ESPECTACULOS
valeria lynch

Diosa popular de la voz, las curvas y la familia

<p>La diva analiza su vigencia y valora a Justin Bieber y las redes sociales. Sabe que las mujeres se identifican con ella, y agradece la popularidad que le da la televisión.</p>

Valeria Lynch
| Cedoc

Energía, popularidad, sensualidad… y vigencia: son sólo algunas de las marcas que definen a Valeria Lynch quien, a sus 61 años, sigue cosechando éxitos. Fresca, sincera, pero sin falsas modestias, analiza su propio fenómeno. Por él, entre otros logros, ha llenado dos Gran Rex, los pasados 9 y 10 de noviembre, y se apresta a repetir el caso el sábado 23 y domingo 24, como parte de la gira La elegida 2013-2014.

—¿Cómo describirías a tu público?
—Es muy heterogéneo. Están los incondicionales de siempre, los de mi generación. Y se ha sumado muchísimo público joven. Creo que eso tiene que ver con el programa de televisión (Soñando por cantar). Allí los miembros del jurado, si bien somos populares, podemos mostrarnos con un costado más vulnerable. Y así se sumó mucha gente joven a mi público. Se agranda la familia, ja, ja.
—¿Cómo te sentís a los 61 años?
—Es un muy buen momento de mi carrera. Tengo 11 escuelas (de comedia musical, en Capital Federal, Gran Buenos Aires, Tucumán), por eso estoy muy en contacto con los chicos, y a través de mis seguidores en Twitter y Facebook. El contacto con los jóvenes te mantiene bien. Me siento con una pila impresionante. Cuando uno es joven de alma, joven de espíritu, la edad se convierte en un hecho cronológico.
—Explotás una imagen sensual en la que lucís tu silueta. ¿Cómo te cuidás?
—Como soy una golosa total y me muero por los dulces, cuando llegan estas fechas que son clave, como la presentación del Rex, empiezo a hacer una dieta. Me ordeno para comer cosas sanas, que no engorden, tomo mucha agua. Mi nutricionista me mantiene con dietas depurativas, para reducir el porcentaje graso. Ahora estoy bárbara, tengo cinco kilos menos, bajé cinco centímetros de cintura y la ropa luce muchísimo más.
—¿Para la televisión te preparás de la misma manera?
—La tele te engorda igual. Susana tiene razón. Es un castigo el plasma (risas). Encima yo, que soy medio pechugona, como en el programa te toman sentada, siempre parezco más gorda de lo que soy. La gente cuando me ve, se asombra: ¡sos flaca! Pero toda mi vida fui igual; lo difícil de esta carrera es mantener la vigencia.
—¿Y a qué creés que se debe esa vigencia?
—Es un misterio. Se lo debo a la gente y a mi forma de ser: me siento diva arriba del escenario, pero cuando me bajo, soy exactamente igual a cualquiera. Soy una laburante del espectáculo. La gente lo agradece, porque tiene un ídolo que es tangible, de carne y hueso, que se convierte en parte de la familia; no, una diva inalcanzable. Diva: dejémoslo para Mirtha, para Susana y pará de contar.
—En tu cercanía con los jóvenes, ¿conocés la música que masivamente escuchan?
—Tengo una hijita de 12 años (Tais, la hija del marido de Valeria Lynch, el brasileño Osmar “Cau” Bornez). O sea que tengo a Justin Bieber y a One Direction todo el tiempo. Si llego a decir que no me gustan, me mata (risas). Estos chicos son realmente talentosos, pero si no están con los pies sobre la tierra, se llevan el mundo por delante y los excesos están a la orden del día. Violetta también me encanta… ¡tiene un carisma! Además, cuando estás contenida por la familia, es mucho mejor, las cosas se hacen más fáciles.

 

Letras feministas

Las fans de Valeria Lynch gritan enardecidas hits como Qué ganas de no verte nunca más o Qué mal elegiste. “Sí –reconoce ella–, tengo eco en las mujeres, porque ven reflejado en mí sobre el escenario todo lo que quisieran hacer en sus vidas. Yo les digo: ‘Hagan catarsis. Es mejor cantar una canción conmigo que pagarle a un psicólogo’.”
“En lo personal –sigue– creo que la mujer en la Argentina sale a la calle, mantiene su casa, tiene tiempo para todo. Antes, la mujer estaba relegada a ser ama de casa; ahora está mucho más activa y atiende a su marido y a sus hijos. Yo me reconozco en esa descripción. Con mis hijos (Federico y Santiago, fruto de su primer matrimonio, con Héctor Cavallero) siempre fui muy madraza; crecieron al lado mío, aun con mis espectáculos y mis viajes. Y ahora, en mi actual vida de casada, estoy aprendiendo a compartir, algo que me costó siempre porque soy muy independiente. Con Cau aprendí a hacer las cosas de a dos, a mirar para el futuro desde la pareja. Aun cuando una cree que se las sabe todas, de repente encontrás a alguien que te da vuelta el corazón y te da vuelta todo”.