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Historias y testimonios sobre Francisco, el Papa de los villeros

En la Villa 21-24 de Barracas recibieron con alegría la elección del Pontífice, el que los asistía cuando era el padre Jorge.

Recuerdos. El  actual papa Francisco en sus múltiples visitas a la Villa 21-24. En el bautismo de la hija de Darío. Angela con su hermana y el padre de Angela.
| Cedoc

Mientras en el Vaticano se trabaja a contrarreloj para organizar la asunción del nuevo Papa, en la Villa 21-24 de Barracas los vecinos se acercan alegres y orgullosos a la capilla Virgen de los Milagros de Caacupé con las fotos que tienen con Jorge Mario Bergoglio en sus tantas visitas a el barrio. Lejos de llamarlo Francisco, como el mundo entero empieza a nombrarlo, prefieren referirse a él como "el padre", "el amigo" y hasta "el chabón".

Desde el miércoles, día en que se conoció la noticia de que el Papa era argentino y que desde 1997 recorría los pasillos de la 21, y cada 8 de diciembre celebraba misa en honor a la Virgen, esta villa recibe a extranjeros que recorren la capilla Caacupé, le sacan fotos, graban a los sacerdotes y lugareños buscando conocer más sobre este papa villero.

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Juan Isasmendi (sacerdote de la parroquia). Acá el 70% de las familias debe tener una foto de Bergoglio en la casa. Nosotros tenemos una canción que se llama El Cristo de los villeros que cuenta la historia de Cristo en la carne del villero. Mucha gente que estos días estuvo viniendo a la capilla me abraza y me dice “tenemos un papa villero”. La gente sencilla lo consagró así. Es un hombre que auténtica y profundamente vive una religiosidad de corazón. Supo captar la religiosidad del pueblo de Dios más sencillo y orientó el trabajo de la Iglesia hacia esa religiosidad popular, cuidándola y acrecentándola. Igual que como el jueves celebraba la misa en Italia, con esa misma sencillez la celebraba acá. Se notaba en él esa sabiduría del corazón que tenía en el pastoreo cotidiano del pueblo de Dios.
Bergoglio significa mucho para la gente más sencilla. Bergoglio es un instrumento de Dios. Pensar que vino a comer asados con el grupo de hombres, predicó en el retiro de las misioneras y de los jóvenes. También fundó el Hogar de Cristo de recuperación para la droga. Un chico del hogar me decía “el Papa me lavó los pies”. ¡Qué nivel de hondura humana significa eso para nosotros. Nosotros lo sentíamos muy cerca; su cercanía era muy real!
De los cuatro curas que estamos en la capilla, a tres nos ordenó sacerdote. En lo personal, he tenido muchos encuentros con él y me ha acompañado con cariño y autoridad. Sabe ser padre. Es lo que más le rescato, siempre te guía hacia Dios. No negocia con nada. Quiere que caminemos hacia Dios y que sirvamos a la gente.
Le agradezco a Dios haber compartido con él todos estos años como arzobispo y le pido a Dios que pueda seguir el camino que lo vi seguir acá y que él me enseñó para continuar el sacerdocio. Estoy convencido de que en ese camino espiritual que Dios le marcó en su vida puede cambiar y renovar la Iglesia, en lo que necesita ser renovada, y cuidarla en los aspectos que anda bien. Desde la oración lo acompañamos mucho.

Angela Rosa Espíndola Sánchez (vecina de la villa). Soy paraguaya y vivo en Buenos Aires hace casi veinte años. Participo en el coro de la capilla desde que trajeron a la Virgen de Nuestra Señora de Caacupé, unos catorce años. Fue una idea del padre Pepe (José María Di Paola) y también una forma de que Bergoglio se acerque más a nosotros. Yo nunca pensé que iba a ser papa, la cabeza de la Iglesia. El siempre fue una persona humilde. Nunca te iba a decir una palabra que te tire abajo, siempre te daba ánimo.
Cuando hacíamos las fiestas él era nuestro invitado, pero no venía como tal. Nuestro amigo, monseñor Bergoglio, venía acá y compartía la mesa con nosotros. Llegaba y nos saludaba a todos por igual. Era muy caritativo. El siempre estaba presente. Siempre se hacía un huequito para estar con nosotros.
En la capilla de Caacupé contamos con un grupo de jóvenes muy grande, y si no fuera de la mano de los párrocos que están acá, de la diócesis y de Bergoglio, capaz que no sería tan fuerte. El apoyaba a los jóvenes y decía que nosotros somos los que construimos la Iglesia porque somos los que vamos a durar más.
El miércoles, día que se anunció la designación de Bergoglio, fue muy emocionante. Todos estábamos muy contentos y gritábamos “Bergoglio es papa, Bergoglio es papa” y nos abrazábamos. Yo venía del jardín con mis hijos y me enteré por mensaje de texto. Me agarró piel de gallina. Tuve emociones encontradas que no sabía cómo expresarlas. Estamos contentos y orgullos. También algo melancólicos porque no sabemos cuándo lo vamos a ver en Argentina.
Mi deseo es que tenga salud y fortaleza para resolver los problemas que van surgiendo. Que este nuevo papa nos haga más buenos en la fe y en la solidaridad con el prójimo.

Alicia Hilda (vecina). Era un pan de Dios. Pasaba por casa, me tocaba la cabeza y me daba su bendición. El miércoles lloré tanto. Cuando lo vi en la televisión le dije “echame la bendición de dónde estás que quiero sanar, diosito te va a escuchar”, y lloraba.
Deseo que nunca se enferme, que ande bien y que rece por todos nosotros.

Darío (coordinador del grupo de matrimonio y además enseña catecismo a chicos y adultos). Conozco a Bergoglio desde que viene a la villa, unos 15 años. Yo estoy muy orgulloso porque él bautizó a mi hija. Veníamos de la caminata del día de la Virgen y Pepe (padre Di Paola) me dice: “¿Y si le bautizamos el 8 de diciembre, así le bautiza el obispo de Buenos Aires y yo soy el padrino de bautismo?”, y así se hizo, era la única nena.
Bergoglio es un chabón que tiene carisma y es sencillo, al que le gusta ser humilde y trabaja con los humildes. Es más, una vez se bajaba del colectivo 70, vestido de negro y con su portafolio. El padre Pepe me preguntó si le quería llevar el portafolio a Bergoglio y él no me le permitió.
El miércoles estábamos todos metidos en la Caacupé para ver quién era el papa, y cuando anunciaron que era Bergoglio nos apretamos la cabeza y ya, fue el grito al cielo. Esto fue un desborde total de vecinos. Lo sentimos muy nuestro y creo que todas las villas sienten lo mismo que la 21.
Le pido a Dios que le ilumine más porque es un hombre santo ya y la humildad que tiene lo engrandece más. Si a los 76 años no cambió, menos va a cambiar ahora.

Raúl Penayo. De Bergoglio resalto la simpleza y sencillez para acercarse al otro desde una igualdad. Destaco la habilidad que tiene de tomar distancia del poder y mostrar esa grandeza de la profundidad humana en lo espiritual. Lo conozco de los encuentros juveniles y recuerdo que cuando falleció Juan Pablo, él estaba en el centro juvenil de la parroquia. Es un pastor que acompañaba el trabajo de los pobres y todos los 8 de diciembre venía a dar misa y los sacramentos de adultos. Bergoglio es alguien cercano a nosotros que siempre nos acompañó y deseo que el Espíritu Santo lo pueda guiar.