ELOBSERVADOR
fragmento de pacientes del estado

El que espera, pero no puede desesperar

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“La sanción punitiva a través de la imposición de la espera”, escribe Barry Schwartz (Queuing and waiting: studies in the social organization of access and delay, University of Chicago Press, 1975, p. 38), “se cumple de formas más extremas cuando no sólo se hace esperar a una persona, sino cuando esa persona no sabe cuánto tiempo va a tener que esperar”. Los residentes legales que hacen cola en la puerta del edificio del Renaper para obtener su DNI no sólo tienen que esperar largas horas para poder empezar el trámite, sino que además –y en función de mi argumento en este libro esto es más relevante aún– nunca saben cuánto tiempo tendrán que esperar ni cuál es exactamente la documentación que necesitan para poder tramitar el DNI. Al “no saber” se le suma la arbitrariedad extrema de un trámite que cambia todo el tiempo y la ausencia absoluta de un “tiempo de espera” previsible. Un breve extracto de una nota que tomamos en agosto de 2008, cuando comenzábamos nuestro trabajo de campo, sintetiza la imprevisibilidad de la espera en el Renaper. “Hay una cola de doscientas personas en la puerta del Renaper. Esperan aproximadamente desde las ocho de la mañana. A las dos de la tarde, los guardias informan que las puertas se abrirán a las seis de la tarde. A las 4.10, y sin previo aviso, se abren las puertas para atender a todos los que estaban esperando. Les pregunto a los guardias qué pasa y me dicen que “hoy es una excepción porque afuera hace mucho frío”. Tras cuatro meses de observación comprendimos que lo que en su momento vimos como un gesto de amabilidad por parte de los funcionarios, es en realidad un rasgo definitorio del proceso de obtención del DNI. En contradicción con lo que los guardias nos dijeron, el Renaper es siempre “excepcional”, es decir, tal la definición en el diccionario de la lengua española de la RAE, “que constituye excepción de la regla común, que se aparta de lo ordinario”. Durante el transcurso de los muchos días y noches que pasamos en la puerta del Renaper, todo el tiempo observamos lo que recurriendo a un oxímoron denominamos excepciones regulares. (...)
El sentimiento generalizado de “no saber qué esperar” que detectamos durante nuestro trabajo de campo con residentes legales que necesitan desesperadamente su DNI debe entenderse en tanto resultado del único elemento previsible en la espera: la ausencia total de cualquier tipo de rutina. El Renaper revela cómo la arbitrariedad alimenta la incertidumbre que prevalece entre esas personas que porque no cuentan con los contactos necesarios tienen que esperar que la burocracia estatal los atienda. Los funcionarios cambian todo el tiempo la modalidad de la espera, y tratan a estos desamparados pacientes del Estado, tal como era tratado Josef K., con “una extraña desidia o indiferencia” (The Trial, Franz Kafka, Schocken Books, NY, 1998, p. 39); ellos nunca saben cuándo y cómo va a finalizar la espera. Si obligar a otros a esperar es parte integral de la implementación del poder (Acts of Resistance, New Press, NY, Bourdieu, 1999), entonces la imprevisible dinámica de la espera en la puerta del Renaper revela una forma particularmente insidiosa, aunque en apariencia banal, de este ejercicio del poder.