ESPECTACULOS
Entrevista

Entrevista a Sofia Gala Castiglione y Pablo Rago

Los protagonistas de Atracción fatal hablan del desafío de hacer la versión teatral del film con Michael Douglas y Glenn Close. Polemizan acerca del poliamor y van por el compromiso.

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La monogamia. Sofía Gala y Pablo Rago interpretan Atracción fatal en el Multitabarís Comafi. | Piemonte

Atracción fatal, inolvidable película de 1987, ahora tiene su versión teatral que, al de por sí convocante título y su temática vigente, se suma el atractivo equipo de actores dirigido por Muscari y producido por Javier Faroni. El triángulo amoroso que protagonizaron Michael Douglas, Glenn Close y Anne Archer, ahora en el Teatro Multitabarís Comafi va con las actuaciones de Pablo Rago, Sofía Gala Castiglione y Laura Novoa, respectivamente. El elenco, que realiza funciones de miércoles a domingo, se completa con Esther Goris, Nicolás Pauls y Ana María Picchio.

Desde sus roles de Dan y Alexandra (“Alex”), Rago y Gala analizan las implicancias de esta pareja de amantes, a la luz de los cambios en las perspectivas de género que se verifican en la Argentina y en el mundo. Imaginan que el público se acercará y tomará distintas posiciones frente a la historia de esta infidelidad derivada en un amor obsesivo.

—Para construir sus personajes, ¿volvieron a ver la película?

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GALA: Yo la volví a ver recién en la semana de nuestro estreno, porque, para mí, para que esta obra sea buena, entretenida, es fundamental no hacer lo mismo de la película. El conflicto pasa siempre y no pasa de moda, pero en nuestra manera de encararlo… El [Rago] no puede imitar a Michael Douglas, ni yo a Glenn Close. Seríamos dos idiotas manejando el camino erróneo de la imitación.

RAGO: Yo no la volví a ver, pero me la acuerdo muy bien. La película tiene un montón de detalles que en el teatro no tenés. Esta es una propuesta nueva.

G: La obra no juzga, cosa que sí hace la película. El final es mentira. Hay otro final en el medio entre el final real y el final de la película, que es un castigo hollywoodense creado sobre el final real, en el que ella se suicida escuchando Madame Butterfly.

—¿Qué cambió en estos 30 años?

G: En otra época, la amante siempre era la enemiga, la malvada. Cuando ella queda embarazada y él le dice “Abortá, que yo te pago el aborto”. Estaba bien visto que ella tenía que abortar porque él estaba casado. ¿Qué tan loca está ella dentro de una situación en la que un hombre quiere decidir sobre el cuerpo de ella, en la que está sola, abandonada, en un mundo patriarcal donde una mujer poderosa es considerada peligrosa ya por el solo hecho de ser mujer?

R: Además, es una mujer adulta, sola, que elige no tener una familia, y la sociedad presiona sobre eso y casi le pregunta: “¿Qué problema tiene?”.

—Pablo, ¿cómo ves a tu personaje?

R:  Es el típico caso de… se mandó una cagada. Se mandó un moco. Un moco irreparable, que no repara nunca, porque tiene varios momentos para hacerlo, ¿por qué no aprovechaste ese momento para contarle toda la verdad a tu mujer? Hijo de puta, hace meses que se lo podía contar, [Alex] quedó embarazada, pasaron mil cosas. O sea, tuviste oportunidad de hacerlo... Lo que hace no queda justificado ni por aburrimiento familiar, ni porque está casado hace mucho tiempo (como si eso justificara alguna cosa).

—¿Entonces por qué lo hace?

R:  ¿Por qué no?

G:  La obra habla sobre los vínculos de amor.

—¿A esta obra le viene de rebote las polémicas actuales en torno al poliamor?

R: Hasta que pasado mañana alguien diga otra cosa….

G:  Acá el problema es la falta de comunicación en una pareja, es la traición. El problema de poliamor sí, poliamor no, no es con quién te acostás, sino el acuerdo que tenés con tu pareja. Entonces él [Dan] le es desleal más que infiel. No importa la infidelidad; importa la deslealtad. Ellos tenían una relación monógama y él la cagó y no se lo dijo. Es poliamor cuando vos y yo estamos en pareja y decimos “Bueno”, y cada uno se coge a quien quiere. Pero no es poliamor si él se coge a una y yo estoy en casa preparándole la comida  porque somos monógamos.

—¿Cómo transitan esto en sus vidas personales?  ¿Es posible la pareja, el par, el dos?

G: Yo tengo un compañero y no quiero más. Para mí es suficiente. Tengo amigos que tienen relaciones abiertas y conviven tres, cuatro amigos. Yo no podría, porque ya con uno… Para mí, el trabajo que implica una relación, lo que significa el amor es complicado: es aceptar al otro, es entenderlo, armar algo. Si yo quisiera tener una relación con otros y acostarme, no estaría con mi pareja, estaría sola.

R: La idea de pareja permite pensar en un compañero. Tener un compromiso. Esto, yo lo entendí ahora de grande. No lo sentía así cuando era más chico. De grande, le doy pelota al compromiso. La palabra que le doy a mi pareja vale y sirve como documento.

R: Y no tendría por qué no ser así. Lo que pasa es que lo tradicional, lo encasillado nos obliga a prometerle cosas a nuestra pareja, pero ¿por qué estoy con una persona que quiere algo de mí que yo no soy?

G: El compromiso requiere tanta energía, que me parece desgastante tirar escopetazos al aire. No es que no lo haya hecho. A medida que fui creciendo, el compromiso que era lo único que valía la pena. Me agarró llegando a los 40, y al tener a mi hijo, que ahora tiene 16 años: cuando nació él, me di cuenta de que soy el responsable hasta su adultez, de que esté educado, sano. Es un compromiso que tomamos juntos cuando quedó embarazada su mamá.

Televisión y heroínas

–Hay obras que son éxitos de Estados Unidos o de Europa. Y se ponen aquí.

RAGO: Las obras que funcionan en todo el mundo tocan una fibra humana común.

GALA: Algo que el teatro comercial necesita también.

R: Esta obra hace sentir incómodo…

G: Está buenísimo que esto suceda en el teatro comercial que suele ser de entretenimiento.

—Pablo,¿cómo combinás teatro y la tira en Telefe?

R: No doy más. Hoy me levanté 6:15. Empecé a grabar a las 7:30. Llegué a mi casa a las 19, hice tiempo a hacer caca y venir.

—Sofía, ¿qué personajes recordás?

G: Mi primer personaje en el cine fue Mabel, en El resultado del amor de Subiela. Luego Eurídice, que hicimos muy poco tiempo en el Matienzo. Estaba en un momento difícil de mi vida y me ayudó a sobrellevarlo. Y Alanis [película con la que ganó un premio Concha de Plata]. Me conmueve interpretar mujeres fuertes y heroínas.

—¿Así es Moria ?

G: Sí, claro. Mi mamá me crió prácticamente sola; me criaba e iba a trabajar. Siempre me enseñó que la mujer y el hombre eran iguales.