Fengming, A Chinese Memoir (Crónica de una mujer china) es una película difícil, con la que hace falta tener un poco de paciencia. Pero, si se logra traspasar esa primera impresión de dificultad, se puede ingresar en el mundo narrativo de una mujer que cuenta emotivos detalles sobre su odisea vivida durante los años de militancia maoísta.
He Fengming es una periodista y escritora que fue injustamente perseguida por la China
maoísta. La mujer fue acusada de traicionar al partido y volverse de derecha, un
corrimiento ideológico imperdonable para el momento histórico y político que atravesaba el
país en 1958.
Hostigada junto con su marido en su trabajo, finalmente a Fengming la condenan a pasar sus días
en un campo inhumano, sin posibilidad de encontrarse con su esposo y sus hijos.
La mujer repasa su triste historia mirando a la cámara fija, que cambia de plano
sólo dos veces durante las tres horas que dura la película. El lente se queda ahí, petrificado, sin
querer perderse nada, sin desprenderse de la mirada perdida de esa mujer que trasmite todo su dolor
y su experiencia a través de los matices de su voz.
Se trata de un documental, porque el testimonio es real. Pero no hace falta que el director
intervenga para guiar la narración,
ella es una increíble relatora, una Sherezada moderna que maneja las palabras con
maestría y sutileza.
La película se exhibe dentro de la sección Panorama “La Tierra Tiembla” de la 10ª
edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici). El director ya había filmado
antes
Tie Xi Wu (Al oeste de las vías), una obra de nueve horas, dividida en tres partes, sobre la
decadencia de un polo industrial y las inevitables consecuencias para muchos trabajadores.
El film fue exhibido en varios festivales
y le valió a Wang Bing el ingreso al exclusivo círculo de jóvenes con talento
cinematográfico para los críticos especializados.
La estructura de
Fengming... recuerda a
La Secretaría de Hitler: en los dos films hay una mujer que narra a una cámara fija hechos
fatídicos de la historia, uno en la Alemania nazi y otro en la China maoísta, dos sistemas que
tuvieron en común la crueldad y la intolerancia.
Como Sherezada sabía sobre el poder de narrar, el cine también tiene la capacidad de
ahuyentar a la muerte, para recortar una parte de la historia y eternizarla.
(*) Redactora de
Perfil.com