ESPECTACULOS
Barenboim-Argerich

La conmovedora belleza del talento

Ayer, los dos geniales artistas brindaron un concierto a dúo en el Teatro Colón. Detalles de los próximos espectáculos que conforman un festival único en el mundo.

Historico. Argerich y Barenboim en el escenario del Colón.
| Prensa teatro Colon
Pocos músicos se pueden dar el lujo de ser marca de un festival, de tenerlo enteramente a su cargo desde el rol de intérprete y curador, y de llevar a cabo en poco más de dos semanas una maratón de doce conciertos en los que alterna los roles de instrumentista y director. Daniel Barenboim, músico argentino nacido en 1942, puede hacerlo, y para eso está en Buenos Aires ofreciendo la segunda edición de su propio festival, mientras las autoridades del Teatro Colón ya están soñando cómo será la de 2016.
Los atractivos del festival son diversos. En primer lugar, la presencia del maestro junto a Martha Argerich, la pianista superstar que deleita con la fuerza comunicativa de su increíble discurso musical, y en segundo lugar, la Orquesta West-Eastern Divan, fundada por Barenboim junto al activista palestino-estadounidense Edward Said, en la que nuclea a jóvenes músicos del Líbano, Siria, Jordania, Palestina, Egipto, Turquía e Irán (proyecto que en palabras del músico no podría haber sido creado sin su experiencia infantil de libertad de pensamiento en Argentina), lo que asegura un altísimo nivel de interpretaciones. Pero además, como complemento al banquete musical, Barenboim ofrecerá el 1º de agosto un simposio de reflexión.
En una de sus charlas con Edward Said, Barenboim cita un chiste de judíos en el que se cuestiona: “¿Por qué los judíos siempre responden a una pregunta con otra pregunta?”, a lo que contesta: “¿Por qué no?”. Así fue el lanzamiento de su festival 2015, el viernes, con músicas que no generan certezas sino incertidumbres; arrancando con una obra de Wagner (puerta al atonalismo), sucedida por Schoemberg y Boulez. Buena parte del público se mostró analfabeto frente al repertorio, incluso frente al Idilio de Sigfrido, de Richard Wagner, la única obra que quizás hubiera sido más sencilla de digerir, que en lugar de ser tocada por una gran orquesta, fue ofrecida en su versión original para conjunto reducido de instrumentos. Un concierto que dejó pocas certezas, pero que invita al público a múltiples preguntas, a respuestas sólidas pero dilatadas. La fiesta siguió ayer con un programa similar (las mismas obras de Schoemberg y Boulez), además de música para dúo de pianos tocada nada menos que por Barenboim y Argerich, intérpretes que ofrecerán hoy a las 17 en el Colón un programa con música de Schumann, Debussy y Bartok.