ELOBSERVADOR
Sesiones de espiritismo

En busca del fantasma de Fidel

Un periodista cubano consulta a las principales espiritistas de Jaimanitas, el barrio habanero en el que vivía el Comandante y en el que su espíritu, le aseguraron, sigue presente en todos lados.

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Postales. Una imagen extraña de Castro, debida a la precaria televisión, y el barrio donde tenía su casa el padre de la Revolución. | AP
Ya Fidel es cenizas, custodiadas para la historia como reliquias, igual que las momias de los faraones. Y el mundo que dejó atrás continúa su curso. Durante sus exequias, un universo espiritual se levantó sobre la atmósfera en Cuba y señales de todo tipo han aparecido.
Por estos días de duelo y de luto entrevisté a varias espiritistas de Jaimanitas, para conocer sus experiencias en relación con la muerte de Fidel y el entorno psíquico que lo ha acompañado, pero se mostraron circunspectas y temían conversar con un periodista sobre el tema, tan delicado y además siempre tabú.
Para quebrar su muro de silencio, les conté un par de trances paranormales que vivimos mi amiga periodista Tania Díaz Castro y yo, cada uno en su vivienda, exactamente a las 10 y media de la noche del viernes 25 de noviembre, hora de la muerte del Comandante en Jefe. A esa hora, Tania sintió que le abrieron la verja del patio de su casa. Se levantó de un salto a pesar de su edad, linterna en mano. En mi caso, la aparición fue con daño, porque el interruptor se accionó de repente, se fundió la lamparita y todo quedó a oscuras. Cuando les conté de estas señales a las espiritistas, enseguida se soltaron a hablar y me contaron sus experiencias de lo ocurrido a esa hora.

La reina. Una espiritista famosa de Jaimanitas es Carmen. Reside en la calle Primera y la llaman “La reina del Tarot”. Dicen en el pueblo que ha podido adivinar en sus sesiones de espiritismo la fecha exacta del viaje al extranjero de un cliente, que en el momento de la consulta jamás soñaba con viajar. También ha unido matrimonios separados que parecían irreconciliables y ha devuelto la cordura a varios locos de remate. Ella cuenta: “Esto que te voy a revelar lo sabe muy poca gente. Fidel vivía despreocupado de la muerte, porque de niño, un negro haitiano de Birán le había dado una libretica, donde había anotado el día, el mes, el año y la hora exacta de su muerte. El último mes, noviembre, debe haber sido el más terrible de su vida. Yo vi en mis vasos cómo se le acababa la última semana, el último día, la última hora. Parecerá una ventaja, pero creo que el peor tormento que puede sentir un ser humano es conocer de antemano la fecha de su partida para el otro mundo”.
Le pegunto a Carmen si comparte la opinión de las otras espiritistas, cuando alegan que Fidel ahora es un espíritu y me dice que sí.
“¡Claro que sí!, repite. ¿No has oído el refrán ‘bicho malo nunca muere’? Fidel está no sólo en Punto Cero, está también en Bauta, en Cojimar, en Santiago de Cuba, en todas partes… aquí… ahora mismo está aquí… escuchándonos… ¿No lo sientes? Mira el agua de las copas cómo se mueve”.

Lo que queda. En la filosofía del budismo zen hay una conceptuación de lo que queda después de la muerte. Si el fallecido había acumulado muchos méritos en vida, entonces esta desintegración demoraba mucho más que la de un simple mortal. Se ponía de ejemplo el espíritu de Buda y Confucio, que aún viven en lo etéreo.
A una conclusión similar llegaron los científicos de Estados Unidos y la URSS en aquellos estudios realizados en la década de los ochenta del pasado siglo y los experimentos con el más allá. En las revistas Sputnik de esos años, tan leídas por los cubanos, publicaron varios artículos sobre el espiritismo, con fotografías del laboratorio donde se desarrollaban las investigaciones, varios científicos con semblantes trasnochados y una rusa, de rostro enigmático y ojos de gato, que era la base material de estudio y describía y explicaba el mundo paranormal.
Olga, la decana de las espiritistas de Jaimanitas, tiene su cuarto forrado de blanco y una bóveda de vasos y copas llenos de agua, una cruz, un collar y encima una foto de tamaño gigante del Comandante en Jefe. Su consulta es muy visitada, incluso por gente del gobierno.
 “Uno de los fotógrafos personales de Fidel es ahijado mío, desde niño –me dice–. A Fidel lo quise mucho y lo quiero porque no está muerto. Es un espíritu ahora y sigue ahí, en Punto Cero. ¿No lo percibes…? Está a sólo unas cuadras de aquí… Lo avistaba todo el tiempo cuando estaba vivo… ahora yo lo percibo más…
Otra espiritista de renombre en Jaimanitas es Zoila, apodada por la gente “la Maga”. Cuenta que ha curado con las manos casos de tumores y alergias y puede quitar un empacho de una pasada. Dice que ese día, el de la muerte de Fidel, en todos los vasos de su bóveda se reflejó su cara en agonía. Y de noche fue aquel cielo negro y rojo con tonalidades púrpuras, que todos en Jaimanitas vimos. Un cielo que según José, un pintor de Jaimanitas amigo de ella, es el mismo que aparece en una obra sobre la llegada de la muerte, de Miguel Angel.n

*Desde La Habana.