ESPECTACULOS
gerard depardieu

“Soy un ciudadano del mundo, mi casa no está en un solo sitio”

El actor emblemático de la cultura francesa y el cine europeo, que se nacionalizó ruso por conflictos impositivos, dice que no siente apego por su país aunque valora a los nuevos directores galos. Los días 17 y 18 de diciembre actuará en el Teatro Colón, donde incluirá textos de Borges. Cree que los artistas argentinos generan un universo de melancolía.

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Television. Marseille, serie en streaming para Netflix. | Cedoc Perfil
Hay un gesto de fetiche en la ocasión: ver, escuchar, casi tocar al mito. Se trata de la posibilidad de volver tridimensional a uno de los íconos vivos de la actuación en la pantalla. Para la mayoría de los argentinos, que no han tenido la oportunidad de experimentar la cercanía física de Gérard Depardieu, los días 17 y 18 de diciembre serán una cita excepcional. La performance será en el Teatro Colón, como parte de una gira sudamericana –el 14 y 15 de diciembre, por ejemplo, serán las funciones en Perú– que permite conocer al actor asociado al cine europeo, pero en este caso, en su faceta teatral. Así, pues, será la posibilidad de acercarse a esta suerte de ídolo, que en su larga y prolífica trayectoria ha llegado a estrenar cuatro, cinco películas por año, en las que ha encarnado desde clásicos de Molière, Shakespeare y Edmond Rostand hasta policiales y cómics, como Astérix.

Como parte de una producción de TexoArt, a cargo de Ernesto Texo y Federico Caretti, en el escenario del coliseo porteño Depardieu unirá textos y música. Una orquesta en vivo incluirá a los pianistas franceses David Fray y Emmanuel Christien, y a dos argentinos: la violinista Erica Di Salvo y el bandoneonista Federico Pereiro. El espectáculo se anuncia bajo el género de biopic, puesto que si bien hay una estructura, un guión y una selección de textos, el acontecimiento gira en torno a la propia persona de Depardieu, al peso simbólico de su presencia, más allá de la propuesta que ofrece. Tanto es así que el espectáculo no lleva otro nombre que el del actor, sin otros títulos ni subtítulos.

El programa, dividido en dos actos, promete –entre otros materiales– una selección de fragmentos de Ruy Blas, obra de teatro de Victor Hugo de 1838; de Cyrano de Bergerac, la obra en la que Edmond Rostand inmortalizó al poeta libertino del siglo XVII –y que aquí será acompañada de música de Frédéric Chopin–. También Insomnio, un desgarrador poema de Jorge Luis de 1936, en el que su voz confiesa que “en vano espero/ las desintegraciones y los símbolos que preceden al sueño”, y que –para completar la veta de argentinidad en la actuación local– se acompañará con partituras de Astor Piazzolla. La segunda parte de la función estará dedicada a El carnaval de los animales, del compositor Charles Camille Saint-Saëns, que Depardieu ha acompañado, en otros eventos, con un texto de Marie Darrieussecq, en el que se verbalizan las aventuras antropomórficas metaforizadas en los instrumentos.
Pero antes de todo esto, y de la masterclass gratuita que brindará en la Usina del Arte el 19 de diciembre, Depardieu brindó esta entrevista a PERFIL.

—¿Qué piensa del público argentino? ¿Qué imagina que ese público hará frente a su espectáculo?
—Jamás me hago este tipo de preguntas. Sin embargo, haré todo lo posible para darle lo mejor de mí al público argentino, tan sensible y cultivado por naturaleza. ¡Y también a los actores que decidan acudir a la masterclass!
—Ya vino a la Argentina. ¿Qué experiencias vivió en nuestro país?
—Fue poco el tiempo que tuve para conocer, pero probé su famosa carne y unas empanadas que me parecieron extraordinarias. Otro atractivo que tiene para mí la Argentina es el tango. ¡Lástima que en este viaje no tendré tiempo de ver! Ustedes tienen artistas de gran talento, muy inventivos, con un universo lleno de fantasía y melancolía. En la literatura no tienen nada que envidiarles a los europeos. Tienen genios como Borges, tan cerca de la vida, de la poesía y de la verdad. Así que realmente espero en un futuro poder sumar más recuerdos en este país.
—¿Qué le gusta y qué detesta de ser una estrella, de ser famoso?
—No me gusta definirme como una estrella. Eso no me interesa. Soy como soy. Me gusta la diversidad que genera esta profesión. ¡El narcisismo y la vanidad matan todo!
—Francia en los años 60 y 70: momentos gloriosos, grandes películas, grandes artistas… Serge Gainsbourg, Truffaut, Deneuve, Delon… ¿Dónde se encuentra Francia hoy en cuanto a su lado artístico?
—El cine francés resiste. Hay muchísimos artistas jóvenes que recién están empezando. Realmente lo creo. La crisis es dura, pero yo creo en el cine francés. Estuve trabajando con algunos directores jóvenes que ya están dando de qué hablar, muy prometedores. Es una constante evolución.
—El cine norteamericano ocupa un gran lugar. ¿Qué piensa de él?
—El cine americano, más precisamente Hollywood, hace soñar al público. Yo también soñé con las películas de Billy Wilder y otros. Hoy no podemos decir que haya una gran creatividad… en ninguna parte. Pero aunque todo haya sido dicho, ¡todavía falta todo por decir! ¡Esto volverá! ¡La creación acaba siempre por vencer!
—¿Por qué no vive en Francia?
—Me considero un ciudadano del mundo; mi casa no está en un solo sitio.
—La vida, con su belleza y sus tragedias, ¿cómo la vive?
—Yo soy feliz con muy poco. La vida es el presente; ni el pasado ni el futuro. Tengo muchísimos buenos recuerdos que fui guardando a lo largo de mi vida. En cambio, lo peor, las tragedias, tendemos a olvidarlas.