ESPECTACULOS
Alejandro Tantanian

“No hay voluntad de polémica”

El director del Cervantes analiza programación y decisiones presupuestarias. Su mirada sobre la Eva Perón que hará Benjamín Vicuña.

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Remera. Tantanian busca darle su impronta personal al Teatro Nacional Cervantes. Hizo refaccionar, entre otras cosas, su oficina. | obregon

Alejandro Tantanian tuvo casi un año para conocer, concebir y organizar su aterrizaje en el Teatro Nacional Cervantes. Había aceptado el puesto de director artístico a comienzos de 2016 y recién el 17 de enero de este año ingresó, pero ya con equipo y programación que viene resultando convocante, como La terquedad, de Rafael Spregelburd.

—¿Qué lugar tienen los clásicos nacionales en esta gestión?

—No creo que haya clásicos argentinos. No voy a apoyar un teatro arqueológico. La tradición forma parte del presente. Antes, había que hacer sólo teatro latinoamericano, preferentemente argentino. Esto desapareció a partir de esta gestión. Homologar “teatro nacional” a “nacionalidad del autor” es algo que atrasa por lo menos dos siglos. El teatro nacional es el que se produce en el país. Un teatro público tiene la obligación de empezar a ver cuáles pueden ser los clásicos del futuro, porque los clásicos del pasado ya los conocemos todos. Uno venía a este teatro y asistía a ceremonias de máquina del tiempo.

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—¿Planteás alguna línea ideológica, política, en la convocatoria de artistas?

—Yo estoy trabajando con artistas que considero extraordinarios en lo que hacen; después lo que piensen, lo piensa cada uno... Uno es funcionario de este gobierno. [Pero] yo soy quien soy, mi historia es conocida, el que quiera creer que me transformé en macrista que lo crea: mis actos dicen lo contrario.

—¿Cuál es la situación presupuestaria del teatro?

—Este teatro es un ente autárquico. Con el presupuesto que te asignan Cultura y Hacienda, hacés, artísticamente, lo que se te cante. Obviamente, hay que ser claro, cristalino, pero no dependo de un ministro. El presupuesto de este año es de 215 millones de pesos. El año pasado fue 195. El aumento no reconoce lo que ha pasado en el país, pero es el presupuesto que hay, y además hay muchas posibilidades de traer dinero de otros lados y de unirse con teatros hermanos, teatros nacionales del mundo todo, para coproducir.

—En julio, se estrenará “Eva Perón”, de Copi, con Benjamín Vicuña como protagonista. ¿Creés que será un momento polémico de la programación anual?

—No hay ninguna voluntad de hacer polémica más allá de que la polémica se arme. Por eso previmos un plan comunicacional que no se pudo llevar a cabo. Colapsó, lamentablemente, con la nota que salió en PERFIL [donde Vicuña, Juan Gil Navarro y Renata Schussheim nombraron al artista para el protagónico]. Por eso, no pudimos hacer el lento comunicar que habíamos pensado para que no hubiera un impacto mediático de este tipo, que no es el esperado ni el deseado. La polémica se armó porque la noticia salió de una manera off the record. El personaje de Eva lo tiene que realizar un hombre. Copi presenta la idea de la impostura o las diversas máscaras que generan ese efecto de distancia que Copi pretende.

—En ese sentido, ¿el lenguaje español pronunciado con un acento chileno funcionaría como otra máscara más?

—Sí, claro, se pensó en eso; es todavía más distancia respecto del personaje real, como se suele hacer a Eva. Copi no hace un docudrama a la manera del musical de Broadway, el argentino o las películas que hicieron Madonna o Esther Goris. Esas Eva Perón, realizadas por actrices, tienen una idea mimética: transformarse en el rol, ser el personaje. Copi trata con la iconografía, con el teatro develador de máscaras.


Dificultades propias y ajenas

—¿Realizarás reformas en el Cervantes?

—Entramos en obra en breve por el tema fachada y terrazas, se va a sacar el andamiaje, se va a poner un obrador. La obra va a durar entre 12 y 16 meses. Paralelamente, haremos un plan posible para algunas refacciones internas. Ya hemos arreglado los baños de la platea; se hizo la puesta a punto de la iluminación en espacios de circulación; reciclado del foyer y reciclado de la sala Luisa Vehil, con platea retráctil y escenario con piso flotante; hemos reorganizado las oficinas de dirección.

—¿La oficina de dirección estaba inhabitable?

—No, no era inhabitable; la habitaba gente con gustos distintos. La cuestión de los colores, esas cosas…

—¿Podrías cerrar el teatro por reformas?

—Hay un plan estructural más complejo que hay que llevar a cabo con mucha cautela, porque yo no quiero cerrar el teatro ni un solo día. Si esto no puede ser así, no será durante mi gestión. No me interesa ser el que maneja un teatro cerrado.

—¿Cómo ves la situación de teatros como el Alvear y el San Martín, cerrados?

—Mal, con preocupación, con dolor. La complicidad, la desidia frente a eso es de muchos, no es de una sola persona. Es una situación insostenible.
—¿Cómo ves la reducción de público en el teatro comercial?

—También en televisión, los actores están sin trabajo; es muy duro. Son varios factores. La situación económica, sin duda. Después, hay una suerte de responsabilidad respecto a qué se cree que es lo que la gente consume. Entró en crisis ese modelo también; habrá que volver a pensar los contenidos. Cada productor sabe lo que hace y cómo es el funcionamiento del negocio.