ESPECTACULOS

A que no te animás a leer el diario del último año de Peña

Se editó la recopilación de las columnas que escribió para Crítica hasta poco antes de morir. Sus enojos, sus críticas, la Carta abierta a Cristina y el relato de su enfermedad.

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Pea hizo de su percepcin cotidiana un diario personal, pero pblico y sarcstico, donde hasta se ri de sus motes, como polmico, trasgresor o marica pattica. | CEDOC
Hacer de los detalles casi un emblema, pero con su típica mirada ácida, crítica e irónica. Hacer de su percepción cotidiana un diario personal, pero público y sarcástico. Reírse de sus motes, como “polémico”, “trasgresor” o “marica patética”, escribir sobre temas de actualidad nacional, hablándole directamente a la presidenta Cristina Fernández en medio del conflicto con el campo; criticar al piquetero K Luis D’Elía, después de su público enfrentamiento; y hasta mofarse de Susana Giménez, después de sus declaraciones a favor de la pena de muerte. A que no te animás a leer esto , es una recopilación de las columnas que Fernando Peña escribió para el diario Crítica durante poco más de un año, y hasta pocos días antes de su muerte, el 17 de junio último.
 
Sus columnas, recopiladas por la editorial Sudamericana, no dejan afuera temas tan controvertidos como el aborto, la eutanasia, la “discriminación” –a la que denomina como “a palabra tan trillada y obviamente usada”- por cuestiones de género, por elección sexual, por VIH y por discapacidad, y hasta relata con detalles algunos tramos de la enfermedad que lo llevó a la muerte. “Otra vez el tomógrafo dándome instrucciones: ‘Respire’, ‘no respire’, ‘tome aire profundamente’, ‘respire’... para dentro de unas horas sentenciarme de vida o de muerte”, dice en una de sus columnas titulada Otra vez me muero.
 
Con imágenes y descripciones altamente observadoras, Peña se metió en el mundillo del estereotipo de vecinas chusmas, a las que calificó de “buitres carroñeros que opinan de todo, de cómo se debe vivir, de qué se debe decir, cuándo, cómo, con qué tono y a quién”, y aseguró que: “Odian por odiar y aman por amar nomás”. Se denominó como un “maricón maniático y neurótico” y hasta votó por “la eutanasia, el aborto, el suicidio y el fin premeditado”.
 
En su Carta abierta a Cristina , le habló sobre D’Elía, y aseguró: “Me aterra estar en manos de retorcidos maquiavélicos que callan a los que opinamos diferente. Me aterra el subdesarrollo intelectual, el manejo sucio, la falta de democracia, eso me aterra Cristina”. E ironizando el insulto del piquetero contra él -a quien le propinó “Te odio Peña, odio tu plata, odio tu casa, odio a la gente como vos”-, le recomendó: “Por las dudas le pido que tenga usted mucho cuidado con este señor que odia a los que tienen plata, a los que tienen auto, a los blancos, a los que viven en zona norte. Cuídese usted también, le pido por favor, usted tiene plata, es blanca, tiene auto y vive en Olivos”.
 
También habló de la soledad y de la muerte. “La soledad es enorme cuando ya tu vida se terminó y seguís vivo. Es a veces por una simple tontería que todo se termina”, se quejó de las “muletillas de moda”, como el “nada”, el “boludo” y de “la gente que habla mal”.

Y luego, casi sin querer, se despidió. Simplemente ¡chau! , fue el último texto que escribió para Crítica antes de su muerte. “Hasta la próxima, si no nos morimos ninguno de los dos y si no funde este diario. ¡Dios no lo permita! Mejor, hasta lueguito, que para mí es el saludo más esperanzador”, escribió, antes de darle el cierre definitivo a sus columnas y a lo que después se convirtió en este libro.