ESPECTACULOS
Gal Costa

Bossa no tan nova

A los 71 años, la artista brasileña visitará nuestro país para repasar su carrera en el Gran Rex el 23 de mayo. Reconoce en João Gilberto a su mayor influencia musical.

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Bemoles. Gal Costa adelanta que cantará sólo acompañada de un guitarrista. | cedoc

Gal Costa era demasiado joven cuando una economía familiar quebrada la empujó a buscar un empleo que al menos sirviera para paliar la crisis, pero por suerte para ella, que no estaba en condiciones de elegir, terminó aterrizando en una disquería. Ahí escuchó muchísimo a un artista que le dejó una marca imborrable, el mismo que aparece enseguida cuando hoy, a más de cincuenta años de aquel feliz descubrimiento, se le pide que señale a su mayor influencia: “João Gilberto, sin dudas –enfatiza–. Es mi influencia más importante, la más radical en mi vida artística. Es un músico grandioso e irrepetible. Aun cuando yo experimenté con muchos estilos diferentes, el impulso inicial fue su música. Después me lancé de cabeza a probar cosas nuevas, porque pienso que eso es siempre señal de vitalidad”.

A los 71 años, Gal muestra una energía envidiable. El año pasado editó un disco de impronta rockera, Estratosférica. Pero ahora llega a Buenos Aires con un show extenso y apuntado a la nostalgia titulado Espelho do agua, en el que recorre los grandes éxitos de una carrera iniciada en la década del 60. La cita es el martes 23 de mayo en el Teatro Gran Rex.

“Es un espectáculo íntimo. Canto acompañada solamente por un gran músico, William Monteiro, que toca guitarra eléctrica y acústica. Y hago temas emblemáticos, que el público conoce muy bien. Es un show optimista y con mucha conexión con la audiencia”, explica la excepcional cantante, una aventurera artística que a fines de los 60 y principios de los 70 grabó una serie de discos que están entre lo mejor de la psicodelia latinoamericana –Gal Costa (1968), Gal (1969), LeGal (1970)– y en 2011 sorprendió con Recanto, un álbum de sonido completamente actualizado producido por Caetano Veloso y su hijo Moreno. “Ese disco fue una modificación más en mi carrera –dice ella–. Me gustó mucho hacerlo, pero con Estratosférica cambié otra vez de concepto y me acerqué de nuevo al rock. De alguna manera, fue un guiño a los jóvenes que en mi país se han interesado mucho por las canciones que en la época del tropicalismo hice con Caetano y Gilberto Gil”.

Sobre esa época de enorme efervescencia cultural en su país, Gal tiene recuerdos ambiguos: “Por un lado, es cierto que el tropicalismo, con toda su riqueza musical y literaria, apareció en aquel momento. Pero por otro, también fueron los años de la implantación de la dictadura militar en Brasil, un período horrible por la violencia, las muertes y los exilios. Muchos artistas debieron irse del país, entre ellos Caetano y Gil. Recuerdo que la tapa de mi disco India (1973) fue censurada porque tenía la foto de una mujer desnuda. Por fortuna, eso ya es parte del pasado. Lo que hoy recupero en mis conciertos es lo mejor: las canciones que adoro seguir interpretando”.