la mayor recesión en 115 años.

Gerenciadores. En 2010, la Intendencia de Río de Janeiro creó un paquete de beneficios fiscales para el sector hotelero. El Trump Hotel intentó gozar de esos beneficios. Su pedido de exención fue negado por el órgano municipal bajo el argumento de que “no detentaba escritura pública de compraventa al momento de la formulación del pedido”. Los abogados de LSH Barra –los desarrolladores del hotel– argumentaron que la negativa actuaba “a contramano de los intereses del propio municipio”. “No suena razonable que el órgano de hacienda municipal se ate a formalismos exagerados”, señalaron en la presentación a la que accedimos. La Justicia de Río falló en favor del municipio. Aun así, el emprendimiento conquistó beneficios fiscales previstos en la legislación federal. Según un documento de la Receita Federal de junio de 2015, LHS goza de la exención prevista en la Ley 12.780/2013, como prestadores de servicios de RIO 2016.
Para el gerenciamiento de la obra, la LSH Barra contrató a Arquitectos do Rio, de Sérgio Dias, ex secretario de Urbanismo del municipio en la primera gestión del intendente Paes (2009-2012). En tiempos de su Secretaría, Dias fue uno de los responsables del desarrollo del Porto Maravilha, la revitalización de más de 5 millones de metros cuadrados, la mayor alianza público-privada (PPP por sus siglas en portugués) del país con ejecución de obras y prestación de servicios estimados en 3,8 billones de dólares, distribuidos en 15 años. Además del Trump Hotel, la empresa de arquitectura de Dias trabajó regularmente para la Odebrecht, la mayor empresa de ingeniería y construcción de América Latina, que está en el centro de la Operação Lava Jato, una investigación sobre corrupción y lavado de dinero sobre los desvíos de Petrobras que afectó a la cúpula del Partido de los Trabajadores (el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva acaba de ser procesado por supuestamente obstruir la investigación judicial de ese caso) y a otros partidos.
En 2012, la Trump Organization anunció que construiría cinco torres en la criatura de su consultor Dias: Porto Maravilha. La MRP Internacional, de Bulgaria, y la Even Constructora e Incorporada, de San Pablo (que aportó 25 mil dólares en la última campaña del intendente Paes, según un documento del Tribunal Superior Electoral), se asociaron para el emprendimiento por medio de la empresa Landmark Properties Participações Ltda. Además, el negocio cuenta con participación de la Caja de Fondos de Inversión Inmobiliaria Porto Maravilha. Los cinco rascacielos, que aún esperan la autorización de la obra, buscan alquilar las oficinas a grandes empresas brasileñas y multinacionales y ofrecer las torres en venta a inversores de largo plazo. Para este artículo se solicitó, vía Ley de Acceso a la Información, los detalles del acuerdo de participación de la Caja en la inversión Trump Towers Rio, pero fue negado en observancia a la previsión del “sigilo fiscal, bancario, de operaciones y servicios en el mercado de capitales, comerciales, profesionales, industriales y el secreto de justicia”.
En el caso de Trump Towers, la firma del candidato republicano recibe un pago inicial y cobra porcentajes por las ventas de las oficinas. Stefan Ivanov, de la MRV y CEO de las Trump Towers Rio, informó que “en función al proceso electoral de los Estados Unidos”, prefiere no dar entrevistas.
La firma británica Salamanca Group, cogestora e inversora de las Trump Towers Rio, especializada en gestión de riesgos e inversiones, con activos de 2,5 billones de dólares en el mundo, figura en los Panamá Papers con la radicación de una sociedad en las Islas Vírgenes, Taylor Estate LTD, a pedido de Nicole Mieville, Senior Trust Manager del Grupo Salamanca. Martin Bellamy, presidente del Grupo Salamanca, afirmó que hace cinco años el grupo identificó a Brasil como un mercado-llave para el grupo: “Invertimos más de US$ 100 millones en el sector logístico en 2013. Creemos firmemente en Río de Janeiro, en especial en el mercado de oficinas”.
Presentado como el “mayor desenvolvimiento urbano de oficinas de los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China)”, las Trump Towers Rio estarán localizadas en la calle Francisco Bicalho, que por siete años sirvió de espacio habitacional para setenta familias removidas por el poder público para dar lugar al emprendimiento de Trump. El inmueble estuvo abandonado por veinte años por la Companhia Docas do Rio de Janeiro y, según los habitantes de la zona, no cumplía ninguna función social.
María Ivanilda de Morais, de 45 años, cuenta que vivió en Las Guerreras entre 2006 y 2012 y que el lugar era organizado, tenía huerta comunitaria y la colectividad poseía la fuerza para superar los problemas no mitigados por el poder público. “Crié a tres hijos allí de donde nos removieron”, dice. Nilde es cuidadora de ancianos y desde la remoción vive no muy lejos de ahí con un alquiler social de 215 dólares por mes, mientras aguarda la vivienda definitiva prometida por la Intendencia. Debería mudarse antes de la inauguración de las Torres Trump. Ambas fechas son inciertas.


Los talones de Donald

Donald Trump aparece mencionado 3.540 veces en los Panamá Papers, pero sólo una parte pequeña corresponde a sus 32 empresas  offshore, ya que vendió la marca a un número considerable de inversores. El documento más curioso de Trump es su ficha de reclutamiento. Ahí figuran, entre otros datos, su dirección, el color de su pelo y una característica física para identificarlo: marca de nacimiento en ambos talones.
En el medio de la campaña electoral, cuando la prensa norteamericana publica una cantidad extraordinaria de historias sobre su vida,  esta semana su anatomía, y en particular sus talones, han sido uno de los temas.  En la primavera de 1968 pudo ser enviado a la guerra de Vietnam, pero recibió un diagnóstico que lo salvaría de ser un novel recluta: osteofitos en los talones. En julio pasado dijo que los “espolones” (calcificaciones en los huesos del talón) en los pies fueron temporarios y que no le dejaron secuelas. Consultado sobre el médico, dijo que no recordaba el nombre, pero le entregó una carta: “Era una carta determinante sobre mis talones”. Esa carta en una ocasión –y su condición de estudiante universitario– lo salvó de Vietnam.



*Desde Panamá.

(La investigación de este texto estuvo a cargo de Ariel Riera, periodista de Chequeado en Buenos Aires (Argentina), y Thiago Domenici, periodista de Agencia Pública en Río de Janeiro (Brasil). Además, contó con la colaboración de Sandra Crucianelli para acceder a la base de los Panama Papers.)