ESPECTACULOS

Spinetta, el sentido estético y ético de la poesía

El músico deja una forma intensa y definitiva de llevar al rock local por el camino de un lirismo inagotable.

Spinetta fue para muchos una iluminación diferente, las puertas de entrada a la literatura.
| Cedoc

Luis Alberto Spinetta fue para la música argentina una forma intensa, definitiva, plena de sentido estético y ético, de llevar al rock local por el camino de un lirismo inagotable, desde los comienzos con Almendra hasta el corazón de su obra, en Invisible y Jade, y sus últimos años solistas.

Spinetta fue para muchos una iluminación diferente, las puertas de entrada a la literatura y una lección prolongada sobre la forma en que los artistas se pronuncian en los contextos en que viven, con sus instrumentos, las palabras y los sonidos.

Muchas de esas personas estuvieron en el recital que dio en Vélez, el de las bandas eternas, donde recorrió todos sus grupos, a los que fundó y a los que les permitió caminar en una experiencia colectiva conducida por su poesía y su música.

Carlos Alberto "Machi" Rufino, que fue el bajista de Invisible, contó una vez cómo Spinetta imaginó la experiencia colectiva y puso su poesía al servicio de la banda, colocando un paso atrás su propio nombre. Todos los temas fueron firmados como Invisible. Todo fue pensado en la generosidad de los grandes poetas.

En esa noche mágica en Vélez estuvieron los integrantes de Almendra, Pescado Rabioso, Invisible, Jade, los Socios del Desierto, sus compañeros en el camino solista y su familia. Sus hijos, a los que amaba con un amor spinettiano. Todos, para escuchar al maestro cantar durante horas y recorrer las canciones y la poesía que nos habían, en buena parte, formado. Spinetta fue, entre tantas cosas, el traslado directo de una potencia lírica sin medida a un género, el rock, pasado por la cadencia argentina, con resonancias del tango, del folklore, de la inscripción urbana de su música.

La ética está en el lenguaje y la dimensión estética no está divorciada de ese compromiso. Parte de eso nos enseñó Spinetta, por afuera de los contratos testimoniales de la poesía social, pero en el interior del impacto social de la poesía.

Por eso, Invisible fue una condensación de lo que había sucedido hasta esos años en su obra, densidad que desplegó entre 1973 y 1976, y fue también el anuncio de lo que vendría. Invisible, que con tres discos y algunos simples le dio al rock local todo el espesor que necesitaba para su proyección definitiva. Almendra le dio el comienzo, Pescado Rabioso la furia y Jade la extrema delicadeza.

Spinetta estuvo en la fundación del rock local, con Miguel Abuelo, a quien reconocía como "el poeta" de su generación, con Tanguito, con Los Gatos, con Manal, y desde allí fue una de las luces que condujo a los músicos argentinos y la gran influencia de Gustavo Cerati, que era uno de sus herederos.

Cerati le pidió a Spinetta la guitarra original con que grabó "Bajan", del disco "Artaud", para hacer una versión en su primer disco solista, "Amor Amarillo". Una secuencia de generosidades y contratos secretos entre poetas. Y en los recitales cantaban, además, "Té para tres", del líder de Soda Stereo.

El Flaco fue eso: la poesía en su estado más puro posible, la imaginación en un desarrollo fuera de toda de dimensión, el futuro siempre antes y todo a través del canal de la música. Spinetta, nuestro maestro.

 

(*) Para DyN