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Rol de francisco en el GBA

 Massismo y PRO: una música para camaleones

 Vidal limita el acuerdo con Massa para diluir tensiones con Macri. Intendentes PJ, claves de un nuevo equilibrio con tres ensayos para dar la misma nota: Presupuesto, renovación de autoridades legislativas y vacantes en organismos de control.

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Cerca y lejos. La política del PRO hacia el líder del Frente Renovador está regida por un juego de equilibrios a nivel provincial que no es reflejo de los vínculos nacionales entre ambas fuerzas políticas. | cedoc / Marcelo Aballay
Con la convocatoria por decreto a una mesa de diálogo entre empresarios y trabajadores, Mauricio Macri pudo presentar al Vaticano la adhesión de su gobierno a la cultura del encuentro que promueve Francisco. Para quienes tildan esa medida de efectista, tienen un argumento interesante en las dificultades que María Eugenia Vidal enfrenta para reordenar la alianza parlamentaria con Sergio Massa.
Especialmente porque es endeble la figura de la intuición femenina a la que apelan legisladores de Cambiemos para explicar que el acuerdo sea revisado. Parece más convincente la idea de limitarlos al mínimo por el descontento del Presidente con la fuerte presencia de Massa en la Legislatura y el Ejecutivo bonaerense.            
Ambas versiones coinciden en algo. La ley de Paridad de Género que el Frente Renovador impuso a Cambiemos para votarle la ley de adhesión al blanqueo de capitales marcó un punto de inflexión: la intervención de Marcos Peña en la estrategia para lograr un nuevo equilibrio con la incorporación de intendentes del PJ.

Ocurre cuando la actividad legislativa atraviesa un momento de alta sensibilidad por el debate del Presupuesto 2017 ingresado esta semana, que precisa dos tercios en ambas cámaras, en simultáneo con la renovación de autoridades en la de Diputados por el mismo número. El exceso de optimismo de Fernando Espinoza fue un aporte invalorable a Vidal.
Por el Grupo Fénix que lidera con el jefe comunal de Merlo, Gustavo Menéndez, el ex intendente de La Matanza se comprometió con el jefe del Gabinete a reunir 22 diputados. Liliana Pintos y Alejandro Urdapilleta, representantes de esos distritos, militan en el Grupo Esmeralda que suma 13 del bloque original del Frente para la Victoria. Seis responden a Fernando “Chino” Navarro y 17 reconocen todavía como jefe a José Ottavis. El resto se reparte entre el Frente Renovador (veinte), GEN (cuatro) y Cambiemos (treinta), la alianza original que en combinación con el Esmeralda respalda a la gobernadora.

 Cambiemos precisa 61 votos para hacer efectivo el acuerdo entre Vidal y Massa por el cual Jorge Sarghini y Manuel Mosca intercambian posiciones como autoridades en Diputados antes de lo previsto por el reglamento interno que garantiza al actual Presidente y a su vice dos años en el cargo. Sarghini no desea ser segundo de Mosca y en algunas versiones, hubiese esperado un aval de Vidal para seguir en la  Presidencia. Fue la gobernadora quien le pidió a Massa que la ocupase.
A los Esmeralda los urge equiparar posiciones con Massa, si es que logran hacer de Florencio Randazzo la insignia de la que carecen para las cruciales elecciones del año que viene: un candidato a senador nacional capaz de aglutinar a buena parte de los intendentes PJ y constituirse en etapa superadora del kirchnerismo.   
No es fácil. CFK conserva una aceptación de más de cuarenta puntos en el Primer y Segundo Cordón del Conurbano. El electorado sobre el que el peronismo debe procesar sus diferencias: por eso rechazan competir por fuera del PJ. Pero también es a lo que se atribuye que el ex ministro del Interior haya atenuado críticas a su antigua jefa. Lo mismo que los intendentes que intentan posicionarlo. Ante un eventual fracaso, los aterra tener que elegir entre ella y Massa con quién encolumnarse.

Scioli. Unas PASO donde compitan con Daniel Scioli les otorgaría el escenario ideal para legitimarse. La expresión de ese deseo depende de si Cristina es o no candidata. Una decisión, especulan, que estirará hasta dónde pueda. Es lo que convence a Massa que lo de Randazzo no prosperará. Un fantasma que agita ante Vidal para exigir una transición ordenada en la Legislatura.
     No sólo para poner en duda la capacidad del Grupo Esmeralda de reunir 19 diputados que le permitan suplantar los veinte del Frente Renovador en una nueva alianza legislativa que expresaría desde la vicepresidencia el randazzista Marcelo Feliú, único ausente de la Comisión de juicio político que el año pasado inició ese proceso al fiscal general de San Isidro, Julio Novo, a quien la Suprema Corte bonaerense mantiene suspendido mientras investiga la supuesta cobertura brindada a bandas narco.
También para reclamar participación en el trámite de cobertura de vacantes abiertas en organismos de control. Un espacio donde Cambiemos aguarda anotarse una victoria si entre el 15 y el 30 de este mes finaliza el trámite jubilatorio iniciado el 8 de agosto por la Procuradora General, María del Carmen Falbo, sindicada como una de las protecciones con las que habría contado Novo.

   Pero también en el Tribunal de Cuentas con el fallecimiento de Cecilia Fernández y la larga enfermedad de Héctor Giecco, dos de los vocales que desde 1987 acompañaron la gestión del presidente, León Grinsberg. Y en la Suprema Corte por la jubilación de Juan Carlos Hitters y la segura a fin de este año de Eduardo De Lázzari.
     La tentación de los Esmeralda para ser parte del proceso choca con una dificultad admitida: la de garantizarle en más de una ocasión los dos tercios que también son necesarios para designar reemplazos. A menos que Cambiemos resuelva apelar a los legisladores más fieles a Ottavis, sostén del intendente de Moreno, Walter Festa, con serias dificultades financieras  y de gestión que el gobierno provincial y nacional atienden cada mes.
Massa tendría otro tipo de obstáculos. Sobre todo en el tribunal de Cuentas donde desearía cubrir la vacante de Giecco, encargado de auditar municipios. Aunque se le reconoce no haber incumplido acuerdos, el problema es su condición de competencia electoral. Después de Vidal, es el dirigente mejor valorado por la opinión pública. Un selecto club al que con menor ponderación pertenece Macri, quien esta semana no descartó un posible segundo mandato.

Se suma a eso la relación que el otro auditor de Municipios, Gustavo Fernández, cultiva con Juan Amondarain y Raúl Pérez. El jefe de los diputados de Massa en la Legislatura y el diputado nacional son dos viejos conocidos de Julio Alak, ex intendente de La Plata, de quien Fernández fue secretario de Hacienda. Una cuestión que tal vez haga valer Cambiemos para dar por satisfecha su expectativa.
  La de los intendentes peronistas parece estar contenida en el cambio experimentado por el volumen de deuda a contraer por el Ejecutivo. Aunque en los anuncios previos se aludía a una cifra menor a los 60 mil millones del Presupuesto de este año, el número final redondea cerca de 84 mil millones. Será difícil que las obras del gobierno nacional reemplacen los fondos frescos como contraprestación que esperan obtener por un monto no menor a los 10 mil millones de este año.
No es la única sorpresa del cálculo enviado a la Legislatura donde se suprimió el aumento del 100% de impuestos a los juegos de azar. “Extrañaban a Daniel Angelici que estuvo de vacaciones y se hicieron llamar por teléfono”, razonó con ironía un legislador resignado a que la música para camaleones suene por lo menos hasta fin de año.


Cultura del desencuentro

La orden del Papa de alentar la cultura del encuentro es seguida con puntillosidad por los Obispos que le responden más fielmente, aunque el resultado no sea siempre el mejor. El 9 de octubre y en conmemoración del 150° aniversario de la Catedral de Lomas de Zamora, el titular de esa diócesis, Jorge Lugones, llevó adelante la jornada “Encuentro de un pueblo que busca la Paz” a la que asistieron dirigentes políticos, sindicales y representantes de las religiones judía, presbiteriana, evangélica, anglicana, luterana y la islámica.

 También fueron parte de la reunión los intendentes de San Vicente, Almirante Brown, Esteban Echeverría y Ezeiza: Mauricio Gómez, Mariano Cascallares, Fernando Gray y Alejandro Granados. El de Lomas de Zamora fue representado por el jefe de Gabinete, Guillermo Viñuales. Martín Insaurralde adujo “faringitis” para ausentarse lo que volvió a recrear tensiones con Lugones, quien demoró más de dos años en disculparlo por no agradecer la cadena de oración que organizó cuando padeció cáncer.

Ordenado obispo por Francisco en 1999, Lugones conoce pelos y mañas del peronismo. Es hermano de Luis, primer secretario de Seguridad en el gobierno bonaerense de Eduardo Duhalde y tío de Pablo y Gabriel Bruera.El ex ministro de Seguridad de Scioli intentó apaciguar los ánimos y a la salida de la misa le pidió posar juntos en una foto para desmentir que mantengan diferencias. Gray lo rechazó de plano. Los hábitos heredados de la grieta no serán fáciles de desterrar.
 
 *Periodista y analista político.