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Condena sí, intervención no

El conflicto venezolano ha trascendido la región y amenaza con extenderse a otros países. La importancia de los apoyos internacionales.

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eleccion maduro | cedoc

La situación en Venezuela es intrincada y de difícil resolución. La oposición triunfó en las elecciones 2015 para la Asamblea Nacional. El Tribunal Supremo de Justicia acusó de desacato a los miembros, invalidó las actuaciones y asumió las competencias parlamentarias. En  mayo del 2018, Nicolás Maduro obtuvo el 67% de los votos en una elección cuestionada por falta de transparencia y ausencia de veedores internacionales. Fraude fue la palabra utilizada. Mientras tanto la economía aceleró su caída y muchos miles de venezolanos optaron por emigrar.  La similitud con Cuba de los años 60 es pura coincidencia. 

La comunidad internacional fracasó en sus intentos para lograr un diálogo entre las partes y buscar una salida institucional. El Grupo de Lima que aglutina a catorce países, con la excepción de México, rechazó los resultados de las elecciones de mayo, exigió la transferencia del poder ejecutivo a la Asamblea Nacional y la celebración de nuevas elecciones. En el nuevo documento, donde no participaron México, Guyana y Nueva Lucía, reconocen y respaldan al Presidente de la Asamblea Juan Guaidó como "Presidente encargado de la República Bolivariana de Venezuela". Los Estados Unidos y la OEA asumieron la misma posición.

Nicolás Maduro ha recibido mientras tanto el apoyo de Rusia, China, Nicaragua, Cuba, Vaticano, Irán,  Bolivia y Nicaragua. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China declaró "nos oponemos a la intervención de fuerzas extranjeras en los asuntos de Venezuela" agregando "Respetamos los esfuerzos de Venezuela para proteger su soberanía, independencia y estabilidad" para justificar la presencia del Ministro de Agricultura en la ceremonia de juramento el 10 de enero. Rusia se comprometió a continuar apoyando a Maduro.  México y Uruguay convocaron al diálogo. 

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Las posiciones respecto a la legitimidad de Nicolás Maduro o Juan Guaidó replican las diferencias que separan a las grandes potencias a nivel internacional y que también se reflejan en América Latina  a pesar de los esfuerzos de algunos gobiernos de mostrar un equilibrio para no afectar los vínculos económicos. El conflicto de Venezuela ha trascendido la región y  amenaza convertir a ese país en un campo de prueba para dirimir las esferas de  influencias, y que podría extenderse más tarde a otros países  cuestionados también por la falta de garantías democráticas.  

Luis D'Elía encabezó un acto a favor de Maduro en la Embajada de Venezuela

El triunfo de Jair Bolsonaro fue un factor decisivo en el endurecimiento de las posiciones en la región.  Nadie duda de las características condenables del régimen de Maduro pero el nuevo gobierno de Brasil encara también una lucha ideológica contra el "izquierdismo" y la censura a Maduro puede interpretarse como una continuidad de la disputa interna con el PT o en la Argentina con el "kirchnerismo".  

Condena e intervención no son lo mismo. La situación en Venezuela es lamentable. El gobierno de Maduro cuenta con el apoyo de las  fuerzas de seguridad no sólo porque responden al mando sino también porque son parte en el ejercicio del poder. Los esfuerzos de la oposición para romper ese vínculo han fracasado; los intentos de sublevación involucraron a grupos minúsculos que no lograron concitar el apoyo popular. Juan Guaidó ofreció una amnistía  a los militares ante la presunción de que el temor a juicios posteriores esté frenando la ruptura pero al mismo tiempo revela las limitaciones de la oposición para forjar un vínculo con las fuerzas armadas. La historia enseña que las promeses de amnistía tienen escaso valor porque resultan imposible de mantener de comprobarse los ilícitos. 

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Las declaraciones instando primero a Juan Guaidó a asumir el ejecutivo apresuraron los tiempos del enfrentamiento, y otorgarle el reconocimiento sin darle la oportunidad para demostrar un ejercicio efectivo del poder es imprudente. La decisión de marcar los tiempos no condice con la paciencia de resguardar las relaciones entre los Estados. Los apoyos internacionales son importantes pero no son el factor decisivo para resolver la disputa y Juan Guaidó corre el riesgo de terminar debilitado y solo.