Una de las grandes fortalezas de Madre coraje es, sin dudas, el trabajo excepcional de Claudia Lapacó. La experimentada actriz brilla en esta versión del clásico del alemán Bertolt Brecht dirigida por José María Muscari. Se la puede ver en ese rol exigente –el de una madre que viaja por una Europa carcomida por las guerras con sus tres hijos y un carro repleto de objetos a la venta– cuatro veces por semana –jueves, viernes y sábados a las 21; domingos a las 20.30– en el teatro Regio (avenida Córdoba 6056).
Con 78 años, Lapacó aborda ese astuto y valiente personaje que logra sobrevivir en un entorno muy complicado con una vitalidad y un compromiso asombrosos. Hace unos años le había tocado interpretarlo en un semimontado del ciclo Teatrísimo para la Casa del Teatro y la había enamorado por completo. Finalmente se dio. Y lo cierto es que el resultado es muy loable. “Muscari me había llamado varias veces para trabajar juntos, pero yo siempre estaba ocupada con otra cosa –cuenta la actriz–. A fines del año pasado me llamó cuando estaba por irme a Mar del Plata con Filomena Marturano (Lapacó ganó el premio Estrella de Mar por su labor en esta obra de Eduardo De Filippo, que tambien protagonizaron en su momento Tita Merello y Sophia Loren) y pensé que otra vez no íbamos a coincidir. Cuando me dijo que era para octubre de 2018 y que la obra era Madre coraje me puse a llorar. ¡Era un sueño cumplido!”.
Ese sueño, además, se hizo realidad de la mejor manera. Porque Lapacó y Muscari sintonizaron muy bien en el trabajo conjunto: “Es un director fantástico –opina ella–. Estoy muy sorprendida con su trabajo. Nos llevamos maravillosamente bien desde el minuto uno, pero eso es fácil cuando hay alguien con tan buena energía, con tan buen humor como él. No se cansa de plantear exigencias. Incluso después del estreno siguió aportando ideas, haciendo pequeños cambios que mejoraron la obra. Es muy generoso con el trabajo. Tanto como lo es un padre con un hijo al que adora”.
Ganadora del Martín Fierro en cuatro oportunidades, Lapacó es una auténtica apasionada de su trabajo, como queda claro cuando dice cuál es hoy su deseo más preciado: “El único pedido que le hago al universo es poder trabajar hasta el día de mi muerte. Yo vivo para la actuación. Estoy orgullosa de la edad que tengo, de tener buena memoria y de estar vigente como actriz”.
A tono con la época, también celebra las conquistas del feminismo en los últimos años: “Admiro cómo muchas mujeres se han plantado y dado la cara –señala–. La mujer tiene un rol muy importante en la sociedad, pero nunca tuvo igualdad. Muchos hombres se enojan porque creen que estamos tratando de desplazarlos, y no es así. Pero deben entender que una mujer tiene los mismos derechos que un hombre. Después están esas cosas que son inadmisibles, como lo que te pueden decir por la calle. Eso se tiene que terminar. Me acuerdo de que cuando llegué a París en los años 60, yo acababa de ser princesa del concurso Miss Argentina. Caminaba por la calle y ni me miraban. Primero lo padecí, porque lamentablemente estaba acostumbrada a otra cosa, pero después me sentí más libre que nunca”.
Entredicho con Legrand. El malentendido que provocó una simple declaración de Claudia Lapacó hace unos años reapareció hace apenas unos días en el programa de Mirtha Legrand, obstinada en volver sobre el asunto. Lapacó y la veterana diva de los almuerzos fueron compañeras en La dueña, una miniserie que Telefe estrenó en 2012 y que fue promocionada como el regreso a la ficción de Legrand, quien trabajó más intensamente como actriz de cine, teatro y TV entre los 40 y fines de los 70. En una entrevista periodística, ante una pregunta concreta sobre el tema, Lapacó respondió que prefería trabajar con actrices antes que con estrellas. Mirtha se sintió aludida y de inmediato la llamó por teléfono para pedirle una aclaración que ahora volvió a exigir en su programa. “Ella es una estrella como no hay otra en el país. Una mujer inteligente, lúcida, que puede mantener una conversación interesante con cinco o seis personas al mismo tiempo en televisión –sostiene Lapacó–. Pero yo no cometí ningún error, no dije nada terrible. Y ella lo sabe”.
