ELOBSERVADOR
CENTENARIO DE EVA PERÓN

Evita, la más pura expresión de los humildes

Expresaba al pueblo frente a Perón, era su polea de trasmisión, a su muerte ya nada será igual.

Eva Duarte de Perón
Eva Duarte de Perón | CEDOC

Ingrese al peronismo en el año 68, con Raimundo Ongaro y la CGT de los argentinos. Recorriendo los barrios me asombró y mucho que el 26 de Julio aparecían a la noche, en las casas humildes, velas encendidas en torno a una fotografía de Evita. Eran muchas, un sincretismo entre política y religión, una pertenencia perseguida que se expresaba de esa manera. A veces los anti peronistas olvidan detalles, por ejemplo que fueron diez y ocho años durante los cuales el peronismo estuvo proscripto, los democráticos de sus enemigos no permitían ni mencionar el nombre del “tirano depuesto”.  Fui a más de un hogar que tenían un reloj detenido a las veinte y veinticinco, como decían las radios de la época, “hora en que Eva Perón entro en la inmortalidad”. Había excesos, digno es asumirlo.

Murió cuando yo solo tenía diez años, mi familia no la quería, ni a ella ni mucho menos al General. Mi Padre, socialista, los odiaba. Al triunfar el golpe  me llevó a recorrer los zapatos y las ropas de Eva que se mostraban en las calles cercanas a su vivienda.

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Evita era la más pura expresión de los humildes, desde su origen con padre dudoso hasta los sueños de artista que la acompañaban. Ella era uno de los de abajo, muy abajo, sin colegio elegante o ni siquiera demasiado colegio, eso sí, con una energía infinita y una voluntad de justicia que la convirtió en  personaje universal.  Recuerdo la aparición de la ópera y la incomprensión de muchos ortodoxos que no entendían que el ingreso al mundo siempre es así, complejo y confuso. También está la Evita de Copi, Damonte Taborda,  que me llevó a enfrentar la mediocre e insana pasión de este gobierno que impotente de ser alguien se conforma con ser tan solo el enemigo del peronismo. 

Evita falleció a los treinta y tres años, y marcó una época que define la misma raíz de nuestra sociedad. Expresaba al pueblo frente a Perón, era su polea de trasmisión, a su muerte ya nada será igual. Muchos entienden que esa gesta culmina con su vida. Atendía a todos los necesitados, horas de trabajo incansable, miles de máquinas de coser llegaron a las más humildes  viviendas, odiaba la beneficencia,  daba instrumentos de trabajo, nunca subsidios. El peronismo trasformaba la clase baja en clase media, fabricábamos aviones, locomotoras y todo tipo de vehículos, compramos los ferrocarriles y no le cambiamos el nombre al “Roca ni al Mitre ni al Sarmiento”. La izquierda siempre intentó separarla de Perón, como si ella fuera revolucionaria y él reformista, veleidades de ideólogos de cafetín, ellos eran inseparables, una pareja que expresaba la síntesis entre la política y la pasión, la razón de los formados en un ejército nacional  como Perón con la fuerza de los que todo lo conocieron con sacrificio y dolor. Decían que le habían escrito “La razón de mi vida”, podían haberla editado, pero sus discursos son pura improvisación, y tienen una vitalidad que aún hoy les da vigencia. No tuvo imitadoras, ella no era de izquierda, era de abajo, no intentaba iluminar a los pobres, era uno de ellos ejerciendo el poder a su favor, no intentaba entenderlos, ella era ellos.

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La grieta, la de verdad, es cultural entre una civilización que muchas veces es copiada y una barbarie que siempre es auténtica. Evita irritaba a las señoras gordas de clase media, a las elegantes de clase baja, y a todos aquellos que soñaban con ser una refinada replica de Europa.

Hasta que no entendamos la necesidad imprescindible de integrarnos, de comprender a los humildes y asumir que son dueños de una identidad cultural mucho más fuerte que la nuestra, hasta ese momento intentaremos seguir siendo “los civilizados” y temiendo al otro, a ese otro que es tango, verso con Discepolín, Homero y Catulo, con Nelly Omar que era “Malena”  y Hugo del Carril se volvía canto, con Leopoldo Marechal novela, y con Eva Perón expresión definitiva de rebeldía justiciera.  Perón era un estadista y Evita la rebeldía que aportaba el contenido. Y el tiempo le sigue dando la razón, aun cuando sus herederos hayan deformado y vuelto incmprensible su mensaje.

*Licenciado en Ciencias Políticas.