ESPECTACULOS

“Sebastián quería producirla desde hacía diez años”

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“Un buen actor es alguien que ofrece tan real la mentira que todos participan de ella”, decía el genial Vittorio Gassman. Mucho más elocuente si lo que debe interpretar ese actor forma parte de un universo de psicópatas, y víctimas de ellos, convencidos muchos de esa supuesta “verdad” con la que, mediante su convincente perversión discursiva, Arquímedes Puccio intentó lograr sus objetivos criminales.
Cuando empezamos a desarrollar la serie Historia de un clan sabíamos que contábamos con una gran historia, esas que solo “la vida misma” puede ofrecer de vez en cuando, y la que Sebastián Ortega quería producir desde hacía casi una década. El “qué?” se iba a contar ya estaba claro, ahora faltaba el “Cómo?”, eso que le da particularidad a una ficción, que la hace única y diferente a otras, lo que marca justamente el punto de vista. Para eso es importante contar con los mejores autores y un director que podía captar la esencia de una trama, y resignificarla con su talento para ir mas allá del mero hecho policíaco. Al sumarse Luis Ortega se encontró la respuesta a esa pregunta. Y era tiempo de ir por el elenco, pieza fundamental para que una buena historia para ficcionar lograra su cumplido al llegar a la pantalla. La selección de los actores es un momento fundamental en la preproducción de una ficción. El perfil según el proyecto, sus características físicas, su talento y su personalidad constituyen la base.
Cuando se comenzó a pensar en Puccio padre se tuvo la convicción de que no importaría si el actor era parecido o no físicamente, importaba la impronta que daríamos al personaje. En definitiva es una historia de ficción, basada libremente en hechos reales, pero no un testimonial ni un documental. Sí queríamos lograr que el elegido pudiera representar una mentalidad y una función en la trama que provocara temor desde su dialéctica, su mirada, su doble vida y moral. Un psicópata. Un potencial asesino. Y no pensamos en estrellas rutilantes del cine o la TV. Tampoco las negamos, pero el proyecto no las necesitaba. Se requería talento e inteligencia emocional para entrar en la piel de estos personajes. Enseguida surgió el nombre de Alejandro Awada, un actor notable, indiscutible, pero que en su personificación de Puccio logra un trabajo pocas veces visto en la TV local. Superlativo. Eriza la piel… tal vez el mejor “villano” de la TV dramática argentina del que tengamos memoria,
En cuanto al Chino Darín, necesitábamos un actor joven que diera con las características físicas de un rugbier de cierto nivel social y de gran carisma, como era el verdadero Alejandro; en este caso el planteo de la historia lo requería. Era el indicado.
Su presencia, su entrega y su sensibilidad para transmitir el dilema moral del personaje lo convertían en el actor ideal para generar la empatía que de algún modo la ficción requería para con Alejandro. El Chino Darín es una de las figuras jóvenes más prometedoras de nuestro medio, sin duda. La revelación del año.
Y para cerrar el trío protagónico, en Cecilia Roth se pensó de entrada. Inteligencia, sensibilidad y prestigio que sumaban al elenco. Un personaje, el de esta madre, que escondía todo lo que sabía, seguramente, pero que era un engranaje fundamental para que esa dinámica familiar de doble moral pudiera subsistir. Un trabajo sobrio y sutil. Brillante.
Luego, elegir para la “pátina” de personajes entre los cientos de maravillosos actores de nuestro país, y de allí, con nuestro equipo de casting, los rostros, las presencias, los perfiles y las virtudes actorales de ya consagrados (Garzón, Cedrón, Nazareno Casero, por nombrar sólo algunos), con las nuevas caras (Rita Pauls, María Soldi, Justina Bustos, Matías Mayer), y las sorpresas que todo elenco requiere para brindar mayor atractivo (como Tristán).
Tanto Sebastián como Luis Ortega, y todo
el gran equipo que nos acompaña, sentimos mucho orgullo por nuestra serie, y por el excelente elenco que pudimos conseguir para retratar el espanto de estos sucesos a través de la inquietante “belleza” que sólo la ficción y los artistas pueden lograr para provocarnos, inquietarnos, identificarnos como sociedad y conmovernos.

Productor general de Historia de un clan (Underground).

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