ESPECTACULOS
ANTONIO BANDERAS

Entrevista a Antonio Banderas: "Yo soy hombre de una sola mujer”

Por Marita Otero. Asegura que su mejor película es su propia vida, y que de todos los presidentes que conoció, le impactaron Clinton y Felipe González. El mundo de los negocios y su familia.

Junto a Pedro Almodóvar.
| Cedoc

“Desde el principio de mi carrera he tenido una profunda vocación para actuar. Y no he dejado de tenerla durante todos estos años”. La película Banderas arrancó una noche en el teatro María Guerrero de Madrid, donde estaba interpretando La hija del aire, de Pedro Calderón de la Barca, y lo esperaron Pedro Almodóvar y Cecilia Roth. Lo invitaron a rodar Laberinto de pasiones, y ahí nacieron una dupla inolvidable para el cine y el boom del director manchego. De todas las películas que filmó, Banderas asegura que La piel que habito –la última– es la que más lo marcó. Aunque le reconoce a La ley del deseo un gran mérito.

—Fue una película muy importante no sólo en lo cinematográfico, sino también por la reflexión moral que abrió en mi cabeza. El problema básico que tenía en ese momento era: “Dios mío, nunca se ha hecho algo tan explícitamente homosexual en pantalla, ¿qué va a ocurrir?”. Y la noche del estreno me di cuenta, fue como un flash. Mi personaje se besaba y hacía el amor con otro hombre, pero mataba en la secuencia 22 o 23 a otro, y lo tiraba por un acantilado. Eso estaba moralmente aceptado, pero que besara a otro hombre, no. Ahí pensé: “¡Qué hipócritas que somos los seres humanos!”. Y eso me sirvió mucho para mi vida.


—¿Qué pasó en tu carrera desde aquel momento hasta ahora, que acabás de filmar “Los 33” en Colombia y “Bob Esponja”?
—No ha pasado nada, a excepción de que he asumido que me encanta ser cambiante de géneros, de directores, ir de la comedia a la animación, de volver de rodar con Almodóvar y filmar Bob Esponja, lo que haga falta. No me considero ese tipo de actor que hace sólo lo que piensa que le sirve. No intenté hacer una carrera lógica y constante donde no se me permitiría hacer determinadas cosas porque ¡cuidado, puede afectar tu carrera! Nunca.

—¿El prestigio que has ganado se debe, además de al talento, a la libertad con que te manejaste?
—Y a la perseverancia. Camilo José Cela decía que en España sólo triunfaban los perseverantes, los genios no triunfaban.

Delante del póster que reza “King of seduction” se sienta Antonio Banderas, quien a lo largo de la charla en el Four Seasons irá convirtiéndose en José Antonio Domínguez Bandera, natural de Málaga, hijo de una maestra, Ana, y un policía, José. Cuando le digo que su propia vida podría ser un muy buen guión de Hollywood, donde reside desde hace 23 años, 18 de los cuales estuvo casado con una “princesa” de la industria, Melanie Griffith, y con quien tuvo a su única hija, Stella del Carmen (18), responde: “El otro día me preguntaron cuál es la mejor película que he hecho, y dije: ‘Mi vida’”. Mi propia vida es fascinante, a veces me tengo que pellizcar para darme cuenta de todas las cosas que me han pasado. La gente que he conocido, que hubiera presidentes de los Estados Unidos que vinieran a cenar a mi casa (entre otros, se refiere a Barack Obama, a quien le prestó su mansión para la reelección, adonde tenía que entrar con la contraseña “el Zorro”); y sigue “el haber conocido personas a las que admiraba muchísimo y luego trabajar con ellas ha sido impresionante. Creo que he sido, hasta ahora, un gran testigo de mi tiempo”.

En esta novena vez que viene a la Argentina, ahora para presentar su perfume, Antonio Banderas recuerda algunas: “Estuve en el ’84 con el Teatro Nacional de España, en el ’87 para la presentación de las películas de Almodóvar, en el ’93 para rodar De amor y de sombras, en el ’96 para Evita, con Madonna, en 2002 con Imaginando Argentina, luego para el perfume con la empresa Puig, volví para El gato con botas, y siempre digo que la Argentina es una mezcla de olores de España. De Barcelona, Madrid y algunos lugares de Sevilla. Buenos Aires es la ciudad que más me recuerda a mi país”.

A sus 54 años, conserva intacto su poder de seducción. Acaba de llegar de un viaje largo y pregunta: “¿No tengo la cara hinchada? Es que no me puedo ver, me siento todavía perdido”. Es obvio que, aun con una remera, jeans, el pelo corto y la sonrisa pegada a la boca, se lo ve espléndido. Y agrega: “Yo no me he hecho nada, ninguna cirugía, ni me cuido tanto. Lo único que hago es correr y tomar mucho té. Realmente nada más. Es que tengo muchas ilusiones, eso me mantiene”.

—Tenés muchas ganas de vivir, eso se nota.
—Sí, de hacer muchas cosas. Creo que todavía no he hecho la película por la que se me recordará, ni hice mis trabajos de dirección –el último fue Autómata, con Melanie Griffith–; además, descubrí el placer de la escritura y estoy muy apasionado con eso. Tengo mucho por delante.

—Si tuvieras que elegir las cinco cosas más fascinantes que te han pasado en estos años…
—Por ejemplo, conocer al presidente de EE.UU.; eso ha sido increíble que le pasara a este muchacho de provincia de España, tener una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, ser aplaudido todas las noches en Broadway, que exista un perfume con mi nombre, y mi hija Stella.

—¿Qué saca de vos tu hija?
—Mi hija es un ser muy crítico. Con ella y con el mundo que la rodea. Y conmigo, claro, y hablando español.

¿Cuál fue la crítica que más te dolió que te haya hecho Stella?
—La que nunca me dijo, pero yo sabía que la pensaba. Quizá hubo un tiempo en mi vida en que me la pasé mucho tiempo fuera de casa. Mi profesión me ha absorbido demasiado y me he perdido algunos fragmentos de su crecimiento, y nunca lo dijo, pero sé que lo tiene adentro.

—¿La ves ahora?
—Sí, voy para Los Angeles. Este año vivimos una experiencia que repetiremos, no en el mismo lugar, claro, que es tener un par de semanas solos, ella y yo. Lo hicimos en Machu Picchu y resultó maravilloso.

—¿La afectó tu separación de Melanie?
—¡Claro! A todos nos ha afectado. Lógico, 18 años y medio de casados y casi veinte juntos.

—Hay una anécdota increíble que contaste. Que viste a Melanie en los Oscar cuando ibas con Almodóvar  por “Mujeres al borde de un ataque de nervios” y le preguntaste quién era. Y a los cinco años estabas casado con ella.
—Es cierto. Eso ocurrió en los Oscar del ’89. Ella estaba nominada por Working Girl. Y perdimos los dos. En realidad, la conocí en la película de Fernando Trueba Two much, unos años más tarde.

—Y no querés hablar de la separación.
—No quiero hablar de los detalles, de los porqués, son cosas íntimas. Yo a Melanie la he querido, la quiero y la querré toda mi vida. El amor no es una cosa que se empaqueta y que tiene un color o una forma, es distinto. Hay cosas que suben, bajan y se deforman. Y en un momento determinado tomamos los dos la decisión de caminar separados. Pero no seré esa persona que entierra veinte años y diga “ahí queda”, es un tercio de mi vida maravilloso que lo mantendré siempre vivo.

—En la publicidad de “King of seduction” se te ve divino, y muchas mujeres están esperando que decidas con quién te quedás. ¿Estás un poco así en la vida?
—No, no. Yo no soy hombre de muchas mujeres, soy hombre de una sola mujer.

A pesar de haber tenido que aprender a hablar inglés perfectamente para poder estar en la industria, y luego de haber filmado Los reyes del mambo por fonética, Antonio Banderas no ha perdido el acento de su Málaga natal. Allí tiene un departamento en el centro, y en Marbella, una casa. Tampoco abandonó jamás sus costumbres, como ir cada Semana Santa a conducir la procesión de la Virgen de Lágrimas y Favores. Se ocupa de recaudar fondos y distribuirlos en las ONG adonde no llega el Estado.

—Dijiste que una de las cosas fascinantes de tu vida es tener un perfume con tu nombre. Y decís que se trata de un “negocio ético”. ¿Cómo es eso?
—Creo que se puede hacer un negocio con cierta ética. Las corporaciones, sobre todo las muy grandes, tienen cierta obligación para con las comunidades, con la gente que compra sus productos. Puig es una empresa familiar que aporta a varias instituciones en América Latina, aquí al Hospital Garrahan, por ejemplo. A mí llevar desde hace 18 años esto adelante me ha dejado una reflexión importante sobre el mundo de los negocios, que es un mundo que me interesa muchísimo. Cada vez más. Las demandas de la sociedad también se pueden satisfacer desde la esfera privada.

—Tu hermano te acompaña siempre, pero ¿qué dice tu madre al ver tu éxito en el mundo?
—Mi madre, pobrecita, ya está… es impreciso saber su edad, pero a los 86 u 87 años, ya no se da mucha cuenta. Ahora, mi madre ha disfrutado muchísimo con mi profesión. Eso lo sé.

Simpático, inteligente y muy español, sabe cómo responder cada pregunta sin “cabrearse”. Claro que de a quien sindican como su nueva novia, Nicole Kimpel, no declara nada. Lo omite, tal vez sabiendo que lo aguarda un juicio de divorcio millonario en Los Angeles. Nos piden –lo hicieron varias veces– que se termine la charla, de unos 25 minutos; entonces le mostramos una foto junto a Madonna en Evita, la polémica película de Alan Parker. Y recuerda.

—Fue “quilombo, quilombo” (usa esa palabra). Días muy intensos. Gente que nos apoyaba, gente que no nos quería, especialmente a Madonna, que tuvo mucha controversia. Banderas que se quemaban, historias pa’rriba y pa’bajo, y uno se da cuenta con los años de que Madonna estaba absolutamente enganchada con el personaje de Eva Duarte de Perón, que la admiró muchísimo y creo que ha sido el mejor trabajo que ha hecho Madonna en su carrera.

—Para finalizar, de todas las personas superimportantes que conociste, ¿quiénes te impactaron más?
—Mira, no puedo contar a todos los presidentes que conocí, de aquí a Menem y a Cristina Kirchner, que nos recibió en la Casa Rosada, Obama, Felipe González, Bill Clinton, Rodríguez Zapatero, Gerald Ford, Bachelet, Piñera, Lula Da Silva, John Major, a los reyes de España, al príncipe Carlos de Inglaterra… muchos. Ahora, desde el poder, quienes más me impactaron fueron Bill Clinton y Felipe González.

—A los 54 años, ¿te fue duro filmar con Stallone?
—No, qué va. Stallone tiene 70 y lo hace muy bien. El punto es que el mundo del cine está muriéndose y el paradigma está cambiando por razones tecnológicas. La película Los indestructibles fue pirateada y tuvo 17millones de bajadas. Después llegó a China y recaudó 72 millones de dólares, y ha terminado con 215 millones. No está mal.

Producción: Gustavo Martín Mendez.