ESPECTACULOS
Andrea Bonelli y Luciano Castro

Prefieren competir entre colegas antes que con latas

El está en El Trece con Las estrellas y ella en Telefe con Fanny la fan. Juntos hicieron teatro y acaban de bajar de cartel. Hablan del país, del oficio, y analizan la realidad; además, el actor defiende Mar del Plata y los espectáculos que allí van.

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Off. Juntos hicieron Juegos de amor y de guerra y mantienen la esperanza de volver en breve al Centro Cultural de la Cooperación con Oscar Barney Finn. | cuarterolo

Graban todos los días para distintos canales de televisión y competirán en el mismo horario en diferentes tiras. Andrea Bonelli será Adriana Pecoraro en Fanny la fan por Telefe –que arranca el lunes 26– y Luciano Castro es Mariano Montenegro en Las estrellas, por El Trece. Acaban de bajar el espectáculo teatral Juegos de amor y de guerra, de Gonzalo Demaría y con dirección de Oscar Barney Finn, en el Centro Cultural de la Cooperación, pero esperan volver a hacerla o iniciar gira. Una experiencia exitosa de la que también hablan (ver recuadro).

—¿Cómo viven el tener que competir en una de las franjas horarias más importantes de la televisión?

Castro: Prefiero tener a mis colegas enfrente en vez de una lata… Es un lujo contar en la pantalla de al lado con un elenco como Verónica Llinás, Gabriel “Puma” Goity, Agustina Cherri, Luciano Cáceres, Julieta Díaz, Laura Novoa, Mex Urtizberea o Luis Ziembrowski. Quiero que todos los actores tengan trabajo. Cuando vino al teatro Pablo (Culell) para ver el espectáculo, nos reímos y subrayamos “vamos a competir”.

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Bonelli: La televisión hoy está muy pareja. En esta nueva tira interpretaré a una actriz frustrada que volcó todo para que su hija (Agustina Cherri) sea una estrella. Mi papel es un delirio. Mi personaje fue pareja del dueño del canal (Puma Goity) y ahora quiere volver a actuar. Es una ficción dentro de otra ficción, ya que se está grabando una tira sobre vampiros que protagoniza Luciano Cáceres. Me dio mucho placer volver a Underground. Siempre creamos juntos, tenemos muy buen diálogo y comunicación tanto con Pablo (Culell) como con Sebastián Ortega.

 —¿Lo tuyo es sólo una participación especial en “Las estrellas”?

C: Sí. Es mucho más corto, sólo dos meses de grabaciones. Las estrellas es una tira costumbrista. Hago de un antigalán. Quiere ser fachero pero mi personaje se queda a mitad de camino. Conseguimos un código con Gonzalo Valenzuela, Esteban Lamothe y Rafael Ferro. Siempre busco complicidad con mis compañeros de elenco; aquí también lo conseguí, como ya lo había hecho en Señores papis. Me divierte mucho hacer comedia.

—¿Cómo conjugaron en su momento las grabaciones de televisión con los ensayos teatrales?

C: Con mucho esfuerzo, son 11 horas de trabajo en la televisión y después ensayábamos hasta la madrugada. Los peores días siempre fueron los viernes, porque llegábamos muy cansados, pero entrás al camarín y te transformás. Es la mística del teatro: no tiene explicación. Por eso para mí es importante mantener esta línea, este contacto. Hablo con Gonzalo Demaría, Luciano Cáceres, Barney Finn o Andrea y me dan lugar para crecer como intérprete. Son importantes estas oportunidades, no puedo dejarlas pasar, me alimentan como actor.

B: Es cierto, entrar al teatro es revivir. Nosotras, las actrices, con el tema del maquillaje tenemos que llegar mucho antes que ellos para grabar en televisión. También usamos los fines de semana para ensayar teatro. Creo que hoy los escenarios independientes están más abiertos; antes cuando ensayaba con Mónica Viñao y llegaba de la televisión me miraban muy raro.

C: Grandes actores, como Alejandro Urdapilleta, Carlos Belloso, Pablo Cedrón, Humberto Tortonese o Antonio Gasalla llegaron del under a la televisión y eso le hizo mucho bien a la pantalla.

—Se habla de la crisis que afecta al teatro: ¿cómo lo viven?

C: Soy marplatense, por lo cual palpé la falta de público; saber que hay cuarenta espectáculos pero que sólo funcionan tres… No soy Rotemberg, pero Mar del Plata es mi ciudad.

—¿Por qué creen que los espectáculos que mejor funcionan son los más caros?

B: La clase media que puede pagar la entrada ve ese tipo de obras. Son propuestas que tienen una gran inversión. Sigue habiendo gente con poder adquisitivo en esta ciudad. Igual creo que no es la misma cantidad de público que iba el año pasado. Hoy la media no es la misma. Es un momento económico incierto y muy complicado.

C: Que nadie se sienta menospreciado, pero hay detrás de estos espectáculos una apuesta comercial muy fuerte, con publicidad. El público que elige ir al teatro tal vez se decide por lo que está más difundido y después no va a cenar.

—¿Qué es lo que más les preocupa del país?

C: A mí, el país. Es una pregunta inmensa… seguridad, salud, educación, todo.

B: No quisiera que haya un retroceso. Más allá de las críticas que se le pueden hacer al gobierno anterior, habíamos ganado en algunos temas. Siento que en la Argentina no se mantiene lo bueno que se ha hecho. Están todos los temas que detalló Luciano, y sumo el femicidio. No quiero un retroceso ni económico ni social, ni perder los derechos.


Un Centro Cultural no comercial

“Me encanta cómo escribe Gonzalo Demaría –confiesa Andrea Bonelli–, y Juegos de amor y de guerra me pareció muy fuerte, porque tenía su impronta. La historia la sentí muy atractiva y me dio la posibilidad de trabajar con Barney Finn”. “La leí sabiendo que había sido un hecho verídico –continúa Luciano Castro–, y eso me cambió. Al principio creí que era una historia de amor, después descubrí otros temas. Demaría se mueve muy bien en este tipo de temática, y se sumó el poder ser dirigido por Barney Finn”.

“Me apasiona hacer espectáculos de época –reflexiona ella–. Me pongo a investigar, informarme y estudiar para conocer más el contexto. Es parte del trabajo de actriz que me entusiasma. Hice desde el Medioevo hasta años 50 y década del 20. También cambia el lugar, no es lo mismo Buenos Aires que Europa. Esta obra estaba ubicada en la década del 40, fue un caso real que tuvo lugar en el Colegio Militar y desencadenó los hechos políticos que pasaron en el país mientras se estaba dando la Segunda Guerra Mundial. Se hablaba de clases sociales y castas, sin dejar de lado los vínculos familiares tumultuosos”.

“Hice sólo tragedia griega, sin tiempos –finaliza Castro–. Esto nos obligó a investigar sobre la época. Después de estos acontecimientos nació el peronismo, que no es poco en este país, seas o no peronista. Hoy sigue pasando, pero creo que está más camuflado el tema de las clases sociales; en aquellos años era muy marcado, sobre todo para los inmigrantes. Todos los que estamos en el teatro lo hacemos por amor al arte. El Centro Cultural de la Cooperación es un lugar excelente, al no ser comercial nos sentimos más protegidos o resguardados.

Siempre prefiero estos lugares porque me permiten mostrarme de manera diferente, en esta línea y con estas intenciones”.