ESPECTACULOS
TEATRO / CRITICA

Impactantes actuaciones en una comedia que no da respiro

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Talento. Jorgelina Aruzzi y Juan Minujín, dos genios de la comedia que no paran un segundo. | A. Díaz

En el año 2016 se presentó por primera vez en Buenos Aires un texto del dramaturgo francés contemporáneo Florian Zeller. Su título fue El padre y había sido estrenado en Europa apenas cuatro años antes, después Sin filtro (2018) y ahora se estrenó La verdad. Tanto en El padre como en Sin filtro formulaba el autor una propuesta escénica original: en la primera el espectador veía lo mismo que el protagonista, quien sufría Alzheimer, en la segunda también el público participaba de lo que pensaba internamente y no decía cada uno de sus personajes. Aquí presenta una comedia sin más vuelo que sus diálogos, no hay una mirada distinta a las habituales, es por eso que algunos lo ubican como un post vodevil. El tema está anunciado en la frase que han elegido como presentación y que le pertenece a Voltaire: “La mentira solo es un vicio cuando hace el mal; es una virtud grandísima cuando hace el bien”.

Zeller propone varios encuentros en los que la infidelidad está presente entre dos matrimonios supuestamente amigos. La dirección de Ciro Zorzoli impulsó un ritmo efectivo y para ello sumó cambios escenográficos a la vista y subrayados musicalmente. Con pocos elementos, Jorge Ferrari va presentando los distintos espacios, que van desde habitaciones de hoteles y livings hasta el vestuario de un gimnasio o un consultorio oftalmológico. Muebles que se desplazan y paredes que suben y bajan para modificar los ámbitos de acción.

Pero nada hubiera sido posible sin estos cuatro intérpretes. Todos tienen una intensa y evidente experiencia escénica, lo que hace que incluso sepan sortear roturas o inconvenientes escénicos con una soltura notable. El escenario es agradecido a quien lo ha transitado y esto aquí se pone en primer plano. Juan Minujín no solo encarna con sutilezas a su protagonista Martín, sino que demuestra una total conexión con cada uno de sus compañeros.

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El elenco tiene presencia escénica y consigue mantener el compás de las acciones. Jorgelina Aruzzi vuelve a demostrar que la comedia es su género, siendo impactante la entrega que hace. Tanto Valeria Lois como Héctor Díaz logran secundar, en el mejor sentido de la palabra; sus momentos los juegan de protagónicos y logran la tan difícil autenticidad teatral.   

El espectáculo La verdad presenta un juego eterno, el mentiroso atrapado en su propia red de engaños, y lo hace a través de una dirección que sabe imprimirle eficacia a cada ingenioso diálogo, corto y punzante, con cuatro actores para recordar.