INTERNACIONAL
SIGUEN Los temblores

Chile sintió más réplicas y va en busca de su cultura sísmica

Cada chileno vivirá varios terremotos fuertes en su vida. Aún no desarrollaron la mentalidad para enfrentarlos.

Destrozos. El puerto de Iquique y una carretera, con los efectos del temblor del martes pasado, apenas cuatro años después del terremoto que provocó 525 muertos.
| Cedoc Perfil

Chile es el país más sísmico del mundo. Las estadísticas marcan que todo chileno vivirá por lo menos tres o cuatro terremotos fuertes en su vida.

El peor sismo del que se tiene registro ocurrió allí, en Valdivia, en 1960: llegó a los 9,5 grados en la escala de Richter y dejó dos mil muertos. La historia se repitió en 1985, en 2010 y esta semana. Sin embargo, la “cultura sísmica” de la sociedad chilena está lejos del nivel de desarrollo que alcanzaron otras naciones acostumbradas a los temblores, como Japón y México.

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La reacción del Estado y de la sociedad civil ante el terremoto de 8,2 grados del martes demostró que Chile aprendió la lección. Frente al alerta de maremoto, más de 900 mil personas abandonaron sus hogares con notable disciplina y sin provocar mayores incidentes. Los organismos responsables –la Oficina de Emergencias del Ministerio del Interior (Onemi) y el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (Shoa)– respondieron con eficacia e implementaron velozmente el “Sistema de Alertas de Emergencias” para prevenir a los ciudadanos.

El gobierno de Michelle Bachelet no cometió los errores por los que había sido criticado duramente luego del terremoto con tsunami de 2010, que se cobró 525 vidas. Esta vez, la presidenta no se demoró en delegar responsabilidades a las Fuerzas Armadas ni en declarar la alerta preventiva en zonas costeras ante el riesgo de ola gigante.

No obstante, a Chile le queda mucho camino por andar. “Estamos desarrollando nuestra cultura sísmica, pero aún es incipiente”, dijo a PERFIL Mario Pardo, subdirector del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile, un organismo que trabaja codo a codo con el Estado en la prevención. “Se aprendieron algunas lecciones, pero nos falta muchísimo para cambiar la mentalidad de la gente, y eso sólo se logra en un proceso lento y generacional”.

Según el experto, un paso cualitativo sería la introducción de estudios formales y sistemáticos sobre los fenómenos sísmicos en el sistema escolar, para transmitir a los chicos las reacciones adecuadas frente a situaciones críticas. “Tenemos la cultura empírica que obtuvimos de la dura experiencia real, pero nos falta lo curricular”, subrayó Pardo, quien de todas formas reconoce que “desde 2010, la sensibilidad de la población cambió y comenzó a asumirse que esto es un fenómeno que ocurrirá para siempre en Chile”.

En promedio, el país andino sufre un terremoto fuerte cada ocho años. Las pérdidas económicas –por las dificultades para el comercio, la destrucción de rutas y transportes y las tareas frecuentes de reconstrucción– son significativas: se calcula que la naturaleza se cobra entre el uno y el dos por ciento del PBI anual.

Más allá de las cifras frías, el Estado debe invertir recursos en programas de apoyo social y psicológico a los habitantes de zonas con actividad sísmica frecuente, especialmente en el norte del país. “Es gente que vive y duerme los 365 días del año bajo esas condiciones –destacó Pardo–. Por eso los medios de comunicación tienen una altísima responsabilidad y un rol clave en la difusión de información y la prevención de tragedias”.

En opinión del jefe de Alerta Temprana de la Onemi, Miguel Ortiz, “si no hay una cultura de la prevención, los esfuerzos de inversión y tecnología no sirven para nada”. Por eso el funcionario valora la ejecución de planes como Familia Preparada, una guía de tips básicos para enfrentar sismos y tsunamis que hasta los niños pueden comprender.

Los instructivos para los ciudadanos enseñan sobre lo que debe hacerse antes, durante y después del terremoto. Entre las tareas preventivas se destacan las de verificar el material de la vivienda (si son de adobe o prefabricadas, deben abandonarse de inmediato durante un sismo), anclar los muebles y objetos al piso y ubicar las llaves de corte de luz, gas y agua.

Es un poco más conocido lo que debe hacerse una vez que el temblor comenzó: alejarse de cables de alta tensión, proteger primero la cabeza y el cuello, conducir a baja velocidad pero sin frenar el auto y procurar llegar en calma a un sitio de protección sísmica. Hay indicaciones incluso por si uno queda bajo los escombros: “Si estás atrapado, cúbrete la boca y la nariz. Evita gritar y da señales golpeando la estructura”.

Ayer, una réplica de 6,2 grados sacudió por la noche la zona del norte de Chile afectada por el terremoto del martes, aunque las autoridades informaron que el nuevo temblor no provocó daños mayores ni generó un riesgo de tsunami. De todos modos, se esperan nuevas réplicas en las próximas horas y los expertos no se animan a arriesgar de qué magnitud serán.