ESPECTACULOS
Cecilia Dopazo - Patricia Palmer

Subidas al código ‘incómodo’ de Muscari

Las actrices protagonizan Falladas, con la que lograron 5 mil espectadores en sólo 14 funciones. No creen que las figuras de la TV convoquen público a las salas.

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Suceso. Falladas, en el Multiteatro, lleva en 14 funciones 5 mil personas. Gusman, Politti, Novoa, Dopazo y Palmer, elenco exitoso. | Nestor Grassi
Ellas, Cecilia Dopazo y Patricia Palmer, son dos de las cinco Falladas. Nadie es perfecto, espectáculo escrito y dirigido por José María Muscari que se convirtió en éxito con 5 mil personas en apenas 14 funciones. El elenco se completa con Martina Gusman, Laura Novoa y Andrea Politti, y están en Multiteatro. “No somos mediáticas, ni escandalosas”, dirá Palmer, casi como una definición.
Ambas son no sólo intérpretes, también asumieron direcciones. Dopazo, esposa del cineasta Juan Taratuto, creó un espectáculo para niños (Manuelita, un musical de María Elena) y otro para adultos: Roberto te dejé pollo en el horno, si querés con arroz, no hay, en 2000. La actividad de Palmer es aún más extensa desde su escuela/teatro en el Taller del Angel.
—¿Cómo se comportan cuando les toca ser dirigidas?
Dopazo: Fueron sólo dos puestas, con lo cual no puedo considerarme directora, pero es cierto que mi mirada abarca el todo. Nunca me ciño sólo a mi tarea, mi naturaleza observa alrededor. Cuando leo el material imagino, pero soy obediente como actriz y nunca cuestiono a un director.
Palmer: Me corro absolutamente. Cuando actúo no miro desde la dirección, si lo hiciera, me conflictuaría. Sé que la tarea del director necesita a un intérprete entregado, no se puede trabajar con la resistencia.
—Muchas obras presentan a mujeres que hablan mal de los hombres… ¿Qué es lo original de “Falladas”?
P: Muscari tiene un estilo muy particular, entre lo grotesco, lo bizarro y lo interesante. Todo el tiempo está a riesgo de cruzarse y nunca lo hace, ni cae de un lado o de otro, no es popular, ni culto. Busca la identificación y los posibles lugares comunes muestran la falla de los seres humanos, más allá del sexo. Apela mucho al momento, nombra personajes y hechos muy actuales: éste es su estilo. Sus puestas son muy precisas, casi coreográficas.
D: Muscari, a la hora de crear, es muy libre, entrecruza el absurdo con el realismo, lo quiere todo junto y no tiene miedos. Busca ridiculizar, para que nos veamos y podamos reírnos. Nos incentiva a nosotras –las actrices– para entrar y salir de las situaciones.
—¿Por qué aceptaron integrar el elenco?
P: Me divierte subirme a esta locura, al código Muscari. Es particular, y lejos de criticarlo, busco su lado creativo. Creo que el teatro debe proponer otros lenguajes, si no, lo audiovisual nos come. Hoy él convoca, la gente viene a ver un espectáculo que él dirige.
D: Lo sentí como un desafío que tenía ganas de transitar. Requiere gran disciplina. Es como si te convocaran para bailar o cantar, tenés que afinar tus herramientas. Ya trabajé con Muscari en Ocho mujeres y lo viví como una experiencia muy linda. Aquí somos muchas menos y estoy más exigida. Me gusta el género de la comedia y no desperdicio la oportunidad. Terminó de entusiasmarme cuando me dijo quiénes integraban el elenco. Me siento muy afortunada.
—¿Es complicado este momento para el teatro?
P: A mí me da inquietud. Debemos seguir trabajando y viendo. Creo que en este momento difícil del país hacer reír es un servicio. Sentimos una gran responsabilidad, ya que sabemos el tiempo y el dinero que los espectadores invierten.
D: Es una gran carga, porque como función social sabemos que hoy cuesta mucho sacar una entrada. Todos necesitamos cortar con lo cotidiano y oxigenarnos. Nosotras disfrutamos con lo que hacemos y deseo que se traslade a la platea.
—¿Cuáles son los secretos de interpretar una comedia?
P: Es innato, es como el oído musical. No sé si se aprende, es una partitura.
D: Coincido. La naturaleza de una se va más para un lado que para el otro. No sé qué es más difícil, yo me siento más cómoda en el humor.
—¿Hacer televisión ayuda para convocar público?
P: No lo creo. El mejor caso es el éxito de Toc-Toc, nadie era de televisión.
D: También el éxito que tiene el teatro Timbre 4, nunca convocó a actores de televisión y tiene su público.
—Señalaron la actualidad que tiene esta obra: ¿aparece la grieta?
P: Todo autor tiene una mirada política y social. Aquí está el estar de un lado y del otro. Estas mujeres están en un punto de agresión que para salvar su amistad piden ayuda a una psicóloga. ¿Sabés que la palabra grieta en el mundo sísmico se dice también falla? La sociedad argentina es discriminadora y más perversa de lo que manifiesta. Creo que la obra desde su título habla de este quiebre. Muscari todo el tiempo se refiere a la actualidad, sin saber muy bien si ironiza, si critica o si acuerda. Lo deja para que vos como espectadora reflexiones. Te provoca.
D: No sabés si está siendo irónico. Nunca conocés su propio punto de vista. No pasa inadvertido. Hay muchos temas políticamente incorrectos. Muscari busca incomodar y lo consigue.