ESPECTACULOS
Andrea Politti

Conducir, para dejar de sufrir con la actuación

Aunque regresó al teatro con El don de la palabra, la actriz asegura que en los últimos años padeció los papeles secundarios, y el ciclo Los unos y los otros le brindó estabilidad laboral.

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Andrea Politti regresó al teatro seducida por el guión de El don de la palabra, pieza donde comparte elenco con Gonzalo Heredia, Sofía Gala y Guillermo Arengo. Aunque el contrato con la sala Picadilly es hasta el 7 de abril, en las últimas semanas debieron sortear varios obstáculos (enfermedades, por ejemplo) para poder representar la obra. Por caso, cuando la actriz llega al teatro para esta entrevista, se entera de que no habrá función. “No tenemos mucha suerte”, dirá.
—¿Por qué volviste al teatro?
—Quise hacerlo antes, pero estaba muy encasillada en obras de mujeres, como había sido Confesiones de mujeres de 30, siempre chicas hablando de hombres. Eran buenos espectáculos, pero buscaba tocar otra cuerda e intentar crecer como actriz. Una noche le hablé a mi padre (el fallecido Luis Politti) y le pedí que me mandase un buen texto. A las dos semanas me llamó Alejandro Tantanián para ofrecerme El don de la palabra.
—Sofía Gala dijo que nunca había estado en un elenco tan televisivo, ¿qué sentiste?
—Puede ser que el público joven me conozca sólo como conductora, pero hasta ahora tengo más años de actriz. Me quedé en esta etapa porque me daba estabilidad laboral y descubrí que tenía condiciones.
—Con “Los unos y los otros” te acompaña el rating.
—Sí, el público me aceptó y me sigue. Estaba sufriendo en la actuación, veía que los buenos papeles se los llevaban las otras con otro “tipo” de mérito. Siempre fui de perfil bajo, nunca ventilé mi vida privada y veía que no salía de ser la tía o la hermana, papeles secundarios. Los padecía.
—¿Tuviste modelos para la conducción?
—Dady Brieva, cuando empecé, me aconsejó que pensara que estaba en el living de mi casa y le hice caso. Aquí la actriz no participa, es más parecido al periodismo, ya que hay que hacer preguntas, todo es más mental y sin emoción. No tuve modelos, tal vez porque no me siento conductora, es sólo un trabajo.
—¿Qué ves en televisión?
—Me atraen muy pocos programas, hago mucho zapping y, para mi gusto, hay demasiados noticieros. Parecería que estuviéramos siempre en cadena nacional. Hay una noticia y la repiten todos, por eso la gente se va al cable. Me siguen encantando los actores argentinos y valorizo las ficciones. En terapia o Tiempos compulsivos fueron programas muy bien hechos.
—¿Cuáles son los límites en los talk shows?
—Lo más importante es no juzgar a nadie. Hay que pensar que mucha gente no tuvo educación, ni medios y esta humanidad te da explicaciones y respuestas.
—Un crítico cuestionó tu vestuario en “El don de la palabra”, ¿te molestó?
—Te aclaro que una actriz no se pone lo que quiere, hay un vestuarista y un director. Tuvimos que salir al ruedo con lo que teníamos, ensayamos durante las fiestas, creo que necesitábamos más tiempo. Si ves el espectáculo hoy, es una sinfonía. A la gente le gusta, incluso vienen más de una vez.
—Los números de la asociación de empresarios marca que no les va bien. ¿cuál sería la causa?
—Es un teatro de texto, cuesta $ 160 la entrada, y las explicaciones pueden ser miles. Estoy tan contenta de estar sobre el escenario y no pendiente de la cantidad de público. Renací, una parte mía se volvió a despertar, volví a mi amor por el teatro y me iluminó la vida.