Como si fuera un político en campaña, habla con todas las personas que se acercan a saludarla, a
pedirle un autógrafo o una foto. “La gente me ve más popular que un lobo marino”,
bromea cuando un grupo de señoras le corta el paso y le grita: “¡Personalmente sos más
flaca!”. Ella, que en ningún momento deja de sonreír, responde con un chiste: “Es que
la televisión engorda. Por eso voy a dejar de comerme los
televisores”.
Carmen Barbieri sabe que la popularidad no viene en envase
perecedero. Aún recuerda cuando,
en épocas sin trabajo ni flashes, no la
convocaban ni siquiera para un bolo. “No me llamaban
ni para insultarme”, asegura. Ahora está convencida de que vive su mejor momento: después de
su paso triunfal por la primera edición de
Bailando por un sueño,
se destaca en
Irresistible,
la revista de Miguel
Angel Cherutti que ofrece dos funciones de martes a
domingos en el teatro Neptuno. Allí es una especie de mujer orquesta:
baila, canta,
actúa, imita, cuenta chistes, hace un monólogo y como vedette
sorprende con un topless. “La fama es puro cuento. Hace 20 años quería ser famosa,
pero ahora sólo quiero ser feliz y romperme el alma en el escenario. Eso es ser artista”, le
dice Carmen Barbieri a
Perfil. Mientras
Irresistible y
Bailando por un voto, de Nito Artaza, se sacan chispas en
las boleterías, ella afirma que están “cabeza a cabeza” y reconoce estar distanciada de
Moria.
—¿Le están ganando a Artaza?
—Creo que estamos cabeza a cabeza. Ya no son los únicos. Ellos podrán ser mejores, pero
nuestro espectáculo es el que más talento reúne sobre el
escenario.
—¿Por qué se peleó con Moria?
—¡Yo no me peleé con Moria! Ella es una diva. Me dijeron que se había enojado con
Mirtha Legrand porque me había invitado primero a mí. A ella todavía no me la crucé en ningún lado.
En realidad, la vi un día en el aeropuerto. Fui a buscar a mi madre, quien viajó con ella. Me
ubiqué entre la gente y la arengué: “¡Moria, Moria, Moria!”. Cuando me vio se rió a
carcajadas y me dijo que estaba loca.
—¿Estará celosa porque ahora no es la única figura en la
cartelera?
—Ella está acostumbrada a ser la única y que la mimen todo el tiempo
. En el espectáculo la imito con mucho respeto. Dice que
vivo de ella. Nadie le mueve el piso y nadie le puede ganar. Pero nosotras somos como el Boca-River
del espectáculo. Un superclásico, pero sin odios. Moria quería mucho a mi papá y él la admiraba. Mi
mamá me llama todos los días y me pide que deje de pelearme con ella. “No te peleés más con
Moria”, me pide a modo de súplica. Es que ella la ama.
—¿Cobró el cachet más bajo de
Bailando por un sueño?
—¡Sí! Yo pongo un circo y me crecen los enanos. ¿Alguien se acuerda de quiénes
participaron de la primera edición? Pero no me quejo porque el programa fue creciendo y los sueldos
también. Igual mi último baile tuvo un rating de 34 puntos. Y después me tocó conducir la previa de
Bailando por un sueño. Hicimos 11 puntos contra 4 que hizo
Sin código, la reposición de la tira de Suar. De la TV me
fui triunfadora.
—¿Va a participar de la gran final?
—No sé. Desde que estoy en Mar del Plata, Marcelo me llama a cada rato porque tiene
miedo de que arregle con otros canales. Está la posibilidad de competir con Florencia de la V y
Carla Conte, las otras dos ganadoras. El tema es que quieren que también bailen nuevas
participantes. No estoy tan de acuerdo con eso. Lo bueno es que mi soñador pudo comprarse una casa
y yo terminé de pagar la mía. Es verdad.
—
¿De qué depende su arreglo con Ideas del Sur?
—De plata, seguro que no. El sueldo que me ofrecen es muy tentador, pero el tema es que
si decido volver a
Bailando..., eso implica muchas horas de ensayo y un
riesgo de lesionarme. Y no le puedo fallar a Cherutti porque vamos a seguir con la obra todo el
año. Y a él y a Reina (Reech) les debo el hecho de haber vuelto al teatro a lo grande.
—¿Es verdad que su hijo la critica?
—
Federico, que ya tiene 17 años, es un chico muy
inteligente. Está estudiando cine y ya hizo cortometrajes. En un tiempo más trabajará para Ideas
del Sur. Pero
es mi peor crítico. Ha visto cosas mías y me ha dicho:
“Mamá, no hagas más papelones”. Dice que
no le gusto
como actriz y que a veces le da vergüenza lo que hago, pero ahora
me elogia por mi desempeño en el teatro. Hasta no le molesta que haga un topless.
“Estás divina”, me dijo. Y eso fue un orgullo para mí.