ESPECTACULOS
Sbaraglia/Darin

Juntos por el arte, contra los mediáticos

El jueves estrenan el policial Nieve negra. Coinciden en que la suerte es una parte fundamental en la carrera de un actor y afirman que los arribistas deben generar angustia en los artistas que se formaron y no tienen trabajo.

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. | Nestor Grassi

Somos amigos”, aclara Ricardo Darín de entrada. Leonardo Sbaraglia lo mira, asiente y abre la ronda de mates. Una situación de living de casa, relajados, que se contrapone a los sucesos de Nieve negra, el film de Martin Hodara que se estrena el próximo jueves, en el que interpretan a dos hermanos que disputan una millonaria herencia y cuyo pasado está marcado por un hecho trágico y oscuro. Darín, a punto de cumplir 60, y Sbaraglia, de 46 años, además de estar unidos por la profesión, ungidos en la amistad, pertenecen a dos generaciones diferentes que supieron prescindir de la televisión de aire, son respetados y gozan de buena salud en cuanto a los llamados de directores locales e internacionales para ofrecerles papeles importantes.

—Tuvieron inicios diferentes. Ricardo lo hizo durante la dictadura y Leonardo en la época alfonsinista, ¿cómo comparan aquellos comienzos dentro del oficio del actor? ¿Encuentran diferencias de criterios?

DARIN: Sí, de características, te diría. Creo que cada trabajo es un mundo aparte, te sometés a lineamientos que no tienen que ver sólo con el libro sino más con las charlas que tenés con el director, del contexto, y de cuando empezás a generar una energía y un ida y vuelta con el compañero, que es el alimento de todos los días. Pocas veces aparecen ciertas cosas que debés mirar un poco hacia atrás.

SBARAGLIA: Nieve Negra fue una experiencia que pocas veces viví como actor, hemos trabajado muy en equipo, Laia (Costa), Ricardo, Martín (Hodara) y yo éramos una piña. Entre los cuatro buscábamos la mejor escena posible para cada uno de nosotros, y la encontrábamos juntos. ¿Qué quiero decir? Que podés tener formación, oficio, pero lo que manda es el aquí y ahora del trabajo.

—Empezaron como galancitos y hoy son considerados “actores serios”. ¿Cómo fue esa transición?

D: Son cosas que se van dando con naturalidad y elecciones. La televisión es muy exigente, te tiene atado, y cuando lográs separarte un poquito y mirar con objetividad, te das cuenta de que el teatro y el cine te otorgan un espacio de mayor amabilidad para poder encarar cada trabajo. En la tele, de pronto te subís a una telenovela y estás nueve meses haciendo el mismo personaje y la misma historia. En el mejor de los casos, que no es lo más frecuente, con una cosa interesante entre manos, y en otros, que son los más frecuentes, diciendo una boludez atrás de la otra sin parar. Y si tenés la mala suerte de tener un buen rating, a lo mejor estás un año y medio haciéndolo. Entonces, es difícil. El cine y el teatro te dan más independencia y capacidad de elección.

—¿Cuánto les costó?

S: Costó. Empecé haciendo Clave de sol, el primer año me costó un huevo, sentía que no daba pie con bola, que era un desastre. Paralelamente, a los 17 o 18 años, venía estudiando con Agustín Alezzo. Ya sentía que había empezado a tocar ciertas cosas que me gustaban y quería ver si se podía hacer eso en el trabajo concreto, vivir de eso, y lo busqué. A los 19 hice Huérfanos en el Pairó, dirigido por Aníbal Morixe, y no nos iba a ver nadie, pero para mí fue acercarme a lo que quería como actor, a lo que me identificaba, y tomé decisiones. Nunca más pude hacer una tira como Clave de sol porque se dio el camino del cine y el teatro, de los cuales uno siente que tiene más control.

—¿Cuánto juega la suerte en la carrera del actor?

D: Muchísimo. Hay muchísima gente talentosa que no tuvo suerte y que quedó en la red. Gente que golpeó las puertas, se chocó contra la pared y que tiene gran vocación. Solamente que no se le alinearon las coordenadas en el momento exacto. El oficio del actor es muy complicado desde ese punto de vista. Es una realidad que hay que aceptar.

—¿Cómo analizan el contexto de hoy para un joven que empieza a estudiar actuación?

D: Es bastante parecido a otras épocas. Lo que pasa es que todo se confundió por la inmediatez, por lo que construyen algunos medios, sobre todo los televisivos, de gente que salta a la exposición con poco hándicap. Sin dudas, debe generar una gran angustia en actores que a lo mejor han bregado toda su vida por formarse y no les dan la oportunidad.

—¿Entonces, ahora es más ingrato el oficio?

S: Sí, ni hablar. Lo que le aconsejaría es: quedate con lo que vos podés construir, no te quedes con lo que los demás te quieren construir desde afuera. Tanto Ricardo como yo, o los actores que uno respeta, están buscando constantemente cómo seguir creciendo. Ese es el punto.

—Trabajaron mucho afuera ¿Se trabaja igual afuera que acá? ¿Es mejor? ¿Es peor?

D: Acá se trabaja muy bien. Les damos mucha importancia a cosas que hacen a una conformación de equipo. Afuera, según las diferentes escalas, hay como categorías establecidas. Si sos actor, no estás cerca de los maquinistas, del sonidista, y en Argentina estamos más interdependientes de lo que ocurre al lado. En Estados Unidos hay una especie de divorcio en esas líneas. Por ejemplo, si un actor quiere dirigirse a un director, debe hacerlo a través de su representante o existen contratos donde se establece que un protagonista tiene que tener 51 primeros planos, 72 medios y 124 abiertos. Acá todavía se construye algo más artesanal.

S: Es como si esa fuerza y corriente teatral que hay históricamente en Argentina hubiera empapado el modo de hacer el cine. Se nota claramente eso en las nuevas generaciones, los nuevos guionistas, los nuevos directores, la gente joven, está más empapada, antes estaba más divorciada: el que hacía cine hacía cine, y el que hacía teatro hacía teatro.

—Netflix en Estados Unidos eligió a Spacey para “House of Cards” y en Francia a Depardieu para “Marseille”. En Argentina te quiere a vos. ¿Vas a hacer la serie?

D: No sé. Depende de los libros, la historia, yo pongo los caballos delante del carro. Me acercaron dos o tres esquemas con síntesis. Yo necesito ver libros, saber de qué se trata, cómo empieza y termina, y analizar cada personaje. Después decido si lo hago o no.

—Ricardo rechazó trabajar en Hollywood en un film de Tony Scott, ¿vos rechazaste alguno?

S: No. Hice Red Light para Hollywood desde España, pero desde Hollywood nunca me ofrecieron algo concreto. Hice castings, estuve en Los Ángeles tres días… Esa movida ya la hice a los 30, pero tengo 46 años, tengo laburos, me mantengo bien. Ahora voy a hacer una serie en España con Cesc Gay, para el streaming de Movistar Plus.