INTERNACIONAL

Dilma se aleja de Lula en su segunda presidencia

La mandataria de Brasil asumió un nuevo período, rodeada de un gabinete a su imagen y semejanza. Dejó de consultar a su mentor, que piensa en ser candidato en 2018.

Con sello propio. Rousseff asumió el jueves un nuevo mandato. Se refugiará en su entorno para enfrentar los escándalos de corrupción y el Petrolão.
| AFP

En el albor de su segundo mandato –y en un momento político crítico–, Dilma Rousseff decidió jugar sus fichas en soledad. La presidenta, que asumió el jueves, envió señales sobre lo que será una etapa más “dilmista”, en la que se despegará poco a poco de su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, y de una parte del Partido de los Trabajadores (PT). Tan es así, que en la “mesa chica” de su nuevo gabinete no hay hombres de confianza del ex jefe de Estado.
Con el estancamiento de la economía y el escándalo judicial de Petrobras como principales obstáculos, la mandataria se encerrará en su entorno para tomar las decisiones más cruciales de su segundo mandato. Sin embargo, esa postura no implicará una ruptura con Lula. “Dilma es una criatura de Lula y romper con el creador es como escupir en la cruz. Lo que parece haber es el montaje de un gobierno más dilmista que lulista, lo que es normal. Esta vez, Dilma debe su victoria a sí misma y a su jefe de marketing”, explicó a PERFIL Clovis Rossi, analista de Folha de São Paulo.
No sólo Construyendo un Nuevo Brasil (CNB), el sector que lidera Lula y es mayoritario dentro del PT, quedó excluido del nuevo elenco de gobierno, sino que también fueron desplazados los dos últimos alfiles del ex obrero metalúrgico. “La presidenta expurgó del Planalto a los últimos pares de ojos que la mantenían en el campo de visión de Lula”, ironizó el analista político del portal UOL Josias de Souza. Así, Gilberto Carvalho, ex secretario general de la Presidencia, fue sustituido por Miguel Rosseto, mientras que Ricardo Berzoini dejó la Secretaría de Relaciones Institucionales –clave en la articulación con el Congreso– y pasó a ocupar la cartera de Comunicación, desde donde impulsará un proyecto de ley de medios.

Círculo íntimo. Dilma nombró a Pepe Vargas y a Miguel Rossetto, dos gaúchos que integran la corriente del PT Democracia Socialista, para acompañarla en el Palacio del Planalto. Además de esos estrechos colaboradores, la presidenta designó a Carlos Gabas –que la llevó en varias ocasiones en su moto Harley Davidson a recorrer Brasilia– en la cartera de Previsión, al tiempo que confirmó a Aloizio Mercadante en la Casa Civil. Gabas forjó una estrecha relación con Dilma durante su primer mandato. Por eso, se pronunció el jueves a favor de reeditar las travesías en dos ruedas: “Me gusta mucho andar en moto y ella también lo disfruta. El día que me llame, voy a estar allí porque, como ella dice, observar Brasilia desde la parte trasera de una moto es muy diferente, es una mirada de libertad”.
La formación del gabinete exacerbó las tensiones entre Dilma y su mentor político, quien esta vez no fue consultado sobre los nombres elegidos. El ortodoxo equipo económico enfureció a los movimientos sociales y al ala izquierda del oficialismo. Atento al cambiante humor social y a las tensiones dentro del PT, Lula se mostró en público con el Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), en actos en los que le pidió mayor diálogo al gobierno. “Los movimientos sociales han perdido vigor en el período Lula/Dilma, porque se volvieron una correa de transmisión del poder en vez de representar a sus bases. Lo que Lula está haciendo es tratar de recomponer el vigor, pensando seguramente ya en su candidatura para 2018”, dijo a este diario Rossi.
Si bien no se rompió aún el matrimonio político entre Rousseff y su antecesor, las últimas señales enviadas por la presidenta sugieren que el doble comando llegó a su fin y que en los próximos cuatro años Brasil será más dilmista que lulista.

La rosca de la cárcel
Agencias
Brasilia
El nuevo gabinete de Dilma Rousseff tampoco escapó a las polémicas. Según publicó Folha de São Paulo, la designación del nuevo ministro de Transporte, Antonio Carlos Rodrigues, se decidió en la cárcel de Brasilia. Allí, estaba alojado Valdemar Costa Neto, imputado en el mensalão, el esquema de coimas del primer gobierno de Lula da Silva. Líder del Partido de la República (PR), una agrupación de derecha que conforma la coalición oficialista, presionó a la mandataria durante la campaña electoral, en la que amenazó con apoyar la candidatura de Aécio Neves. Finalmente, Dilma cedió y nombró a Carlinhos al frente de una cartera que administra 20 mil millones de reales por año.
El nuevo funcionario se pronunció a favor del nepotismo, al sostener que contrataría a sus tres hijos si no tuviesen trabajos remunerados. Pese a que Rousseff se pronunció en contra de la vieja política, Costa Neto y Carlinhos le doblaron la mano.

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