INTERNACIONAL
acto solemne en erevan

Armenia recordó los cien años de su genocidio y pidió justicia

Con la presencia de Putin y Hollande, el gobierno reclamó el fin del negacionismo. Turquía se desligó de la masacre perpetrada en 1915.

Multitud. Una veintena de jefes de Estado y líderes extranjeros se congregaron en Ereván para recordar la masacre. Miles de personas se manifestaron en todo el mundo y reclamaron justicia. Hubo marcha
| Cedoc

Con la presencia de una veintena de jefes de Estado extranjeros, Armenia conmemoró ayer el centenario de la matanza de civiles perpetrada por el Imperio Otomano, calificada por la comunidad internacional como un genocidio, término que Turquía siempre negó. Pese a las tensiones históricas con Ankara, el presidente armenio, Serzh Sargsyan, encendió una llama de esperanza al proponer una reconciliación “sin precondiciones”. “Estamos dispuestos a la normalización de las relaciones con Turquía, para iniciar un acercamiento entre las naciones armenia y turca”, dijo el mandatario en una entrevista con el diario turco Hurriyet.
Sin embrago, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, reiteró ayer la tesis negacionista de Ankara, al afirmar que sus antepasados no cometieron un genocidio contra los armenios entre 1915 y 1916. Según el mandatario islamista, las “reivindicaciones armenias son totalmente infundadas”.

En Ereván, el presidente armenio recordó con solemnidad la catástrofe humanitaria, al tiempo que pidió una apertura de la frontera entre ambos países, lo que contribuiría a crear una atmósfera de confianza, favorecería el comercio y promovería el desarrollo en las provincias turcas del sudeste. De este modo relanzó los acuerdos de paz de 2009, retirados del Parlamento hace dos meses por las “políticas no constructivas de Turquía”. Además, el mandatario expresó la esperanza de que los progresos para reconocer el genocidio “contribuyan a disipar las tinieblas de cien años de negacionismo”.
Sus palabras fueron aplaudidas durante la ceremonia en el gigantesco memorial de Tsitsernakaberd, donde diversos líderes –entre ellos Vladimir Putin y François Hollande– colocaron en el centro de una corona una nomeolvides, la flor elegida como símbolo del evento. “No olvidaremos nunca las tragedias que ha soportado su pueblo”, dijo el presidente de Francia. El mandatario ruso, en tanto, advirtió contra los peligros del nacionalismo, de la xenofobia y del odio religioso, pero también alertó sobre la “rusofobia”, en un tiro por elevación al gobierno de Ucrania y Occidente.
Obama, en cambio, protagonizó una polémica en los Estados Unidos, al recordar “la primera atrocidad masiva del siglo XX”, sin utilizar el término “genocidio” –como había hecho en su campaña electoral de 2008–. “No se adecúa a los estándares que él mismo definió ni a los de un líder mundial de hoy”, cuestionó Bryan Ardouny, director ejecutivo de la asamblea armenia en ese país.

Más allá de ese episodio, Ereván se anotó una victoria diplomática en Europa, luego de que el Parlamento alemán votara un texto que definió la masacre como un “genocidio”, pese a la presencia en ese país de una fuerte comunidad turca. El presidente del Bundestag, Norbert Lambert, dijo sin medias tintas que “lo que ocurrió en medio de la Primera Guerra Mundial en el Imperio Otomano, bajo los ojos de la opinión pública mundial, fue un genocidio”. Así se hizo eco de las palabras del presidente de la República Federal, Joachim Gauck, y de la canciller Angela Merkel.
Entre 1915 y 1923, un millón y medio de armenios fueron deportados de manera forzosa y exterminados por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio Otomano. El genocidio se caracterizó por su brutalidad y por la organización de marchas forzadas en condiciones extremas. Más que una discusión semántica, la masacre perpetrada pone en juego valores universales como los derechos humanos y el respeto por las minorías religiosas y étnicas.