ESPECTACULOS
Juana Viale

“Si feminismo es igualdad de derechos, soy feminista”

Estrena la miniserie Edha, por Netflix, conduce Me gusta tu canción en El Trece y vuelve a subirse al escenario en el teatro. La actriz habla de su vida, las críticas a las que no les da trascendencia, sus rasgos de carácter y su postura respecto de ser humanista, más allá de los sexos.

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Estrena la miniserie Edha, por Netflix, conduce Me gusta tu canción en El Trece y vuelve a subirse al escenario en el teatro. | grassi

Si no está trabajando, está en su casa. Lejos está de ser ermitaña, pero con sus hijos, amigos, la huerta y el silencio encontró su comodidad, ésa que no aparece cuando se siente expuesta ante una cámara o un micrófono.  Juana Viale conduce un show de talentos infantiles en la pantalla de El Trece, protagoniza Edha (primera serie que Netflix produce en la Argentina), reestrena La sangre de los árboles los jueves de mayo en el Espacio Callejón y prepara Falta Fedra para septiembre en el Cultural San Martín, en ese contexto la paz del hogar se hace más necesaria. También el contexto ayuda para escapar del bullicio del qué dirán. “Es mi espacio, mi yo. Amo estar acá. Es mi mejor plan y siempre tengo cosas para hacer”, cuenta. Juana no escucha lo que el medio o los opinadores dicen de ella, política que la acompaña desde siempre, aunque le presta el oído a la crítica honesta. Con ésa, dice, crece.

—¿Qué te significa conducir “Me gusta tu canción”?

—Un salto al vacío, una responsabilidad y un desafío. Ayer me decía un amigo que estoy creciendo programa a programa y que me re-veía ahí, y yo no sé si me veo así. La conducción tiene muchos formatos. Estoy en un programa de chicos donde la dinámica hace que ni siquiera sea protagonista. Soy un nexo entre los chicos, lo que cantan y un jurado. No es fácil manejarme siendo yo. Soy tan poco especuladora y proyecto tan poco todo, que conduzco siendo yo, y a veces, pienso que me estoy exponiendo demasiado. En ese sentido, es más fácil ser actor. Haciéndolo bien o mal, siempre estás un poco más refugiado. Pero bueno, la paso bien. Fue una apuesta fuerte que tampoco medí. Más allá de las críticas buenas y malas, estamos un domingo en horario central y al programa le va del carajo.

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—Al sentirte un poco más expuesta, ¿lo que digan te pega diferente?

—Sinceramente no me importa. Me es intrascendente la opinión ajena. Suena muy fuerte, pero no me afecta. Siempre fue así... Después fue mucho más radical cerrar accesos u oídos para no contaminarme, porque la crítica siempre es bien recibida, ésa me llega de todo el mundo, pero la cizaña no me suma. Su finalidad es herir, no construir. Soy una persona bastante sensible como para absorber la mala onda de la gente. También soy muy mecha corta y para estar peleándome por cosas que se dicen… Cuando uno tiene que criticar, primero debe mirar hacia adentro, ver el pasado y después hablar.

—Tu abuela y tu mamá conocen muy bien el oficio. ¿Te bajaron línea?

—Mi mamá me dijo algunas cosas, más allá de las lindas que pueden decir las madres. Ella tiene mucho ojo de productora, me bajó línea de cosas para construir sobre el programa. Yo no nací sabiendo nada. Mi abuela me escribe todos los lunes o los domingos a las cuatro de la mañana para hacerme el feedback. Mi gente está ahí.

—¿Cómo fue trabajar con Netflix?

—Yo trabajé con Daniel Burman y Hugo Colace que es el director de fotografía, otro genio. La técnica y los actores fueron de acá... Los que tuvieron más esa experiencia, buena o mala, fueron Daniel y los productores. Tal vez el impacto lo pueda sentir cuando se estrene, porque va a salir en 190 países. Está buenísimo trabajar con ellos, pero siendo artista varía en la visibilidad, no en mi trabajo. Yo dije que sí antes de saber que era para Netflix por Burman. Me junté con él y me dijo que tenía un proyecto sin aclararme qué era. Edha es una historia muy rebuscada, pero está muy buena. La estética es fantástica.

—¿Da para una segunda temporada?

—Ojalá. Tiene tantas vueltas que puede salir para cualquier lado.

—¿Cómo vivís el tratamiento que se le da al feminismo en los medios?

—Si feminismo es igualdad de derechos, soy feminista. Vamos todos por la igualdad. Si estamos haciendo el mismo laburo, indistinto al género, ¿por qué el hombre cobra más que una mujer? De todos modos, yo enarbolo mi bandera, porque también siento que hay hombres abusados, que pasan por un trabajo en el que no son valorados… Yo no acepto que sucedan ciertas cosas, seas hombre o mujer. Ningún ser humano puede faltarle el respeto a otro.

—¿No sentís que con vos fueron muy injustos desde tu lugar de mujer?

—Han construido a lo largo de mis años de exposición un ser humano que se llama Juana Viale que tiene cierta vida y manera de relacionarse con el Universo. Esa no soy yo. Esa mujer que crearon recibe muchas críticas buenas y malas... En los momentos más sensibles recibí un montón de injurias, pero no sé si es por ser mujer, o por ser ése ser.

—A tu hermano no se lo trata igual…

—Porque Ignacio trabaja en el medio desde otro lugar y tiene relaciones con personas que yo no. En el mundo de la TV todos son nexos y contactos. No es por ser mujer o varón. Nacho tiene un estilo de vida diferente al mío... Considero también que soy una mujer muy libre de pensamiento y acción y eso es muy difícil de aceptar. Por eso es fácil criticar. Entiendo que hay personas a las que no les da la cabeza para eso. Lo siento por ellos. La vida me gratifica demasiado y se encarga de lo otro. Si yo contara un montón de cosas, estoy completamente segura de que la opinión de algunas personas cambiaría radicalmente. Es muy fácil hablar en el mundo en el que vivimos, con el anonimato que dan las redes o desde la pantalla de un canal sintiéndote el dueño de la pelota, pero está bien… Que la gente hable.

—¿Te resulta creíble el cambio de algunas personalidades públicas?

   —No, hay esencias que no cambian. Un violento no va a dejar de serlo nunca, porque es patológico. Un violador lo mismo. Hay conductas que no pueden cambiar. Se pueden ocultar, disfrazar o suavizar, pero el tiempo es el que cuenta la verdad. Lo mejor que le puede pasar a una mala persona es rodearse de una buena, pero creo que hay conductas que vienen arraigadas. Yo no puedo dejar de sentir lo que siento cuando piso el pasto. En el camino que vas surcando tenés conducta. No se puede ser un hijo de puta y cambiar. Se ve en la mirada, ahí está lo más profundo de todo. Hay cosas que no cambian…

 

“No mejoro el estado del Cultural San Martin”

—Reestrenás “La sangre de los árboles” en el espacio de Javier Daulte. ¿Tuviste alguna devolución suya?

—Aún no vio la obra, pero hablé mucho con él… Teníamos ganas de seguir haciendo La sangre porque nos encanta, pero necesitábamos hacerlo más tranqui porque, además está la demanda laboral que estoy teniendo, por suerte gira mucho. Tres o cuatro veces por semana era demasiado. Esta vez será como una delicatessen. La obra evolucionó, tiene escenas nuevas, ha mutado un montón y tenemos más flexibilidad entre nosotras. Estamos viendo de girar a fin de año por España.

—Falta “Fedra” que también estará en el off. ¿Preferís no estar en teatros más comerciales?

—Elegir otros circuitos es una decisión. Me gusta, es la manera que encontré para sentirme en mis zapatos. A lo mejor mañana me ves haciendo algo más comercial, pero en este momento de mi vida necesito esto. Me da mucho el teatro de esta manera. Ir al Centro Cultural San Martín me hace sentir muy a gusto. Creo que es una forma de comunicación, de hacer una expresión artística con otro lenguaje. Sin criticar a ningún otro, es la manera con la que me siento más cómoda.

—¿Mejoró el estado del Cultural San Martín?

—No. Lo único que me gratifica es el valor humano que hay. Las veces que trabajé tuve la suerte de que la gente estuviera a disposición. Eso compensa el estado de las cosas. Laburé en lugares impolutos donde estaban mirando el reloj… Deseo que que las cosas estén mejor, que funcione el ascensor para alguien con movilidad reducida. La cultura no llega por ósmosis. Si el lugar está mejor, la gente se acerca.