IDEAS
Opinión

Una sociedad dividida

Cómo con esta ley se vulneran los derechos del niño por nacer

13-06-2018 Marcha en contra del aborto
Mujer sosteniendo afiche con la imagen de un feto en Marcha contra el aborto. | Agencia NA

La plaza está partida. Quienes están a favor del aborto, quienes protegen las dos vidas y en medio el gran hueco de los indecisos o desinformados. Una clara imagen de la fragmentación que este tema produce en nuestra sociedad y en cada hogar.

Se han dicho tantas cosas durante este debate. Mentiras y verdades que parecen ser irreconciliables. Pero el proyecto que llega a Diputados materializa una postura concreta:

Que no se trata de un proyecto de despenalización, como dicen los medios, sino del reconocimiento del Derecho a Abortar únicamente en cabeza de la mujer (art. 2).

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Que como sociedad respetamos los derechos a la dignidad, la vida, autonomía, salud, integridad, igualdad, libertad de creencias y pensamiento y la no discriminación, pero solo de la mujer, nunca del niño que porta (art.2).

Que el cómputo de días convierte al niño en sujeto de derechos, cual Cenicienta, a las 0 horas de la semana 15. Y que aunque sea una persona podrá ser eliminado hasta los 9 meses, si afecta la salud de la mujer física, mental y social, o sea, de acuerdo a las condiciones de su entorno (OMS). Y mientras velamos por la salud integral de la mujer se generan las condiciones jurídicas para el aborto de personas con discapacidad (art. 3).

Que seguimos sin perseguir a los violadores porque no debe denunciarse y apoyamos el abuso de niñas en su propio entorno familiar convirtiéndonos en cómplices (art. 3), o que impulsamos el aborto libre para niñas y adolescentes sin pensar en las consecuencias (art. 5).

Pero con esta ley no solo vulneramos los derechos del niño por nacer y de la madre, sino también afectamos a profesionales e instituciones que deberán ir en contra de su propio juramento de preservar y “respetar la vida humana desde el instante de su concepción” (Jura UBA).

Evidentemente nuestra sociedad está fragmentada. Está partida en su ser más profundo, porque la divergencia no está en opiniones sino en valores: “Vivimos bajo el mismo techo, pero no tenemos el mismo horizonte” – Konrad Adenauer.


*Decana del Instituto de Ciencias para la Familia, Universidad Austral.