"Este programa te puede cambiar la vida como me la cambió a mí”, sentencia Santiago del Moro, estrenando el formato de Sony que triunfó en 120 países (original de Reino Unido), y que entrega en cada programa varios miles de pesos, y si contestan bien las 18 preguntas, se llevan el premio mayor: $ 1.800.000. Vestido de smoking y moñito, impecable, se presenta con un “Hola, hola, hola” y arranca. El cambio de Del Moro es notable, no solo porque lo muestra en su cara más amable, tierno, encantador, sin golpes bajos, ni gritos ni violencia, sino porque lo lleva con solidez y gran profesionalismo. Es cierto, en la vida del conductor habrá un antes y un después de ¿Quién quiere ser millonario? porque no solo está en el canal líder, Telefe, sino porque este programa (en las antípodas de Intratables) le posibilita usar otras herramientas y diferenciarse.
En el primer programa se lo vio nervioso, como perdido en medio de esa escenografía deslumbrante, y poco a poco le fue encontrando el timing. Y se diferencia en esta televisión de “altavoz” por sus maneras, sus gestos siempre contenidos, su sonrisa, esa forma de estar y preguntar con afecto “¿Qué soñás hacer con la plata?”. Por momentos asume el rol de coach de los participantes, les pide que usen el sentido común para elegir la opción, les pregunta por sus vidas y –no es curioso– todos hacen mención a la necesidad económica. Para Federico era importante llevar a su abuela a Zaragoza, donde nació; Irene Longobardi se anotó porque no tenía dinero para comprar un lavarropas y después ya iba por viajar a Disney. No especula con el minuto a minuto al ser grabado, y tampoco va al hueso de la angustia económica, todo transcurre prolijo.
Con ritmo pausado va punto por punto, seguro y amable, sin hacer un simpático forzado. La primera pregunta fue “¿Dónde nació Juanes?” por $ 5 mil, seguida de la advertencia de que se podía usar los comodines (tres), hasta cuando pregunta “¿Ultima palabra?”, explicando al público que puede participar por teléfono (es un programa carísimo) y votar por la respuesta A, B, C o D al 5009.
Ya el martes, Juan Ignacio de Pigüé logró llegar hasta la 12, que fue “¿Cómo se llamó el transatlántico de Estados Unidos que inauguró el Canal de Panamá en 1914?” e iba a jugar por $ 750 mil. Decidió plantarse y se llevó $ 500 mil. Del Moro no ocultó la alegría auténtica de que ese dinero a esa persona la iba ayudar a vivir mejor. Un tiempo, al menos.
Los premios hacen al formato, son atractivos para el público, y Del Moro se consagra como un conductor que gana con armas nobles. Y eso resulta encantador.
⇒ Calificación: Muy bueno
