INTERNACIONAL
Fin de ciclo en Brasil

A contramano de Argentina, la región no apoya a Brasil

Entre el repudio y la diplomacia, los países sudamericanos reaccionan ante la destitución de Rousseff y la asunción de Temer.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
| AFP
La destitución de Dilma Rousseff en Brasil generó reacciones dispares entre sus países vecinos. Se notificaron desde el congelamiento de relaciones con Venezuela, el retiro del máximo representante ecuatoriano en Brasilia, hasta el "respeto" expresado por el gobierno de centroderecha de Argentina.

Desde la Cancillería argentina se destacó el "respeto" por la decisión del Senado brasileño, pero esta opinión no fue plenamente acompañada por el resto de los Estados de la región.

Venezuela "ha decidido retirar definitivamente a su embajador" en Brasil, Alberto Castellar, "y congelar las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno surgido de este golpe parlamentario", anunció la cancillería venezolana en un comunicado. El presidente Nicolás Maduro, que en mayo llamó a consultas a su embajador en Brasil, condenó en la red social Twitter lo que calificó como "el golpe oligárquico de la derecha".

Ecuador, otro aliado de Rousseff y de su antecesor en el cargo, Luiz Inacio Lula da Silva, retiró a su encargado de negocios, Santiago Javier Chávez Pareja, que hasta ahora era su máximo representante diplomático en Brasilia. El gobierno de Ecuador aseguró que la embajada quedará a cargo del tercer secretario y, sin referirse a un congelamiento de las relaciones, advirtió que "probablemente haya algún tipo de afectación a la relación bilateral".

El presidente de Bolivia, Evo Morales, llamó a consultas a su embajador en Brasil, luego de condenar "el golpe parlamentario" contra Rousseff.

Por su parte, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), formada por Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, condenó el "golpe de Estado parlamentario" en Brasil, que demuestra "que las fuerzas regresivas del hemisferio siguen trabajando con el objetivo de desestabilizar y provocar golpes de Estado en contra de los gobiernos progresistas de la región".

Con otra perspectiva, Chile y Paraguay se mostraron más cercanos a la postura de Argentina. El país trasandino expresó su "confianza en que Brasil resolverá sus propios desafíos a través de su institucionalidad democrática", mientras que el canciller paraguayo Eladio Loizaga subrayó que "fue una decisión tomada por las instituciones democráticas brasileñas".