INTERNACIONAL
A 10 aos del ataque a las Torres Gemelas

Bielsa analiza los efectos del 11-S en Argentina

El ex canciller piensa las consecuencias del atentado y cree que bajó la influencia de EEUU en el planeta. Las oportunidades del país luego del ataque. El especial.

Rafael Bielsa fue Ministro de Relaciones Exteriores entre el 2003 y 2005.
| DyN

Cuentan los historiadores que si la nariz de Cleopatra hubiera sido más corta, la historia del mundo habría sido diferente. Es que, tras seducir a Julio César y a Marco Antonio, la reina de Egipto intentó hacer lo mismo con Octavio. Así, la llevaron ante el emperador romano desnuda, envuelta solamente en una alfombra, pero cuando la desplegaron ante él, Octavio dijo: “No me gusta, tiene la nariz demasiado larga”. Sin duda, fue un hecho que cambió la historia. El ex canciller argentino, Rafael Bielsa, trae esta anécdota a colación en una charla exclusiva con Perfil.com y afirma: "El atentado a las Torres Gemelas fue la nariz de Cleopatra".

Bielsa fue Ministro de Relaciones Exteriores de la Nación desde mayo de 2003, cuando asumió el presidente Néstor Kirchner, hasta diciembre de 2005. En ese período, lidió con un Estados Unidos devastado por los efectos del 11-S y fomentó una política de fortalecimiento de la alianza entre países latinoamericanos. "Esa agonía con la que George Bush hijo administró Estados Unidos después de las Torres Gemelas a nosotros nos generó una oportunidad para poder preparar un plan de desendeudamiento vital para lo que hoy estamos viviendo", comenta Bielsa al teléfono.

 

¿De qué manera repercutió el atentado en las relaciones entre Estados Unidos y Argentina?


La relación entre Estados Unidos y Argentina en verdad cambia a partir del 25 de mayo de 2003 con una política exterior que tenía un propósito absolutamente opuesto a la visión atlantista que había predominado antes. Yo no establezco una relación entre el once de septiembre de 2001 y la modificación de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos sino a partir del proceso político que se inicia en 2003 con las nuevas autoridades y con una nueva mirada sobre el papel que Argentina quería tener en el mundo.

¿Cómo fue lidiar con George Bush hijo durante el período que duró su gestión?

 

Una de nuestras guías para la política exterior era que ser amigo de un país no implicaba heredar los enemigos. Al mismo tiempo, si uno tenía una relación más distante con algunos países tampoco implicaba hacerse amigo de sus enemigos. Es lo contrario de lo que se llamó “relaciones carnales”. Un viejo dicho dice que “cuando hay problemas en la metrópoli, hay cielo despejado en la colonia”. Entonces, al tener a Estados Unidos ocupado en sus preocupaciones, en algún sentido fue una buena oportunidad para la Argentina. No olvidemos los dichos de Paul O'Neill: “Estados Unidos no va a poner un centavo de sus plomeros y carpinteros en un país como la República Argentina, que ardan en el desierto”. Esta frase, que O’Neill no tuvo reparo en decirla públicamente, era la que te decían los funcionario del FMI en privado. 

 

¿Le parece que el atentado fue la excusa perfecta para que Estados Unidos entrara en guerra?

 

A mí me parece que Clinton le dejó a Bush un país superavitario con las posibilidades objetivas de ser una potencia hegemónica. Pero Bush confundió la hegemonía, que tiene que ver con la preponderancia diplomática y económica, con una posibilidad imperial. Estados Unidos no estaba en condiciones de sostener los teatros bélicos por fuera de las fronteras que estaba sosteniendo. Hay una célebre y triste imagen donde Bush, después de desatar la operación "Libertad Duradera" (que se desató el 11-S), está en un barco de guerra norteamericano y dice “Hemos triunfado, he cumplido con mi deber”. El 17 de agosto de este año fue el día en que más muertos hubo en Irak, setenta, por la violencia. Una década después, está claro qué equivocado estaba Bush.

 

¿Y por qué no terminó todo con la muerte de Bin Laden?


La muerte de Bin Laden, que en realidad era poca cosa más que un titular de Al Qaeda porque no era un hombre participativo, fue el pretexto para retirar tropas de Afganistán. David Petraeus, el principal teórico de la nueva guerra, declaró que para resolver el problema afgano hacían falta diez años, y se están yendo. Claramente, Estados Unidos está en un proceso involutivo respecto de su influencia planetaria.

¿Qué país se erige hoy como potencia mundial?


Estados Unidos está en un proceso de pérdida relativa de influencia. Y me parece que, mucho más rápido de lo que se pronostica, China va a tener la misma incidencia en términos de PBI mundial que Estados Unidos. Digamos, Estados Unidos va a seguir siendo grande pero va a haber alguien tan grande como él. El mundo está cambiando... Hay una crisis de la institucionalidad multilateral y la institucionalidad financiera internacional. Son dos fenómenos distintos: las Naciones Unidas están en crisis y también el Fondo Monetario. También hay una crisis del dólar. Van a pasar muchísimas cosas. Entonces es un poco simplista decir que China va a reemplazar a Estados Unidos. Yo creo que va a haber un cambio de relaciones. Hay otros jugadores como India, Rusia, Brasil... También hay una severa complicación que es la crisis de la Unión Europea. No se puede entender la crisis del mundo árabe sin tener en cuenta la pérdida de influencia de Estados Unidos. Un Estados Unidos del año 2002 no consiente que pase lo de Egipto, por Israel.

 

¿Qué piensa de las teorías conspirativas que incluso llegan a afirmar que el 11-S se trató de un auto-atentado?


A mí siempre me seducen esas teorías porque muy inteligentes, no son estupideces. Pero en este caso se han encontrado responsables directos, han sido juzgados, hay muchísimas pruebas. Una cosa es tener un agente doble y otra es que operes de una manera multicausal sobre la realidad de manera deliberada. Está filmada la reacción de Bush cuando le avisan lo que está pasando y no parece ser la reacción de alguien que sabía de antemano lo que iba a pasar. Digamos que lo leo y lo analizo pero no lo suscribo.

¿Por qué piensa que los países siempre construyen su identidad en base a un antagonista?


En 1912, Winston Churchill toma una decisión tremenda. Dice: “A partir de ahora, todos los buques de guerra van a funcionar con petróleo, basta de carbón”. Ahí cambió la historia porque el petróleo pasó crecientemente a transformarse en un elemento vital, a tal punto que ahora estamos en el pico de producción. Wikileaks filtró un cable del director por Arabia Saudita en la OPEP que dice que el pico de producción, el momento a partir del cual la producción va a ser decreciente, va a ser dentro de los próximos diez años. Entonces los intereses estratégicos están vinculados muchas veces con esto. No es que uno se genera un antagonista sino que necesita elementos para la energía, por ejemplo, y el antagonista surge porque los dos pelean con lo mismo. En un mundo con recursos limitados, tu adversario es adversario porque los dos quieren algo limitado y no hay para los dos. Muchas veces los analistas de política internacional simplifican las cosas de una manera poco seria. La energía, el espacio, la comida y el agua son cuatro elementos centrales para entender el mundo que viene, junto con la tecnología. Si uno no está pendiente de esos elementos, se pierde una parte muy importante de la película, porque el mundo que viene se va a dirimir en función de quién tiene preminencia en esos sectores.

 

¿Y cómo se conforma el panorama futuro?

 

Hay una sola cosa que puedo decir del futuro: va a ser de los continentes. Si uno no tiene escala continental, se queda afuera del juego. En consecuencia, hay países que podían tener importancia en otro momento solos pero que hoy no la van a poder tener si no tienen escala. En ese sentido, es muy importante la relación de Argentina con Brasil, porque sin una Argentina que ande bien, Brasil no tiene escala continental. A la vez a Brasil no le sirve una Argentina desordenada. En fin, es complejo: entender el mundo es entender un ajedrez de tres dimensiones.
 

(*) de la redacción de Perfil.com.