Ayer por la mañana, falleció Jorge Guinzburg. La noticia se conoció recién pasadas
las 10.30. El conductor se encontraba internado en el Sanatorio Mater Dei desde el jueves con un
diagnóstico de cáncer. Por suerte, nunca estuvo solo: su mujer Andrea Stivel y sus hijos Sasha e
Ian estuvieron junto a él.
Ya no importa cuál fue el motivo. Si fue la
infección pulmonar con la que se insistía en los partes médicos o el cáncer que
nadie se atrevía a nombrar en voz alta pero que muchos conocían. Lo cierto es que la televisión
argentina perdió hoy a uno de sus
hombres más graciosos e inteligentes.
Sus restos no serán velados, por decisión familiar, y la inhumación de su cuerpo será
mañana a las 11.30 en el cementerio de La Tablada, en La Matanza.
Guinzburg estaba preparando el regreso de
Mañanas informales, el programa con el que consiguió el hito de despabilar a la
televisión argentina en el horario matutino.
Trabajador incansable, no era amigo de tomarse descansos. "
Alguna vez me tomaré uno. Supongo que en una futura entrega de los Martín Fierro van a
mostrar mi foto y van a aplaudir", bromeaba el año pasado.
Por supuesto que
Mañanas Informales no fue su primer éxito. En la década del ochenta, junto con Carlos
Abrevaya, Nicolás Repetto, Raúl Becerra y Adolfo Castelo se encargó de la conducción de
La Noticia
Rebelde,
el primer programa que combinó actualidad y humor en la pantalla chica.
Luego vendría otro éxito. Junto a Horacio Fontova probaría sus dotes de comediante en
Peor es Nada
, el programa de humor más visto de la década del 90. Rápido, gracioso, ácido, alejado de
toda demagogia a la hora de preguntar, también se lo reconoce como a
uno de los mejores entrevistadores de los últimos tiempos. Lo demostró tanto en el
segmento de reportajes de
Peor... donde consiguió que las personalidades más estructuradas
contaran su primera vez- como en otro de sus clásicos:
La Biblia y el Calefón
.
“Alguna vez Gustavo Yankelevich me dijo: ‘Tenés programa para cincuenta
años’. Cambiás los temas, cambiás los invitados y siempre te dan ganas de verlo. La charla es
algo que me gratifica. Lo que se genera entre los invitados es una cosa divertida. Y no es que yo
soy el gracioso frente a los cuatro invitados sino que es un hecho periodístico y humorístico que
se produce entre cinco personas. Y eso me encanta.”, comentaba el año pasado, en una
entrevista publicada por el
Diario Perfil.
Pero no sólo el éxito y el humor lo acompañaron durante toda su vida: la enfermedad también
siguió sus pasos.
"
Soy asmático desde los tres años. Y cada tanto,
sufro estas recaídas. Eso me pasó cuando trabajaba en
La noticia rebelde, cuando tenía veinte años. Me internaron el 9 de octubre de 1987. Era
el cumpleaños de mi hija mayor. Lo festejé con una internación. El tema es que desde pibe sufrí
esto. Mi famosa espada de Damocles tiene que ver con los
agravamientos de mis problemas asmáticos", relató.
En el humor encontró, desde chico, una vía de escape. "Siempre, desde chico, fui medio
el gracioso. En la escuela primaria, tenía un
humor más pueril, más relacionado con un juego con palabras. La marca Cinzano me
recordaba a un enfermo, por ejemplo (risas). Después, en el secundario,
lo histriónico se despertó".
La muerte de Guinzburg, un profesional de la alegría que siempre luchó por hacer sonreír a
los argentinos, deja ese sabor amargo con el que se despide a alguien
"de la familia".