ESPECTACULOS
en primera plana

Recuerdos cercanos de la gloria del periodismo

En el film nominado al Oscar, el director Tom McCarthy muestra a través de una investigación acerca de curas pedófilos cómo en otros años los medios tuvieron más recursos para jaquear al poder.

Escenas. Tom McCarthy dirige a Liev Schreiber, a Mark Ruffalo y a Stanley Tucci en el set de En primera plana. Michael Keaton al frente del equipo de investigadores que conforman Ruffalo y Rachel McAd
| Cedoc Perfil
Tom McCarthy es el director de En primera plana, la última gran película de esa poderosa estirpe que es mostrar el otro lado de una noticia. Nominados (películas, director y actores) al Oscar, el gran milagro de En primera plana es que su tema, enorme, no pise los cordones de su importancia. El film narra cómo en el 2000 un grupo de investigadores de The Boston Globe, el diario insignia de la ciudad más católica de Estados Unidos, descubrió una red de encubrimiento sistemático por parte de la Iglesia por el abuso sexual cometidos por curas. El equipo, llamado Spotlight, comenzó con un solo nombre y terminó generando lo que se dice es la última investigación de importancia vital de la vieja escuela periodística.
Actor, McCarthy es ahora el director de la película favorita de la próxima ceremonia de los Oscar y de la última declaración de amor de Hollywood, con Michael Keaton en su mejor rol en años, al periodismo clásico. Y a él es la entrevista genérica cedida por Sony a PERFIL.
—En “The Wire” interpretaste a un periodista que mentía intencionalmente ¿de cuánto sirvió esa experiencia para aceptar hacer “En primera plana”?
—Aprendí mucho de David Simon, periodista y creador de The Wire. Mucho más de lo que él sospecha. Justo en ese instante, debido a que Simon me obligó a saber lo que sucedía, pude presenciar la caída de cierto periodismo y ver la forma en que empezó a complicarse todo. Me fasciné con el tema y paradójicamente un par de años después me dan un film como En primera plana.
—¿Buscaste de forma deliberada examinar el colapso del periodismo pre-internet?
—Hay que tener siempre en cuenta que está ambientada en 2001, antes del colapso de la industria. Aunque sí, creo que esta película es un homenaje y celebra el poder y la importancia de la investigación periodística que busca un fin mayor, sobre todo a nivel local.
—¿Creés que si algo así sucediera hoy no habría tantos recursos periodísticos para cubrirlo?
—Sí. Alguien me dijo cuando hacía está película: “Es un gran momento para ser corrupto en Estados Unidos”. La mayoría de los diarios ya no están, los investigadores ya no están. Tenés a dos personas haciendo el trabajo que antes hacían diez. No podés tomar una declaración por un lado y seguir investigando por otro. Son sólo humanos. Pudimos caminar por la redacción del Globe, el diario del film. Las imprentas estaban ahí, todos se conocen, y hay pisos y pisos que ahora están vacíos.
—Cuando se toman declaraciones a las víctimas del abuso ejercido por integrantes de la Iglesia, hay descripciones muy específicas y gráficas, ¿por qué?
—Me di cuenta de que era un tema difícil de hablar porque ¿quién quiere hablar de algo así en el desayuno o en la cena? Acerca de cómo un cura no violó a cinco niños sino a cien y sobre qué pasó puntualmente en esa violación. La periodista Sacha Pfeiffer, que interpreta Rachel McAdams en el film, decía eso: “Siempre hacía que me dijeran exactamente qué pasó”. Era muy intenso. Pero ella sostenía que “había que saberlo todo, porque no podía reducirse algo tan puntual a la palabra ‘abuso’. Es muy fácil, muy limpio.” Ella sostenía que tenías que sentirte en esa habitación y qué es para un niño de siete años sentir una mano en su rodilla.
—¿Te han sorprendido la reacción a la película hasta ahora?
—Le he mostrado la película a un montón de católicos y he tenido varias discusiones. Inevitablemente siempre alguien te dice: “¿sabés qué? Crecí en tal lado y había un cura que todos sabíamos andaba en algo. No te ibas de campamento con él, hasta que un día alguien fue…”. Pero el problema no es que “andaba en algo”: estaba abusando de niños. También me pasó algo similar con los periodistas: en el proceso, me crucé con gente que me contaba que ellos o algún familiar había sufrido un aviso de esta índole. Me pasó varias veces.
—¿Intentaste acercarte a la Iglesia?
—No lo hicimos a la hora de la investigación porque los reporteros originales no lo hacían. Nadie hablaba con los periodistas y ni siquiera querían saber qué estaban investigando. Hubo algunos curas que hablaron off the record, pero nada importante. Hay una escena donde uno de ellos habla con un cura en su hogar, y eso sucedió realmente. Intentamos ser fieles a lo que creíamos que serían las reacciones de los involucrados en algo así.
—¿Cómo ves el trabajo del papa Francisco en ese sentido?
—Estoy muy desconectado de la Iglesia. Hay mucho de ella como institución que no entiendo. Este papa actual me parece fascinante, y tengo mucha esperanza en su trabajo. Pero lo cierto es que está haciéndose cargo de una institución que es muy difícil de cambiar, y creo que hasta las mejores intenciones no son suficientes. Le deseo lo mejor, y me entusiasma mucho cómo encara las cosas, pero creo que la curiosidad de todos quiere ver si eso podrá traducirse en un cambio real y concreto.
—¿Qué respuesta te dieron los periodistas respecto del film?
—Hay que tener en cuenta que estuvieron muy involucrados durante todo el proceso, ya que ayudaron directamente con el guión, estaban por el set todo el tiempo. Quería asegurarme de no equivocarme en absolutamente nada. Preguntaba cosas como de qué forma estaba la puerta en tal reunión, o si el color de la lapicera era el correcto. Por suerte. Siempre estaba allí uno de ellos para ayudarnos con eso.
—A pesar de ser parte de ese género que es el periodismo en el cine, la película tiene un acercamiento poco glamoroso. ¿Por qué?
—Nos importaba mucho ser fieles al trabajo que habían hecho estas personas. Mostrar esa parte poco glamorosa era un apuesta para poder realzar el valor concreto de arremangarse y ponerse a trabajar. Hay algo del orden del esfuerzo bien dirigido que necesitaba que fuéramos lo más fieles posibles. No quería hacerlo sagrado, o romántico. Tan sólo queríamos retratarlo con la justeza que se merece. Había que capturar ese algo  especial de esa forma de periodismo que ya casi no está.