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michel noher

“El público brasileño es más caliente”

Es el actor joven del momento: exitoso con el rating de Amar después de amar, actúa en teatro en Lo prohibido. En pareja con Celeste Cid, confiesa que este año priorizó el escenario para estar más tiempo con Antón, el hijo que tuvo con la joven actriz. Sus proyectos futuros.

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Afortunado. Acompañó a su padre Jean Pierre a Brasil, donde dio sus primeros pasos profesionales en O Globo y más tarde en HBO. Vive de actuar hace diez años. | grassi

Por la llegada de Antón, el hijo que concibió con Celeste Cid, Michel Noher debió reprogramar el año laboral. No quería perderse ni un instante de los primeros meses del pequeño (tres meses y medio) y le urgía seguir en el ruedo artístico pero que no lo aleje demasiadas horas del hogar. Gustavo Yankelevich le acercó el guión del musical Lo prohibido y resultó ser la llave que terminó aniquilando la incertidumbre: todo el día en casa y a las 19 partir rumbo al Paseo La Plaza, donde protagoniza la obra junto con Juan Darthés y Alejandra Radano. “Hubo ofrecimientos para tele. Elegí disfrutar este momento que es único, uno nunca sabe si se volverá a dar”, razona.  

Es su segunda incursión en calle Corrientes. Antes de irse a Brasil, fue parte del elenco de Danza de verano. Ahora, en un rol más importante, Michel dice que “nunca pienso en términos de protagonismo mi trabajo. Sí siento que esta obra es una mesa de tres patas. Pero acá es de Juan y Alejandra, ellos llevan adelante la obra. Juan es quien más público convoca”. Con 33 años, el actor seduce abajo y arriba del escenario. “Siempre trabajé el canto. Primero en fonoaudiología, hice bel canto, y estoy entrenando con la profesora Natalia Gonzáles”.  

Michel Noher se formó en las escuelas de teatro de Agustín Alezzo, Julio Chávez y Ricardo Bartís. “Alezzo es mi maestro de la actuación, con quien descubrí la búsqueda de la verdad”, señala y cuenta que indagó en clown, trapecio y circo. “Al cuerpo lo trabajo todo el tiempo, necesito mover la energía física si no, me enojo, la paso mal. Hice kung fu, yoga y ahora voy a natación”, enumera. “Bartís decía que el cuerpo en escena se sexualiza cuando está bien manejado. Y para mí, en cuanto a la estética, no sé si sólo tiene que haber un cuerpo bello en escena para erotizarse”, afirma.

—Tu pareja empieza a grabar “Estrellas (Hotel)”, la nueva novela de El Trece, ¿están organizados para cuidar a Antón?

—Sí. Estas tres semanas de filmación que tengo (ver recuadro) nos vamos a ver poco. Los dos nos dedicamos a lo mismo, y sabemos lo que es bueno para cada uno. Celeste vino varias veces a verme al teatro y siempre hablamos de nuestros trabajos, por ejemplo de las decisiones que debemos tomar, nos gusta lo que hacemos y es medio inevitable no hablarlo.

—¿Cómo sos como padre?

—No sé definirme. Sí sé que lo disfruto mucho, de tenerlo encima, de jugar con él, de hacerlo dormir arriba mío. Cada día es un viaje distinto, ellos van descubriendo algo. Hace tres días descubrió que puede agarrar cosas y desde hace dos fines de semana que se está cagando de risa. Es un descubrimiento para él como para mí.

El padre de Michel, Jean Pierre Noher, decidió partir rumbo a Brasil hace unos años y se instaló en Río de Janeiro. Trabajó en novelas y series. Atrás suyo, arribó Michel con el mismo objetivo. Protagonizó dos novelas en prime time y participa en la exitosa serie El Negocio de HBO. “Brasil me encanta, me gusta la producción, cómo tratan las novelas, las respetan. Hay una búsqueda profunda. Es una puerta que trabajé mucho para abrirla y quiero mantenerla abierta”, desea Noher.  

—¿Creés que en Brasil se te dio lo que acá no?

—No. Hace diez años que vivo de esto, siempre trabajé con continuidad, siempre pude vivir del arte. Tal vez para nosotros HBO es importante pero te digo que Globo es lo más grosso a nivel latinoamericano, es como trabajar en Universal Studios, y protagonizar una novela allá es un lujo.

—¿Notás mucha diferencia del público argentino con el brasileño?

—El público brasileño es más caliente. Las novelas son tomadas pasionalmente. No por nada es que corren los horarios de los partidos por las novelas, y acá pasa al revés. Si te cruzan por la calle te llaman como el personaje y te hablan de su historia. La mujer brasileña es más lanzada, acá son más respetuosas y hacen la diferencia entre el actor y el personaje.

—¿Qué te genera que haya actores, como Federico Luppi, que no tienen trabajo o les cuesta llegar a fin de mes?

—Dedicarse al arte es un riesgo y todos tuvimos que trabajar de otras cosas para bancar lo que queríamos hacer. Creo que mientras más facho se ponga el mundo menos arte habrá porque el arte lo que te hace es abrir la cabeza. Estamos en un momento donde el mundo se está poniendo muy facho. Me gustaría que tengamos trabajo todos. Hace tres años sucedió que gracias a todos los subsidios había producciones distintas, con otras miradas, pero recuerdo que también en ese momento no estaban todos trabajando. Siempre hubo menos trabajo que la cantidad de artistas.  

—Tu viejo vive en Río, ¿hablás con él seguido?, ¿le pedís consejos?

—Obvio. Mucho por WhatsApp, él quiere estar presente con Antón, quiere ver fotos. Es su primer nieto, tanto para mi mamá (vive en Bariloche) como para mi papá.

—Estás en “Amar después de amar”, la tira nacional más vista, ¿por qué creés que pegó tanto la historia?

—Es dificil decir por qué un programa o historia cala más que otro. Nunca nadie lo termina de saber. Sí veo que ADDA es un programa que pretende levantar un poco el estándar de la novela diaria con esta idea de trama más compleja, una historia que transcurre en dos tiempos, hechos con la mejor calidad. El policial le da un sentido extra al ir siguiendo el día a día la historia, no se vuelve repetitiva y creo que como espectador es atractivo. Está bueno porque a Telefe le dará confianza para seguir apostando a formatos de mayor calidad, a obras cerradas, de setenta capítulos, y terminada de grabar antes de salir al aire y no te permite dar volantazos por el rating, que siento que es irrespetuoso del espectador que te sigue desde el comienzo. Es como sentarse a ver una serie o una película. Es riesgoso, pero el que no arriesga, no gana.