ESPECTACULOS
TEATRO

Por qué, ahora, Multitabarís

La actividad teatral acompaña la época, con una caída de consumo desde 2016. Decir lo contrario sería marketinero, justamente en una actividad donde el brillo y el humo las más de las veces esconden la realidad. Los números no tienen ideología: son fríos y contundentes.

20181005_atraccion_fatal_teatro_cedoc_g.jpg
En cartel. Atracción fatal, Cuerpos perfectos y La ratonera son las obras con las que Carlos Rottemberg decidió inaugurar el complejo teatral Multitabarís Comafi, en avenida Corrientes. | cedoc

La actividad teatral acompaña la época, con una caída de consumo desde 2016. Decir lo contrario sería marketinero, justamente en una actividad donde el brillo y el humo las más de las veces esconden la realidad. Los números no tienen ideología: son fríos y contundentes. Los bordereauxs hablan, me gustó siempre repetir en mis tantos años de profesión. La Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y Musicales (Aadet) cumplió el último 21 de septiembre cien años. La mejor fuente para conocer esta especie de “boca de urna” en la que se convierten las boleterías teatrales del país a la hora de establecer demanda, fundamentalmente de nuestra clase media, la mayor consumidora de estas disciplinas.

Ante este panorama, recordamos con Tomás, mi hijo mayor, que en 2001 inauguramos el Multiteatro (hoy también Comafi) como manera de responder al momento. Nada mejor que observar y hacer lo que bastante antes hicieron los cines con sus unisalas tradicionales.

Fueron por multipantallas. ¿Por qué no adaptar teatros a ese formato? Así, logramos multiplicar escenarios y butacas, fuentes de trabajo y chances de acertar algún éxito más seguido, sabiendo que lo único que no se multiplica es el costo fijo de su funcionamiento. Buena fórmula para bajar el gasto “per sala”. Una fuerte inversión inicial y una apuesta a sortear crisis “a la japonesa”: trabajando más.

Nuestra empresa inauguró ahora el Complejo Multitabarís Comafi, tres salas ubicadas en el histórico edificio donde funcionó desde 1924 el mítico Ta-ba-rís. Elegimos hacer sobre un teatro otro teatro, y debajo del teatro, otro teatro. Triplicamos escenarios, puestos de trabajo artístico y capacidad para el público. Es decir, seguimos apostando por nuestra cultura teatral como desde hace 43 ininterrumpidos años.

Sin perjuicio de lo anterior, reconociendo que solo con la boletería hoy ya no alcanza, decidimos ponernos apellido de casados para lograr el objetivo. La presencia de una marca nacional, de una familia argentina (los Cerviño), que se dedicaba a otro rubro mostró convicción por apostar a la cultura y poder ofrecer beneficios teatrales a su clientela, redondeó el proyecto. Hoy la sinergia con Banco Comafi garantiza mejor continuidad teatral. Motivo extra para celebrar.

En lo personal siempre sostuve que los edificios teatrales son el puntapié inicial para que en ellos se desarrolle el hecho artístico. Los edificios teatrales sobreviven a las personas o a las empresas. Cuando vemos un espectáculo no nos detenemos a pensar que estamos en un recinto que alguna vez se gestó. Tal vez construido hace ochenta, cien o 120 años atrás, pero anclado como parte del acervo cultural de su comunidad.

Soy un convencido de que el Estado no debe auspiciar el circuito del teatro comercial. Ya lo hace con la Ley de fomento impositivo de los años 50, a modo de contraprestación por resultar el inmueble teatral el único que tiene una clara restricción al dominio privado, al obligar al propietario, en caso de demolición, a realizar otro teatro en la nueva construcción. Creo que para el sector privado no se puede pedir más. De lo contrario perdería razón de ser el riesgo, justificación moral de cualquier buen empresario. Agotan aquéllos que resultan capitalistas a la hora de los beneficios y se transforman en socialistas en los quebrantos. Somos pocos y nos conocemos mucho, en una modalidad transversal a cualquier actividad comercial.

Soy teatrista más que empresario. No tengo dudas de eso. Lo llevo a la práctica porque creemos en lo que decimos. Eso nos hace todo más sencillo. Vendí mi primera entrada como profesional cuando no llegaba a mis 18 años ¡y aún gobernaba la señora de Perón! Nunca dejé de construir o reciclar un teatro bajo todos los presidentes en cartel. Salvo, como bien apuntó Guillermo Francella en la inauguración de Multitabarís Comafi, en el de Federico Pinedo porque no me dio tiempo en esa noche.

Hacemos teatro porque nos mueve la pasión por hacerlo. El colectivo teatral lo cuida para que goce de buena salud, empeñando profesionalismo y convicción.

El público lo reconoce con su presencia histórica, resultando nuestro país el único del mundo que tiene más espacios escénicos que pantallas de cine. Una seña de identidad del teatro argentino.

*Empresario teatral.