ESPECTACULOS

Los artistas como él no se mueren

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La muerte de Alfredo es una pérdida enorme. Era un gran amigo, una persona divertidísima en la intimidad y a la vez muy serio y tímido. Era muy personal con la amistad. Estaba muy escondido y tuvo una vida muy retraída. Nunca lo vi en mis 53 años de trabajo mostrándose en ningún lado. Tenía una vida subterránea de comer con cierta gente, y yo tuve esa suerte. Ahí se transformaba, hablaba de teatro todo el tiempo y era muy gracioso. Muy. Tenía una ironía muy grande y un gran sentido del humor. Entre amigos estaba siempre riéndose.
Siempre lo vi en teatro, en las miles de cosas en las que actuó. Coincidimos en el tiempo en España e hicimos una nota juntos en una plaza en Madrid de la que conservo la foto. Cuando uno está en otro país y tenés que hacer un reportaje con un colega del mismo lugar que uno hay otra complicidad. Lo acababa de ver en El público, una de las obras más extrañas y surrealistas de García Lorca. El estaba espectacular en el María Guerrero. Fundamentalmente fue y será un ejemplo de este laburo, alguien que sin hacer ruido ni recurrir a nada extraño, hizo una de las carreras más impecables de la historia del teatro argentino.
Era de verdad un monstruo. Hizo Shakespeare, obras terribles para las que se iba a estudiar el libreto a, por ejemplo, un lugar en la costa y volvía con los cinco actos completos aprendidos de memoria. Gente como él que tiene todo su alimento y su historia estaba arriba del escenario.  En su último trabajo, Final de partida, una obra de Beckett muy fuerte, interpretaba a un ciego que estaba en silla de ruedas. Lo hizo de manera brillante. Le presté muchísima atención, estaba muy cerca porque era la sala más chica del San Martín y noté que hizo toda la obra con los ojos cerrados. Una cosa impresionante. Los artistas como él no se mueren