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Esmeralda Mitre: ‘‘No estoy en televisión por elección propia’’

La actriz habla de un posible futuro como madre, dice que Darío Lopérfido le salvó la vida y se muestra conforme con la gestión del Teatro San Martín.

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Esmeralda Mitre. “Prefiero series como las de Netflix, que tienen más que ver con el cine.” | Piemonte

Es una militante del teatro. Tuvo el lujo de ser dirigida por Juan Carlos Gené, y en este momento por Helena Tritek. Así es que Esmeralda Mitre disfruta de este presente teatral, antes de enfocarse en la realización de su próximo protagónico en cine junto a Pablo Bossi. Regresó al Teatro San Martín, tras haber trabajado allí en el El príncipe de Homburg y Hamlet, para formar parte del espectáculo La reunificación de las dos Coreas. La obra es dirigida por Helena Tritek, con quien tiene un interesante proyecto sobre Evita. Separada de Darío Lopérfido, ex director del Teatro Colón, pone su energía en el trabajo.

¿Qué te convenció para volver al Teatro San Martín?

—Porque es el teatro en el que todos los actores queremos actuar y siempre soñé con trabajar acá. Estoy agradecida a la vida de que me esté pasando esto porque no todo el mundo puede tener la gracia de que algo tan maravilloso le pase y a mi corta edad tener este recorrido en el San Martín.

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¿Cómo ves la gestión actual del Teatro San Martín?

—Culturalmente, tiene una gestión fantástica y una programación de alto nivel. El hecho de que Jorge Telerman sea el director es un plus muy importante porque es un hombre culturalmente indiscutible. Incluso, todas las obras llenan las salas y eso habla por sí solo, porque no siempre ha sucedido. El teatro está en maravillosas condiciones. Se cerró, como sucede con todos los teatros del mundo que se cierran para dejarlos nuevos e impecables.

¿Elegiste trabajar con Helena Tritek?

—Sí, es una de las más grandes directoras que tiene la Argentina y una de las que más admiro en este país. Después de ella quizá me gustaría trabajar con Agustín Alezzo.

¿Qué fue lo que te atrapó de la obra?

—Lo primero que me atrapó es que es de uno de los dramaturgos contemporáneos más importantes (Joel Pommerat) y ganó en el Festival de Avignon, que es el festival de teatro más importante del mundo. Creo que es un dramaturgo al que no se lo puede encasillar. Yo lo comparo con Shakespeare porque trata todas las problemáticas más complicadas de la humanidad, como la envidia, la desidia, el amor, el desamor, el destrato, la desunión y la falta de diálogo, que es algo que sucede mucho en nuestro país y en el mundo.

¿Tu personaje?

—La obra plantea escenas de 15/20 minutos cada una. Cada escena tiene una historia; yo interpreto a una novia cuyo marido la deja plantada en el altar y empieza una especie de drama que termina con su vestido de novia roto. El vestido que uso es el que usé cuando me casé (se casó con Darío Lopérfido en 2014). Ese vestido es parte de mi vida y está en la obra.

¿Cuáles son tus prioridades hoy en día?

—Hoy mi prioridad es actuar. Estar en una obra para mí es como parir un hijo, no sé lo que es parir un hijo todavía pero realmente creo que es así. De hecho, una vez, antes de estrenar una obra soñé que el director me quería sacar un hijo y era el ginecólogo y me decía “pujá, dale, vamos” y era que la obra se estaba estrenando.

¿Tenés amigos actores en el exterior?

—Sí, tengo muchos porque tengo un representante en España. Imanol Arias es uno de mis grandes amigos, al igual que Juan Ribó y Paz Vega.

¿Qué te dicen de la cultura en nuestro país?

—En España no hay tan buen teatro en comparación con nosotros. Argentina tiene un teatro muchísimo más rico y en general hay una admiración gigante y un respeto enorme por los actores y por el teatro argentino. Ni siquiera se animan a compararse, al menos en España. Aunque tampoco nos podemos comparar con Europa, que tiene grandísimos directores. Argentina es una ciudad de avanzada en cuanto al teatro junto a París, Nueva York y Berlín, o en Polonia.

¿Cómo te ves en el futuro, sólo actuando?

—El día de mañana me gustaría dirigir y también tengo mucha tendencia a producir, en el sentido de pensar qué es lo que puede funcionar o no, no poniendo plata. Buscar autores y directores que puedan funcionar. De hecho, con Darío lo hemos hecho mucho.

¿Preferís el teatro o la televisión?

—El teatro, no hay punto de comparación. En todo caso, prefiero series más como en Netflix, que tienen que ver más con el cine. Me parece que hoy en día la televisión en Argentina se está complicando porque nadie llega a las diez de la noche a ver una serie. Para mí primero está el teatro y después el cine.

¿Por qué no estás en televisión ahora? ¿Es por elección propia o porque no te llaman?

—No estoy en televisión por elección propia. Absolutamente.

¿Cómo vivís la exposición?

—La acepto como es. En general, soy agradecida con la prensa porque no creo que uno pueda ser actor sin que la prensa lo acompañe. Cuando la prensa se pone más dura o difícil, lo puedo comprender porque me ha dado tanto bueno que entiendo que necesiten de lo otro.

Viviste en Alemania, ¿La vida que llevabas allá es muy distinta a la que llevás acá?

—No es tan distinta porque cuando viví ahí vivía con Darío, estábamos todo el día en el teatro y en la ópera, como acá. Lo que sucede en Alemania es que hay una cosa mucho más íntima mientras que acá la cosa es mucho más social y de diversión. En Europa la vida es mucho más estricta y fría.

¿Te gustó vivir en Berlín?

—Me gustó porque me enriqueció mucho culturalmente pero sentía mucho el sufrimiento que se vivió allí. Es una ciudad que me producía cierta tristeza. Yo pisaba el piso y pensaba “acá hubo una bomba” o viajaba en el tren y pensaba que por acá se escapaba la gente y no me podía abstraer de eso. Obviamente, trataba abstraerme pero la pena se siente igual.

¿Soñás con volver a casarte y tener hijos?

—Sí, me gustaría tener un hijo, uno. También me parece que la vida en pareja siempre es más linda, mejor y más constructiva. Yo tuve una experiencia muy buena y no siento un fracaso porque se haya terminado, de hecho lo siento un éxito porque fue una pareja maravillosa. El me salvó la vida y siento que yo se la salvé a él. Por el momento está terminada pero no se sabe qué puede llegar a pasar mañana porque es una pareja bastante abstracta, fuera de lo normal y de lo común, en la que hay un amor muy intrínseco.