ESPECTACULOS
UN MAL AÑO en las tablas

El teatro pasa una etapa de grandes complicaciones

Ya pasamos la mitad de la temporada y, lamentablemente, será imposible torcer este mal año teatral.

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Ya pasamos la mitad de la temporada y, lamentablemente, será imposible torcer este mal año teatral.
Después de comenzar con conflictos por la ley del actor, hoy podemos decir que, luego de mucho trabajo y reuniones, llegamos a cierto consenso y la ley se aplica de manera plena.
El teatro venía creciendo de manera sostenida desde 2003 hasta 2011, con una leve interrupción en 2009 por aquella famosa gripe A y los recordados cierres de los teatros en plenas vacaciones de invierno. Desde 2011 en adelante, nos hemos mantenido en una meseta y este año, a partir de abril, hemos sufrido una fuerte caída en la actividad. El salto en la caída ha sido muy significativo, cifras como no veníamos teniendo desde 2001. Todo esto se da, con un incremento de los costos operativos por el aumento de tarifas y una gran contracción del consumo, lo que nos está llevando a grandes complicaciones.

Esto se ve en la disminución de cantidad de producciones, con las salas recibiendo menos propuestas y con un marcado descenso en lo que ya se vislumbra, como una de las más acotadas temporada de verano en Mar del Plata.
Con las estadísticas de Aadet en mano, asociación que presido desde hace año y medio, no sólo contabilizamos una reducción de espectadores de 9% en abril, 23% en mayo y 5% en junio, siempre hablando contra los mismos meses del año anterior, sino un dato mucho más preocupante, y es que las entradas pudieron aumentar solamente un 26% contra una inflación interanual, que supera el 44%, lo que nos pone en estado de alerta ya que la disminución de la recaudación va unida a un aumento de costos muy fuerte a causa, principalmente, del tarifazo.

Mientras, en otra faceta de la gestión, desde mi función en el Directorio del Fondo Nacional de las Artes, estoy trabajando en dos proyectos centrales para los próximos años. Por un lado, la reconversión en cuanto al consumo de energía de los teatros independientes para optimizar los recursos y bajar el importe de las facturas. La tarifa diferencial ya tuvo una negativa desde el Ministerio de Energía, y sería una picardía que el subsidio del Estado fuera para amortiguar su impacto (al menos se van a necesitar dos años de subsidios hasta lograr los primeros resultados del plan y, sí, debería garantizarlos el Estado) y no para la producción de nuevos contenidos e infraestructura; por lo tanto, es un objetivo inmediato subsidiar un proyecto de infraestructura para mejorar el consumo y bajar costos, además de que estaremos en línea con el cuidado del medio ambiente, ya que son recursos limitados y la tendencia mundial es la de bajarlos.

El segundo proyecto es poner un pie en el Festival Fringe de Edimburgo, uno de los festivales más antiguos y representativos del mundo, donde Argentina nunca pudo participar con continuidad y es una vidriera mundial del teatro independiente. Para este ambicioso proyecto, pude involucrar al Ministerio de Cultura de la Nación, al Teatro San Martín, al Cervantes y al mismo Fondo Nacional de las Artes. Ambos proyectos han comenzado a circular y espero que, de a poco, vayan dando frutos y se conviertan en buenas noticias para los teatreros.

Volviendo a la delicada situación del teatro comercial, a los contenidos, artistas y boletería, en reuniones entre productores escucho frases tomando términos futboleros: “Hay que meterla en el ángulo” como paralelismo para mencionar un posible espectáculo exitoso, o “se cortó la cadena de frío” para intentar explicar la bajada de propuestas de nuevas producciones a las salas. El sector también se ve deprimido por la caída de la oferta laboral para nuestros actores, ya que ante la bajada en el teatro, a la que se suma el cierre del San Martín y el Alvear, también cayó la producción local de la televisión, con un prime time con contenido extranjero y la falta de producciones desde la TDA.

Ojalá pase pronto este momento, ningún dato nos hace pensar que así será, pero el teatro tiene el poder de entusiasmarnos y hacernos creer (a los productores) que nuestro nuevo proyecto será único y el elegido por el público, por lo que este factor, junto con la idiosincrasia teatral de nuestro público (envidiada en otros países), son las únicas señales que tenemos hoy para seguir produciendo teatro y lo que hace que siga habiendo tantas propuestas en Buenos Aires.

*Director del Teatro Picadero. Presidente de Aadet. Miembro del Directorio del Fondo Nacional de las Artes.