Luciano Gauna vive en una casa prestada, con un inestable trabajo de muñeco animador de fiestas
infantiles, sin novia y con guiones a medio escribir. Pero lo que para su entorno representa un
frustrante presente a él no parece preocuparlo demasiado.
Interpretado por Daniel Hendler, Gauna hace inevitable la referencia a
El fondo del mar de Damián Szifron. Ambos personajes comparten particularidades, alejadas
de un héroe tradicional, que hacen que el espectador los siga en sus desventuras y sus ataques
frenéticos.
En
Los paranoicos, debut cinematográfico de Gabriel Medina y una de las tres películas
argentinas que se presentan en la Selección Oficial Internacional del Bafici,
el director trabaja con la figura del antihéroe y su contracara, el
“mediocre” amigo del joven exitoso que triunfó en España y regresa a Buenos Aires (de
visita) y se reencuentra con sus pares.
Gauna descubre con el regreso de su amigo y su inquietante novia (Sofía, interpretada por
Jasmín Stuart) que es el protagonista indeseado de la serie
Los paranoicos, escrita por su ex compañero del secundario y suceso en España.
Dato al margen para el mero anecdotario: Gabriel Medina director de
Los paranoicos y homónimo de un personaje de la serie televisiva
Los Simuladores fue asistente de dirección de Damián Szifrón con quien, muchos dicen,
habría saldado algunas cuentas pendientes en el guión de su film en este juego de espejos entre
personaje y autor.
Hendler es quien tiene el timón del film haciéndolo seguir su pulso. Es el protagonista
solitario de logradas situaciones como una desopilante danza en su casa o un arranque de ira, con
destrozo de botellas incluido, en un supermercado chino y quien se inmiscuye entre su amigo y su
novia para conformar un tibio triángulo amoroso.
Se trata de una película de género narrada en tono de comedia que, a pesar de lograr un
resultado irregular con su principal falla, quizás, en injustificados vaivenes narrativos, es
entretenida, con buenas actuaciones, buena musicalización y destacadas situaciones de humor.