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“Hoy el ‘soy musulmán’ reemplaza al ‘soy obrero’”

El politólogo francés, especialista en Medio Oriente, reflexiona sobre el presente y el futuro de una región atravesada por una difícil convivencia entre religión, nacionalismo e identidad. Invitado por la embajada francesa, Gilles Kepel llegó a Buenos A

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Yemen y Siria. Escenario de combates múltiples, entre otros entre milicias apoyadas por Irán y Arabia Saudita. Una nueva guerra sería catastrófica para Europa. | Cedoc.

Invitado por la embajada francesa, Gilles Kepel llegó a Buenos Aires para desarrollar un intenso programa de actividades. Entrevistado por PERFIL, comenzó con una reflexión sobre una palabra controvertida que reina en Medio Oriente: terrorismo.

El término “terrorismo” ha sido utilizado para estigmatizar al adversario: para los nazis, durante la ocupación de Francia, la resistencia francesa era terrorista; durante la Guerra de Argelia, los combatientes argelinos eran terroristas para el ejército francés. Por ello, prefiero hablar de “yihadismo”. Los yihadistas buscan versículos del Corán para justificar el uso del terror en la lucha contra los infieles, o contra los musulmanes apóstatas. Se trata de una racionalidad religiosa, doctrinaria e ideológica, basada en una interpretación y una lectura literal del Corán, o de algunos de sus pasajes (no juzgo si esta interpretación es justa o falsa). Hay quien considera que la dimensión religiosa es sólo un pretexto y que la violencia se justifica por la marginalidad social, la colonización israelí, etc. Pero estos son más bien factores que favorecen la acción terrorista, la que recibe finalmente una fundamentación religiosa.

Tres etapas. En su libro El terror entre nosotros, Kepel habla de “dialéctica del yihadismo”, que divide en tres momentos: las revueltas de 2005, la estrategia externa y monumental de Al Qaeda del 11-S y, luego, la “incubadora de las prisiones” en Francia que, junto con la emergencia de YouTube, la proliferación de las redes sociales y las decepciones de las Primaveras Arabes, da lugar a lo que Kepel llama “yihadismo de tercera generación”.

—¿Qué surge de esta cronología?

—El primer yihadismo se focaliza en la lucha contra el régimen comunista afgano. La segunda etapa es la fase de Al Qaeda. El ataque a las Torres Gemelas, el 11 de setiembre de 2001, fue construido a partir de la importancia de la televisión satelital, como un espectáculo hollywoodense, según el canon del lenguaje del cine catástrofe.

Luego de la caída de la Unión Soviética, los ataques fueron dirigidos principalmente contra Estados Unidos, “la Bizancio contemporánea”, como la consideró Al Qaeda. La organización esperaba que el 11S fuera una provocación que obligara a Washington a involucrarse en Afganistán para tener allí un nuevo Vietnam. En cuanto a la tercera etapa, se trata también de una tercera fase de las redes de comunicación.

La primera generación fue la del fax: Saad El Fakir, que fue el soporte de Bin Laden en Inglaterra, enviaba faxes desde su máquina de fax en Londres, y no duró demasiado porque British Telecom le cortó la línea por no pagar la factura. Luego vino la segunda fase, la televisión por satélite, y la tercera fase es la de las redes sociales. Es un servicio gratuito donde emisor y destinatario tienen el mismo estatuto. No apuntan a la masa, sino a los militantes y a los potenciales simpatizantes. Así, el modelo es diferente: el 11 de septiembre seguía el modelo de la puesta en escena cinematográfica de las películas de Hollywood.

En las redes sociales, en cambio, el modelo es la pornografía. Y en verdad se muestran escenas de un modo pornográfico: se exhibe el sufrimiento, prisioneros torturados, es un voyeurismo. Las personas miran como si mirasen escenas de violencia sexual. Esto ha agrupado jóvenes alrededor de estas performances de violencia.

Pero en realidad aquí también radica la debilidad de su fuerza. La fuerza de la tercera generación está en su capacidad rizomática de escapar a la policía. La policía no llegaba a interceptar sus redes. La debilidad radica en que se trata de gente muy poco formada, con incapacidad política para actuar en el largo tiempo. Neoliberalismo. Kepel también reflexiona sobre por qué el yihadismo ha encontrado un terreno fértil para expandirse en las sociedades occidentales y neoliberales.

—En relación con la sociedad neoliberal, evidentemente estos fenómenos se inscriben en una lectura de la sociedad en términos identitarios que intenta sustituir una lectura de los conflictos de las sociedades en términos sociales. Creo que, tras la caída del comunismo, a la que contribuyeron, puesto que la yihad en Afganistán dio la estocada final que destruyó el comunismo, podemos ver bien que la división derecha-izquierda en las sociedades occidentales no existe más.

Ya no es más pertinente para traducir sobre el plano político los conflictos sociales. Y es en estos intersticios, entonces, que se emplazan los conflictos identitarios reemplazando los conflictos sociales. “Soy musulmán” reemplaza a “soy obrero”. Y es aquí donde, a mi parecer, radica uno de los puntos fuertes de Emmanuel Macron. Porque Macron es un personaje asombroso que pasa su tiempo leyendo, duerme dos horas por noche, cosa que nos preocupa mucho, no sabemos si podrá sobrevivir si sigue este ritmo.  Pero él entendió muy bien que la división derecha-izquierda ya no es más pertinente.

—¿Cuál es su opinión respecto del estado de excepción que durante los últimos dos años rigió en Francia y viene de ser suspendido, o mejor, transmutado en ley antiterrorista, otorgando competencias al Ministerio del Interior, específicamente a la gendarmería y la policía?

—En lo que respecta a la ley de excepción, efectivamente cuando uno lo observa sobre el plano jurídico puede sentir que las libertades en el plano personal están en peligro. Pero yo no pienso que en el curso de estos dos últimos años los franceses, en conjunto, hayan sufrido censura ni nada de eso. Las medidas de excepción han sido utilizadas mayormente para luchar contra el terrorismo yihadista.

Puedo comprender que se piense que este pasaje de medidas represivas normalmente confiadas a los jueces pueda inquietar, pero el problema es que nuestra máquina judicial es el elemento más débil en esta lucha contra el yihadismo. Ante todo, porque es en las prisiones donde todo esto se incuba. Y es allí donde el funcionamiento de la Justicia sigue teniendo muchos problemas para ser eficaz. Tenemos una falla en el sistema judicial porque todavía no comprendió el tipo de desafío al que se confronta. Y personalmente, aun si uno puede considerar que hay un riesgo en que la administración tome medidas en lugar de la Justicia, yo no estoy muy inquieto respecto de ello, probablemente porque llevo un año y medio bajo protección policial. Y de alguna manera entendí en mi propia existencia qué significaban las leyes de excepción. Y si puedo seguir trabajando es porque el Estado y la policía me protegen.

—En estos días asistimos a nuevas tensiones en Medio Oriente, ¿cuáles son los riesgos?

—Justamente por ello, la semana pasada Macron hizo una escala en Ryad, de retorno de los Emiratos, para intentar bajar la tensión entre Arabia Saudita e Irán, porque si hoy estalla una nueva guerra en Medio Oriente, Europa estará afectada de inmediato.

—¿Cuál será el rol de Francia y de la Unión Europea en este escenario? ¿Francia aspira a ser la nueva mediadora en Medio Oriente?

—Sí, porque es una cuestión de supervivencia para Europa. Debe definirse en este medio extremadamente peligroso e inmediato. Para ir a Siria basta alquilar un motor home, ni siquiera es necesario tomar un vuelo internacional. La idea de Macron es redinamizar Europa hacia estos fines, porque Alemania cambió completamente, antes era un país que contaba con el paraguas norteamericano. Alemania no tiene armada, es una de las razones de su prosperidad.

La otra es que está poblada de alemanes que trabajan y no se toman vacaciones, contrariamente a los franceses, aunque se vistan mal –ironiza–, pero ahora, justamente, Alemania está obligada a pensarse nuevamente en una lógica mucho más europea. Este proceso todavía no ha sido efectuado, y ciertamente Alemania forma parte de los países donde ha habido una gran crisis, con una extrema derecha en alza, similar a los casos de los países de Europa del Este.

Pero el desafío de reestructurar y reconstruir Europa es muy importante para nosotros. Nos hemos quitado de encima a los ingleses, cosa que es muy buena porque ellos nunca jugaron realmente el juego europeo, siempre destruyeron el funcionamiento del sistema. Entonces, si se van, que se vayan, ya no están más en la escena de integración.

Hay que reconstruir un motor franco-alemán muy fuerte, hubiese sido mejor que Merkel se encontrara en una posición de verdadero poder, pero esta es la democracia, y es uno de los grandes desafíos de la hora actual: nadie está seguro de ganar.


“Los argentinos también pueden ser asesinados por la yihad”

Hace pocos días, los argentinos nos vimos particularmente afectados por un ataque terrorista que se inscribe dentro de la tercera etapa yihadista de la que habla Kepel, con el asesinato de los rosarinos en Manhattan.

También nos hemos anoticiado de la amenaza sobre Messi. ¿Estaríamos entrando en una cuarta etapa en donde los blancos sean personalidades notorias de distintos ámbitos?

—¿Cómo ve usted esta periferia donde, de algún modo, nos seguimos situando en la Argentina respecto de este fenómeno global y que sin embargo nos toca?

—Acerca de América Latina, debo decir que cuando estaba viniendo para aquí me dijeron: “Lo que usted hace no le interesa a nadie, porque América Latina queda demasiado lejos”. Pero si tenemos en cuenta que cuando Estado Islámico borra la frontera entre Siria e Irak mostrando que se trataba de fronteras coloniales, y que en su lugar propone crear un Estado islámico califato, quien hace esta declaración es un chileno de origen palestino elegido a propósito para mostrar que su alcance era global. Los cinco rosarinos muertos en Manhattan es la cifra que indica, justamente, que también los argentinos pueden ser asesinados, y lo que usted subraya no sé si es tanto una cuarta etapa como la descomposición del yihadismo de tercera generación, puesto que hoy, habiendo caído Estado Islámico, ya no puede seguir garantizando su coordinación. Y en consecuencia, acciones focalizadas como los ataques al Bataclan ya no cuentan con intelectuales o ideólogos capaces de coordinarlos. Y en el fondo, estos atentados, mal planifica dos, creados por pequeños grupos locales, por individuos, se han nutrido de literatura yihadista para pasar a la acción, pero no tienen eficacia política.

Al contrario, van desacreditando cada vez más la ideología yihadista, puesto que no tienen efecto que los sostenga. Entonces, no sé si es una cuarta generación, creo que estamos asistiendo a la descomposición de la tercera. Creo que la falta de coordinación les impide ser políticamente eficaces. Ahora bien, la ideología yihadista sigue presente. La estrategia de Macron es abordar el síntoma, es decir, tratar la yihad, reforzar los servicios de policía, etc. Y al mismo tiempo esforzarse en tratar las causas, es decir el mercado de trabajo, etc. El campo enorme de fractura de las sociedades posindustriales.