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No fue magia

Emergencia energética: primer paso de una agenda crítica

Especialistas analizan la pésima situación que vive un sector que pasó del autoabastecimiento a la necesidad. El camino de la eliminación de los subsidios, la búsqueda de inversiones millonarias y la esperanza del litio.

Protestas. Aranguren enumeró las razones de la difícil coyuntura: la ausencia de renegociación de los suministros de abastecimiento de electricidad, los bajos niveles de reserva y la antigüedad del pa
| Cedoc Perfil

Con el inicio del verano, la crisis energética del país reaparece una vez más. Año tras año, vuelven los cortes de luz y el malestar de los vecinos por la falta de soluciones.

El precio irrisorio que se paga por el servicio de gas provoca un consumo indiscriminado al que la producción no llega a satisfacer. Los subsidios no alientan las inversiones y por lo tanto la crisis energética se perpetúa. Durante el gobierno de Cristina Fernández se descubrió la tercera reserva mundial de gas y la cuarta de petróleo no convencional en Vaca Muerta. Este hallazgo propició la expropiación de YPF en 2012 y la firma del contrato con Chevron. Con el cambio de gobierno un gran interrogante aparece: ¿Qué herencia en materia energética nos deja el kirchnerismo?

El martes, el ministro de Energía, Juan José Aranguren reconoció la precaria situación del sistema energético. Anunció que se elevaría un decreto para declarar la Emergencia hasta el 31 de diciembre de 2017, plazo en que se tomarán las medidas correctivas y el uso racional de la energía. Y aclaró que aún no hay una decisión tomada sobre la quita de subsidios.

Entre las causas que determinaron la emergencia, Aranguren destacó: la ausencia de renegociación de los suministros de abastecimiento de la energía eléctrica, los bajos niveles de reserva, que  no superan el 5% y la antigüedad del parque técnico de Capital.

En terapia. “Creo que el kirchnerismo deja un paciente energético en terapia con pronóstico reservado. El sector se descapitalizó y perdió muchas reservas que no fueron repuestas, fundamentalmente de gas. En materia eléctrica, siempre siguió la demanda, pero no llegaron a reponer las reservas del sistema. Tenemos un sector energético que de exportador pasó a ser importador, perdió el autoabastecimiento y hoy es un problema para la economía”, reflexiona Daniel Montamat, ex secretario de Energía, nombrado ahora en el directorio de YPF, que presidió en el pasado.

Emilio Apud, otro ex secretario de Energía y asesor del PRO,  que también será director de YPF, destaca que los servicios públicos de electricidad y gas se volvieron deficientes en calidad, confiabilidad y cantidad. Dice que se registró una caída ininterrumpida de la producción de petróleo y gas desde 2003.

Y agrega: “Se terminó la central Atucha II a un costo que quintuplicó el presupuesto original de 900 millones de dólares. Y se construyó una central térmica en Río Turbio recurriendo a alta tecnología para cumplir con los parámetros de emisión de la combustión de carbón, pagando el doble de lo que cuesta una central similar a gas natural”.

“En 2012, dice Apud, Cristina Kirchner confiscó las acciones de YPF del peor modo y tomó por asalto la sede central de la empresa, generando un rechazo y desconfianza a nivel mundial que aún perdura. Prueba de ello fue la aceleración en la caída de las inversiones y las obligadas concesiones que tuvo que hacer el Gobierno, en secreto, a las pocas empresas para que se animaran a invertir. Hubo que concederles garantías que contradecían al relato de la recuperación de la soberanía que dio sustento ideológico a la ley de estatización del 51% de las acciones de Repsol y a su decreto reglamentario, que incorporaba un intervencionismo asfixiante en el sector".

Para María Eugenia Esten-ssoro, ex legisladora e hija de un ex presidente de YPF, esa estatización fue parte del “relato” kirchnerista, ya que el gobierno de Cristina Fernández disfrazó de cruzada por la soberanía energética lo que en realidad es la mayor defraudación petrolera de la historia argentina.

“Cristóbal López ha sido el gran aliado y beneficiado de la política energética kirchnerista. Es el segundo petrolero más importante y controla un medio de comunicación”, sostiene.

Apud recuerda que, en su momento, “recomendé a los legisladores de PRO no votar el proyecto de ley expropiatorio, por razones legales,  formales y económicas. De haber hecho las cosas racionalmente, se habrían ahorrado los US$ 6 mil millones que se le pagó a Repsol y hubiesen venido muchas empresas a desarrollar Vaca Muerta”.

De todos modos, advierte, hoy “no sería conveniente dar marcha atrás y volver a colocar en el sector privado esas acciones. Aumentaría nuestro desprestigio internacional y tendría un costo político elevado para el Presidente”.

Ricos y pobres. En relación a los subsidios, Montamat cree que han beneficiado más a los ricos que a los pobres.

Agrega: “El subsidio es una mentira institucionalizada en esta década que se financia con los impuestos. Si los mismos no alcanzan para subsidiar, los financiamos con los salarios vía inflación”.

Sobre ese tema, el periodista Alejandro Bianchi, autor de Argentina saudita, un libro que analiza en profundidad el sistema energético del país, dice que el nuevo gobierno tiene que hacer un cambio de cultura y debe explicar por qué deben  aumentar las tarifas. “Hay que explicarle a la gente que lo barato no existe en energía”, afirma.

En su libro, Bianchi describe el ambiente social que rodea al petróleo: prostitución, casinos y negocios millonarios para los amigos del poder. Y cuenta cómo se coacciona contra los pobladores y las amenazas al medioambiente de la mano del fracking. Y advierte que la caída inédita del precio del barril podría llevar al país a la bancarrota.

Futuro. Al pensar en las medidas que deberían aplicarse de ahora en más, Montamat sugiere: “El gobierno de Mauricio Macri debe encauzar el tema energético en una política a largo plazo. Tiene que recapitalizar el sector. A YPF no debemos transformarla en Aerolíneas Argentinas. De lo contrario, vamos a tener bajo presupuesto exploratorio, vamos a dejar de reponer reservas y vamos a importar más gas y más petróleo”.
En la misma línea, al pensar en las relaciones internacionales en materia energética, Apud cree que el nuevo gobierno tiene que retomar las relaciones con los socios tradicionales.

“El kirchnerismo, afirma, nos ha aislado prácticamente de Occidente. Hoy nuestra relación internacional se limita a China y Rusia, quienes mediante acuerdos entre gobiernos y a menos de un año de terminar el actual mandato presidencial, han logrado intervenir en la generación nucleoeléctrica e hidroeléctrica sin licitaciones”.

Litio. Bolivia, Chile y Argentina concentran el 80% de las reservas probadas de litio, el cual es muy importante porque podría impulsar una “transición” hacia un sistema energético renovado. Sería una solución al agotamiento de la energía fósil. Geopolítica del litio. Industria, ciencia y energía, el libro coordinado por el historiador Bruno Fornillo, aborda la “cuestión litio” desde una mirada integral.

“El litio permite ver un modelo de desarrollo alternativo, vinculado a una transición energética, a una democratización del sistema y a un modelo de desarrollo que le preste especial atención a la incorporación de valor científico tecnológico. Las baterías de litio son un componente central en una real transición energética, que supondría una revolución”, dice Fornillo.

El coordinador del libro, que puede descargarse gratuitamente en el sitio web del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales,  explica: “cuando se agoten los combustibles fósiles, se va a tener que desarrollar más energía eléctrica que tendrá que almacenarse en baterías de litio. Deberíamos establecer más contacto con Brasil, que es un mercado grande con recursos”.

Fornillo, profesor de la Universidad de Buenos Aires, agrega que el Gobierno deja una herencia establecida en relación al litio: un emplazamiento estructural y potencial para poder acceder a la producción de baterías.