ESPECTACULOS
Germán Palacios

“La Villa 31 es nuestra favela”

El actor protagoniza Impuros, producción brasileña sobre el narcotráfico. Cree que en la Argentina, con decisión, podrían hacerse ficciones similares. Celebra el #Metoo.

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Pensador. Palacios considera que las series narco tienen audiencia por la violencia social reinante. mafia. En la piel del boliviano que interpreta en la serie Impuros. | cedoc

El género del policial, primero el clásico y, luego, el negro, desde hace casi dos siglos sabe la fascinación que produce la ficción centrada en el crimen. Actualmente, el mundo del narcotráfico genera películas y series que convocan a muchos espectadores. A ellos busca llegar la novedad Impuros. Hasta que la muerte los separe. Se trata de una producción brasileña original de Fox Premium, cuyos diez capítulos están disponibles en la app de Fox para suscriptores de Premium, mientras se prepara la segunda temporada, que ya está escrita y se filmará en el primer semestre de 2019. Basada en algunos hechos reales del narcotráfico en Río de Janeiro en los años 90, y hablada en portugués, está dirigida por Tomás Portella y René Sampaio. El centro del conflicto gira en torno a Evandro do Dendê (Raphael Logam), un joven que vive en las favelas cariocas; por necesidad económica y venganza se volverá líder del tráfico de cocaína no solo en su país sino en América Latina. Cuenta, además, con tres actores argentinos: Julieta Zylberberg, Jean Pierre Noher y Germán Palacios. Este último conversó con PERFIL:

—¿Qué concepto del narcotráfico aparece en esta serie?

—Tomás Portella me recordó que, series sobre narcotráfico, hay muchas. A él le interesa mostrar el vínculo entre los personajes, más que la historia del narcotráfico en sí. Para el protagonista, está el vínculo con su madre; para el policía que lo persigue, el vínculo con su hija y con su ex; para mí, que soy un narcotraficante boliviano (Arturo Urquiza), es el vínculo con mi hermano, que necesita un trasplante.

—¿Creés que el público hará comparaciones con Narcos, dedicada al narcotráfico en Colombia en los 90?

—No lo sé ni me interesa. Impuros va a tener una cantidad de gente a la que le interese dónde pone el acento. Yo, Narcos no la vi; no creo que la vea tampoco. El valor de Impuros es el punto de vista profundamente humano.

—¿Cómo compusiste a tu personaje?

—Personajes del narcotráfico ya están muy vistos y, en algún punto, son bastante cliché. Entonces, nosotros trabajamos a partir de los vínculos. Todo lo que adorna la historia, el contexto del narcotráfico, ayuda mucho a la caracterización. Mi rol es prácticamente como el de un cowboy; es una persona que vive en una fazenda. Tiene todos los recursos del narco, los lugares comunes de la riqueza, del poder. Lo interesante es lo que le pasa con el hermano, el aspecto humano y sensible. El resto, de algún modo, ya lo conocemos.

—¿Qué decisiones idiomáticas se tomaron con los actores hispanohablantes?

—Los directores tienen una libertad maravillosa. No es la primera vez que trabajo en portugués; ya lo hice para O Globo. A ellos, lo que les interesa de un actor extranjero es que pronuncie el portugués como un extranjero. No buscan la perfección; menos en el caso de mi personaje, que es un boliviano tratando de entenderse con un brasileño. Se armó una convención muy divertida, un portuñol muy libre, sujeto a errores, sin pretensión académica, ni rigor idiomático.

—¿Por qué creés que a mucho público le atraen las series violentas?

—Por mi experiencia de haber hecho Tumberos, todas las temáticas sociales fuertes tienen impacto en los espectadores. El manejo de la violencia de los realizadores brasileños es muy estricto; tienen un gran nivel de crudeza. Los actores brasileños son intensos, verdaderos, tienen un physique du rôle exacto, no de belleza europea, sino con variedad de tipos femeninos y masculinos. Al margen de esto, vivimos en una sociedad violenta: el noticiero es violento, o el noticiero es una ficción o supera la ficción.

—El espacio, la ciudad es una suerte de personaje en estos relatos violentos…

—En Impuros está la favela, en los morros, que en Río de Janeiro genera una separación y una convivencia forzosa con la ciudad. Cuando (en Buenos Aires) yo iba a trabajar al centro, desde la autopista, pasaba por la Villa 31, que hoy es como una de nuestras favelas, solo que la mayoría de la gente no sabe cómo es la vida allí, cómo son sus códigos ahí adentro.

Conflictos locales

—¿Cómo analizás trabajar en una superproducción extranjera, frente a las limitaciones económicas de las producciones locales?

—Se va ampliando la frontera. Es una sensación muy agradable, porque conocés estilos de trabajo diferentes, y tenés oportunidades que quizás acá no tenés. Acá también en algún momento haremos una serie que llegue a un nivel muy alto, porque acá también hay mucho talento; solo que empezamos un poco más tarde en lo que es hacer contenidos para plataformas. Económicamente es factible; depende de voluntades, de decisiones. Talento sobra.

—¿Qué reacciones están teniendo los actores varones en relación con las repercusiones que generaron las denuncias contra Juan Darthés, por acoso y violación, que permitieron reconocer miles de casos similares?

—No puedo hablar en representación de los actores. Puedo hablar por mí. A mí me parece extraordinario. Es un cambio de época y de paradigma, que los varones tenemos que escuchar atentamente y acompañar alegremente, gustosamente. Como todo es bastante nuevo y habla de algo que viene sucediendo hace demasiado tiempo, ahora hay mucha efervescencia porque es el único modo en que se puede manifestar esto. Las actrices mismas están haciendo un esfuerzo muy grande; se agrupan aunque no estén de acuerdo, pero se someten a esas diferencias para llegar a acuerdos y poner la causa por delante. Es un tiempo muy rico, al que no tengo dudas que muchos actores y compañeros que conozco sé que apoyan, como a otras causas que merecen la pena.