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Periodistas y medios en Venezuela: censura, persecución y presiones

Crónica de cómo se profundizó un rasgo del gobierno de Nicolás Maduro que ya denunciara Jorge Lanata en 2017. El hostigamiento a la prensa va desde la restricción de papel al arresto a comunicadores.

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Dificultades. Los medios deben lidiar con el poder político y también con el militar que apoya al gobierno de Nicolás Maduro. | cedoc

Esta semana, la opinión pública global asistió a un episodio de censura en Venezuela: fueron deportados seis periodistas de la cadena norteamericana Univisión. El equipo, encabezado por Jorge Ramos denunció que su material técnico y periodístico había sido incautado arbitrariamente por orden del propio Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores, en el transcurso de una entrevista al presidente.

El episodio se desató cuando Maduro se molestó por el modo que Ramos formulaba las preguntas. Los profesionales fueron incomunicados y demorados por unas horas. Quedaron bajo custodia en el hotel de Caracas hasta el martes 26, cuando fueron deportados, sin poder recuperar los equipos ni las pertenencias confiscadas.

Antidemocrático. Ante estos hechos la SIP, Periodistas Sin Fronteras, el Comité para Protección de Periodistas (CPJ) y otras organizaciones internacionales aseguraron que “los antecedentes de por lo menos 19 periodistas detenidos en Venezuela en lo que va del 2019 confirman un patrón de desprecio a los valores democráticos por parte de Nicolás Maduro: la restricción a la libertad de prensa es utilizada como mecanismo de chantaje en la crisis que atraviesa ese país”.

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Para los argentinos esta modalidad no es una sorpresa, ya en la elección de julio del 2017 el periodista Jorge Lanata vivió un incidente similar, cuando directamente no se le permitió el ingreso a Venezuela por no contar con el visado especial de prensa. Demorado por oficiales armados durante ocho horas, permaneció junto a dos compañeros en la zona de Migraciones del aeropuerto de Maiquetía. Lanata dijo en su momento: “Lo de Nicolás Maduro es una dictadura militar”.

Archivo | Jorge Lanata fue deportado por el gobierno de Venezuela

Causa por espionaje. Billy Six, periodista alemán está detenido en el emblemático centro de detenciones El Helicoide desde el pasado 17 de noviembre. El reportero fue acusado por un tribunal militar de ejercer el espionaje cuando registró en su cámara fotos tomadas en actos donde estaba Maduro y otras de la frontera colombiana. Según los organismos de DD.HH. se violaron sus garantías y el debido proceso por meses, negándole el derecho a nombrar defensor, a las visitas y a contactar a su embajada.

En un trabajo en conjunto desde el consulado alemán y organizaciones de derechos humanos, se logró que su defensa quede a cargo de Espacio Público. Los letrados representantes de la ONG consiguieron que la causa sea trasladada a un fuero civil y que pudiese acceder a visitas.

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“Desde Espacio Público exigimos con un escrito presentado ante el Ministerio Público de Caracas que todos los derechos de Billy Six sean garantizados, que reciba atención médica, se le reintegren sus pertenencias, se dé lugar al pedido de liberación y que cese la criminalización de la actividad periodística por parte del Estado venezolano” dijo a PERFIL Mary Rodríguez. Desde Nueva York, Natalie Southewick del CPJ (Comité to Protect Journalist, en inglés) señaló a PERFIL que “el periodista alemán cumplió más de cien días detenido sin acceso a representación legal ni apoyo diplomático. Una situación alarmante”.

Exiliado. Daniel Cáceres, periodista, en diálogo desde Roma donde vive exiliado hace un año, reconfirma que “cuando los equipos son retenidos por agentes de inteligencia bolivarianos, el objetivo es plantar pruebas para incriminar a los profesionales independientes y de agencias internacionales también”.

Tal fue el caso que vivió el periodista Cáceres junto a colegas de Reuters y France Press cuando cubrían en febrero 2018 unos ejercicios militares con presencia de funcionarios del gobierno de Maduro, en Lobatera, estado de Táchira. “Aunque fuimos debidamente autorizados para ingresar y estábamos haciendo la misma tarea que medios locales oficiales, cuando unos oficiales vieron que filmábamos el evento nos abordaron y nos sacaron los equipos” recuerda el reportero audiovisual.

El grupo quedó incomunicado unas horas, aunque habían logrado enviar un alerta por celular a colegas del sindicato SNTP. Luego se les permitió salir, pero sin las cámaras confiscadas. Al respecto Cáceres recuerda: “Cuando dijeron que iban a comunicar el resultado posteriormente de lo encontrado en los equipos, nos negamos repetidamente a irnos. Lo que no queríamos era dejar las cámaras sin custodia, porque ellos podían filmar cualquier cosa incriminatoria para arrestarnos por espionaje. Esta es la forma de actuar de la inteligencia militar”. Finalmente, un técnico de sistemas revisó las cámaras y borró todos los archivos. Los celulares fueron destruidos. Salieron con la advertencia de que serían citados más adelante por el Ejército en la sede de inteligencia Dgcin.

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Cinco días después, Daniel Cáceres cruzaba el puente a la ciudad colombiana de Cúcuta. Siguió a Bogotá y de allí a Italia, donde recibió asilo político. “Preferí no arriesgarme y cuidar mi seguridad. Lo que más me duele son los colegas oficialistas que ese día vieron todo, y callaron. Así está la libertad de expresión en el país hoy, la autocensura es tan grave como la censura oficial”. Berenice Gómez, reconocida periodista, ahora en Bogotá, recuerda que “Pertenezco a una generación que se formó con una voz independiente. Nuestros jefes nos decían que el día que tirios y troyanos hablen bien de ti, te saco de tu puesto. Si me piden tu cabeza, te quedas. Algo muy distinto de lo de hoy”, dice a PERFIL.

Fuera de la norma. “Este no es un país normal”, asegura desde Caracas Ana Rodríguez, periodista en Venezolanos Por la Información (VPI). Los comunicadores bolivarianos han ido agudizando el ingenio para sortear la censura, persecución y evitar que la hegemonía comunicacional del gobierno siga abriéndose paso.

“En Venezuela es complejo ser un medio independiente, la crisis económica, la presión del gobierno hacia los anunciantes y el monopolio del papel prensa, asfixian a los medios de información. Ante esto, muchos se han reinventado, buscando nuevos modelos de negocios, donaciones o alianzas. En estos tiempos de crisis, incluso se hacen canjes publicitarios por comida” destaca Rodríguez.

Maiker Yriarte de TV Venezuela comenta: “Es la época que nos ha tocado vivir. No quiere decir que no se den primicias, pero ya no es como antes, ahora vamos todos juntos. Se acabaron las exclusivas. De esta forma, si las fuerzas de seguridad se quieren llevar a algún colega, pedimos que nos lleven a todos”.

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Entre las dificultades técnicas está el acceso a internet de muy baja capacidad, que según explican desde la ONG Transparencia Venezuela, “el servicio presenta un deterioro en calidad de velocidad de conexión, latencia, intermitencia y fallas casi diarias en todo el territorio nacional”. A los problemas tecnológicos hay que sumarle las intervenciones y bloqueos del gobierno.

Al respecto, la ONG redactó un informe sobre el sector destacando que “el Ejecutivo Nacional se ha dado a la tarea de censurar directa e indirectamente páginas y direcciones web donde publican opiniones e informaciones críticas sobre las actuaciones del gobierno nacional, en menoscabo a la libertad en la red, ejerciendo de manera abusiva el poder estatal en materia de comunicaciones, sumados a una deficiente administración y una cleptocracia cuando se trata de empresas públicas”.

Al mismo tiempo, la crisis económica hace su propia erosión. En 2012, cuando Venezuela estaba mejor económicamente, había acceso a varias señales pagas de noticias independiente, mientras que el 60% del país sólo accedía a canales de información oficialista. Hoy esta relación es más grave ya que la situación económica empeoró y se cerraron canales de noticias internacionales como Caracol y CNN

Desde Espacio Público informan que son nueve los estados donde dejaron de circular por completo los diarios impresos, debido a persecución ideológica, ahogo estatal por falta de papel periódico controlado por el régimen y eliminación de pauta publicitaria, a medida que la crisis económica se profundiza a diario.

Los pocos medios impresos que aún quedan son oficialistas. Por otro lado, existe un grado importante de autocensura profesional. “Hay colegas que cuentan que tienen prohibido reportar protestas en las calles, o llamar a Juan Guaidó presidente encargado porque trabajan para medios que dependen de la pauta publicitaria del gobierno”, explica Yriarte.

En 2013, Hugo Chávez creó la empresa Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM) que maneja el papel prensa venezolano. A partir de entonces, quedó prohibida su importación y por ende las editoriales dependían de Maneiro. “A medida que fue creciendo el cerco estatal, los medios independientes dejaron de recibir papel. Algunos pasaron a semanarios y luego dejaron de circular. Desaparecieron publicaciones como El Carabobeño por falta de papel, que habían superado otras dictaduras, pero no pudieron con ésta”, asegura Rodríguez.

El WhatsApp es una herramienta de trabajo para periodistas de todo el mundo, pero en Venezuela es un instrumento de supervivencia. “Los reporteros nos hemos blindado en un bloque compacto.  A los grupos de WhatsApp se los divide por actividad y fuentes. En mi caso, cubro el Parlamento. También estamos todos en uno general de pautas, así sabemos siempre quién va a cada una. Si la pauta pinta peligrosa, se coordina un punto seguro y vamos todos juntos”, destaca la cronista de VPI.

Ana Rodríguez y Maiker Yriarte, junto a los chilenos Rodrigo Pérez y Gonzalo Barahona de TVN, fueron cuatro de los diez corresponsales demorados por los servicios de seguridad de Venezuela, a fin de enero. Cuando los oficiales de civil los llevaron por estar de paseo en la zona de Miraflores las redes sociales resultaron fundamentales.  Rodríguez logró enviar alertas a sus grupos de WhatsApp antes que le sacaran su celular. Hubo un pronunciamiento de la Sociedad Internacional de Prensa (SIP) y de ONGs como Espacio Abierto y Foro Penal reclamando por su liberación.

“El mayor temor esa noche era terminar en El Helicoide, porque entrar se entra fácil, pero salir es bien difícil. Hubo otros colegas extranjeros llevados por el Servicio de Inteligencia Sebin, no se atrevieron a torturarlos, pero los mantuvieron esposados mientras estuvieron detenidos, sin acceso a un abogado, sin poder hacer un llamado a sus consulados” recuerda Rodríguez.

Yriarte cree que no tienen causa abierta, pero tampoco puede asegurarlo. “Las fuerzas de Maduro frenan en medio de la calle, ahí te enteras del proceso y no sales más. Por eso, hicimos nuestra denuncia en el Ministerio Público. Obviamente sabemos que los fiscales no van a hacer nada, pero sentamos precedente para más adelante, cuando venga el cambio”.

La opinión de Telesur

Fácil hacer periodismo, difícil contar el país

Yarleny Rosales. Jefe de Corresponsalía Venezuela de Telesur.

Cuando me hago la pregunta de cuán difícil es hacer periodismo en Venezuela, créanme que me cuesta explicarlo. Pero no porque sea difícil sino que hoy en día, los periodistas nos enfrentamos a un bombardeo de información que en el 99% de los casos se debe verificar.

Cuesta contar a Venezuela para que el mundo se dé cuenta que las informaciones que difunden los medios de extrema de derecha son falsas. Lo que para nosotros, es tan común, como ir al supermercado, al cine, a un parque con nuestros hijos, caminar por una plaza, tomarte un café en una panadería, pasar un fin de semana en la playa, para el mundo eso es imposible en Venezuela. Los medios nos pintan en medio de una crisis que no existe, que hay problemas si los hay, y nunca los hemos negado, ¿pero quién no tiene problemas hoy?

En Venezuela, los periodistas que luchamos porque el mundo conozca la verdad entre tanta mentira, son muy pocos

En Venezuela, los periodistas que luchamos porque el mundo conozca la verdad entre tanta mentira, son muy pocos. Cada día tratamos de descubrir a la señora o al señor que salen a trabajar, sin quejarse, sino aportando un granito de arena, esos que siempre han sido invisibilizados, los campesinos, los pobres, los obreros, los jóvenes que sueñan por construir una patria mejor. Ellos le dan forma y color a nuestras historias, con esas voces lloramos, reímos, nos emocionamos y al final del día tenemos la recompensa de haber mostrado, el lado humano, solidario de lo que nadie fue capaz de mostrar.

Aquí en Telesur, trabajan periodistas de varias nacionalidades, entre anécdotas del oficio muchas veces nos damos cuenta que ejercer el periodismo en este país, es mucho más fácil y seguro en comparación con otras naciones que han servido de epicentro mediático para desprestigiar a Venezuela.

Todo esto queda en evidencia, cuando observamos que la carrera de Comunicación Social, sigue siendo la primera opción de demanda, en las universidades del país, tanto a nivel público como privado. Desde la llegada a la Revolución, el comandante Hugo Chávez nos enseñó que todos podemos ser informantes de la verdad, de allí se crearon diversas plataformas para una comunicación alternativa para luchar contra la hegemonía mediática.

El periodismo es lo más hermoso que ha pasado por mi vida, cada experiencia como ser humano te hace crecer y creer, aunque muchas veces tengamos que dejar a un lado el tiempo, con tus seres queridos. Hay días duros de trabajo, pero aquí, en la Corresponsalía de Venezuela en Telesur, tenemos la fórmula perfecta, que a pesar de las adversidades que se nos presentan en el día, el trabajo en equipo acompañado de un café, de una risa, de una reflexión, te hacen llegar a la conclusión que lo estamos haciendo bien y que estamos marcando la diferencia, al ponernos del lado de los pueblos y ser la referencia comunicacional para difundir la verdad.